Nuestros países nacieron condenados a una suerte de fatalidad del miedo que nos impide vernos como somos y como podemos ser», indicó el autor de Las venas abiertas de América Latina. «Lo que ha sucedido en Bolivia nos enseña que ese miedo de ser lo que podemos ser no es un enemigo invencible; el racismo […]
Nuestros países nacieron condenados a una suerte de fatalidad del miedo que nos impide vernos como somos y como podemos ser», indicó el autor de Las venas abiertas de América Latina.
«Lo que ha sucedido en Bolivia nos enseña que ese miedo de ser lo que podemos ser no es un enemigo invencible; el racismo no es una fatalidad del destino, no estamos condenados a repetir la historia.
«Nos han entrenado para andar en silla de ruedas y ahora estamos recuperando la posibilidad y energía en América Latina de caminar con nuestras propias piernas, pensar con nuestras propias cabezas y sentir con nuestros propios corazones», añadió.
Todas las constituciones latinoamericanas fueron hechas «por pocos y para poquitos, y generaron naciones donde las mayorías estaban y siguen estando malditas». El mundo se divide, sobre todo, «entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar», agregó el escritor, quien pidió un viva por «el alumbramiento de otra Bolivia, ¡que viva el nacimiento de otro mundo posible!»
En forma similar y acorde, el vicepresidente Alvaro García Linera realizó un largo discurso para puntualizar: «La Bolivia indígena está de pie y le dice al mundo que nunca más discriminación, nunca más represión y racismo». La patria, dijo el matemático de 43 años, «nació el 18 de diciembre pasado; la patria nace este 22 en esta plaza… la historia se ha fijado en nosotros.
«Hace dos años aquí, recordó García Linera, corríamos bajo las balas», en referencia a la insurrección de octubre de 2003, que culminó con el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada y dejó saldo de más de sesenta muertos. «Hoy tenemos que salir victoriosos de este trabajo», enfatizó el mandatario. Luego dejó paso al presidente…
«Hemos avanzado bastante»
Relajado luego de tanta actividad, pero fatigado, Evo Morales se dirigió al micrófono para pronunciar un nuevo discurso que sintonizara con su gente. Ataviado aún con la banda presidencial, Morales habló durante 45 minutos de los mismos temas que en su discurso inaugural en el Congreso Nacional, salvo que esta vez se interrumpió un par de veces para invitar a algunos a acompañarlo en su mensaje.
La primera pausa en el discurso fue tomada por el vicepresidente cubano Carlos Lage, quien entre otras cosas, dijo que no había que lamentar la ausencia de Fidel Castro, a quien el presidente describió como su «abuelo sabio». «Yo veo a Fidel en todos ustedes», dijo Lage. Luego del cubano, la gente enardecida pidió la presencia de Hugo Chávez quien, según Morales, estaba delicado de salud y se habría excusado de asistir al acto a causa de un resfriado.
Otra interrupción quedó a cargo de la indígena quechua Blanca Chancoso, ecuatoriana, quien en su lengua materna pidió a Evo convertirse en el principio de lucha de los pueblos indígenas americanos. Tras agradecer el discurso de Chancoso, Evo recordó los muchos logros que han tenido los indígenas bolivianos en la vida política desde que comenzaron creando sus propios partidos políticos. «Hemos avanzado bastante», reconoció.
Evo interrumpía varias veces su discurso político para felicitar o agradecer a algunos de los presentes, como el artista plástico Gastón Ugalde, quien diseñó y elaboró dos murales de tejido especialmente para la ocasión. También presentó a los dirigentes sociales que lo acompañaban en la tarima desde donde fue presidido el festejo. Abajo, a la derecha del gobernante boliviano, los más de doscientos invitados internacionales seguían atentos el discurso mientras les servían café, té y pastelitos.
Con la noche comenzó la lluvia y Evo, ya para terminar, habló del miedo que siente de ocupar la residencia presidencial, por temor a «alguna trampa o algún micrófono». Recordó una vez más que cuando se inició hace casi nueve años como diputado, en 1997, vivió compartiendo casa con dos de sus colegas, e hizo morir de risa de pueblo cuando dijo que ha invitado a su vicepresidente, al presidente del Senado y al de Diputados a compartir la casa con él.
Ante la risa, satisfecho, Morales dijo que no era payaso, que hablaba en serio. «Cuatro presidentes viviendo juntos: el presidente de Bolivia, el del Congreso, el de la Cámara de Diputados y el de la Cámara de Senadores. Trabajando juntos las 24 horas para resolver sus problemas», concluyó, consiguiendo el aplauso más nutrido de la jornada antes de dar gracias y dar paso a la fiesta musical programada.
Mientras se servían las bebidas calientes y se entonaban canciones, la gente mojada y sonriente comenzó sus bailes y celebró a su presidente, quien los observó cómplice desde su silla, antes de retirarse sin prisas al palacio donde prometió, desde mañana, seguir en contacto con ellos y sus permanentes necesidades. Eran casi las 8 de la noche y la Bolivia profunda era un jolgorio masivo por vez primera.