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Bolivia y el fin de las alternativas reforma o revolución

Fuentes: Clajadep

Candorosa puede ser la palabra con que podríamos calificar la actitud de quienes aún siguen creyendo que la alternativa pasa por escoger uno de los dos caminos: reforma o revolución. A nivel de discurso o de intenciones constatamos que aún persiste esa dicotomía, que sobrevive en el tiempo merced al predominio de la voluntad estatista […]

Candorosa puede ser la palabra con que podríamos calificar la actitud de quienes aún siguen creyendo que la alternativa pasa por escoger uno de los dos caminos: reforma o revolución.

A nivel de discurso o de intenciones constatamos que aún persiste esa dicotomía, que sobrevive en el tiempo merced al predominio de la voluntad estatista centralizadora por sobre la necesidad de liberar la potencia de las multitudes en sus localidades.

No es posible dudar de las buenas intenciones de los compañeros que aspiran a la toma del poder, pues ciertos intelectuales, líderes o grupos continúan aspirando a dirigir el pastel y no vacilan en desarrollar las más variadas tácticas y estrategias, planes y programas, recetas y guías para la acción, así como agitación, charlas y formación de cuadros para tales objetivos. Estas notas de hoy tienen un objetivo muy claro, eso es verdad, pues van a que cada militante o miembro de un grupo haga un análisis personal de los acontecimientos bolivianos. Que se desprenda un tanto de la línea para dar una pequeña oteada al horizonte de las realidades. Que se libere un instante de la ideología que determina su acción y asome la cabeza a los hechos. Que permita a su cuerpo y a su mente que vayan directo a ver la praxis sin la intermediación de interpretaciones, aunque sea unos instantes. Valga como ejercicio. Veamos juntos:

A esta altura del campeonato comienza a percibirse que Solares y la COB lentamente quedarán aislados y sólo les quedará el recurso de bajar el programa adecuándolo a las nuevas circunstancias. Y así ha sido: Ahora dicen que van a mantener las movilizaciones hasta que se apruebe la nacionalización de los hidrocarburos, con lo que la consigna de armarse para la autodefensa en las pretendidas asambleas populares tendrá que ser replegada o mantenida a ultranza. Ya los militares se encargaron de pasar el aviso que no permitirán la autodeterminación de El Alto, lo mismo hacia los secesionistas de Santa Cruz.

Está claro que el entusiasmo revolucionario e insurreccional de Solares lo llevó junto a sus seguidores a perder una buena oportunidad de estimular la autoorganización de base por localidades, pues su propuesta era que cada asamblea quedara subordinada a la Confederación Obrera local, lo que no era ni es posible por la desconfianza que existe en el resto del territorio del estado boliviano hacia esa instancia, meramente formal en muchos casos. Distinto hubiese sido si en acuerdo o en llamado conjunto con otras organizaciones, no sólo algunas de El Alto, se hubiese convocado a la formación de asambleas o coordinaciones locales de los distintos sectores sociales, con autonomía territorial de base, con lazos o vasos comunicantes que permitiesen la cooperación y el apoyo mutuo más que una sumatoria a un proyecto nacional o estatal que para nada interpreta el sentir de las comunidades originarias, campesinas, laboriosas, barriales, etc. Lo mismo le va a pasar al MST brasileño con su propuesta de asambleas teledirigidas que culminarán en una asamblea nacional.

Era demasiado obvio que los actores institucionales encontrarían salidas y más aún si el ejército, la iglesia, el parlamento, el empresariado y otros más entraban en acuerdo con Evo Morales para la reorganización centralizada. Evo Morales ya no es más un reformista, pues ha adscrito plenamente al modelo Lula de administrar el capital con la mano del gato de la izquierda. Evo ganará las elecciones y la tarea hoy es rápidamente consolidar las organizaciones de base en las localidades, antes que empiece la operación Lula. El reformista ahora es Solares, pues pretende mantener cierta movilización a partir de la reivindicación de la nacionalización, con lo que sabe que puede continuar con cierta parte de la población bajo su orientación con el objetivo de disputar fuerzas a Morales en la influencia sobre los movimientos sociales y la población en general. Como vemos, como siempre, no es difícil que los estatistas pasen de un lado al otro.

La nacionalización, siendo una reivindicación adecuada, no va a ser posible sin romper con Brasil, que tiene instaladas allí enormes inversiones e instalaciones, pues Lula ha jugado rápido para la subordinación de esos territorios a las redes del funcionamiento capitalista. La visita de Marco Aurelio García, consejero principal de Lula, un verdadero Richelieu capitalista, sin duda buscará cuidar de esos intereses analizando y evaluando el potencial de Morales para contener la lucha social, esto es, de hacer lo mismo que ha hecho Lula, para un capitalismo de rostro humano.

Solares sabe eso y juega con ello agitando aún más la nacionalización, lo que le permitirá bonos y crédito popular por cierto tiempo. La lucha parece darse más en el terreno de la voluntad y al arte del convencimiento agitativo que en el terreno de las realidades y de los actores sociales.

Cuando hablamos del futuro aislamiento de Solares no nos estamos refiriendo a su distancia con las instituciones y los institucionalistas, sino de las dinámicas sociales reales, que ya hemos anotado en textos anteriores se orientan más hacia la asamblea constituyente.

Esta tan mentada asamblea constituyente no es un recurso institucional, pues ha nacido principalmente de la lucha y exigencia de variados sectores sociales que ven allí la posibilidad de instalar sus delegados para ventilar sus reivindicaciones específicas. El empresariado está tratando de que la convocatoria a elecciones que hará el presidente interino no incorpore la asamblea y sólo se refiera a elegir presidente, vicepresidente y el congreso, cuando las tratativas anteriores consideraban también a los miembros de la constituyente, la nacionalización y las autonomías regionales.

El escenario ahora estará en los tira y afloja con relación a estas tres últimas cuestiones. Lo más probable es que cuando se hable de la nacionalización se buscará un acuerdo que al menos respete la presencia de los brasileños y argentinos, por lo que el sistema buscará por todos los modos neutralizar a Solares y a la COB otorgándoles ciertos beneficios por otras vías, para eso todos ellos son expertos negociadores. Nada de extraño sería que junto a García arribase de Brasil alguien de la «izquierda» del PT para conversar con la COB. De todos modos tendrán que esperar un tiempo para el desgaste de Solares, pues las instituciones tienen claro que el peligro real viene de la consolidación de las organizaciones de base más que de la capacidad de dirección de un burócrata de la izquierda. Habiendo fracasado el llamado de la COB para organizar las asambleas populares en las otras regiones y habiendo fallado el llamado al alzamiento de un sector patriótico dentro de las fuerzas armadas, los actores institucionales tienen claro que la COB es más discurso que efectividad, pues además para nadie es secreto que las grandes movilizaciones en La Paz no fueron organizadas solamente por los cobistas, sino también por otros sectores sociales.

¿Por qué fracasaron los llamados de Solares a las asambleas populares y al golpe militar patriótico?

En primer lugar es un indicador muy claro de que esos llamados obedecían más a la voluntad que a un serio análisis de la realidad, a la necesidad agitativa que a la interpretación de los hechos, a una disposición de llevar la batuta de los acontecimientos que a sumarse y potenciar las movilizaciones.

Solares confundió las diversas movilizaciones con sus deseos de dirigirlas, imaginando que podría darse el encuentro entre ambas direcciones: la dinámica social y su voluntad estatista. Lo mismo que echaban en falta muchos analistas con relación a las grandes movilizaciones argentinas y ecuatorianas: que no estaba la vanguardia, que faltaba el partido revolucionario, o la unidad de la izquierda, en fin. Lo que podrá seguir formando parte de esos sesudos análisis, en especial cuando se sigue aspirando a una vanguardia que lidere a las masas, sea para las elecciones y las reformas, sea para la insurrección y la revolución, en definitiva: la toma del poder central, la ansiedad de erigirse en dirección y administradores de la cosa pública.

La disputa entre Solares y Morales sólo resultará en un debilitamiento de las organizaciones locales, uno por la insurrección, el otro por la institucionalidad, cada uno pensando en globo, cada uno imaginando que los cambios sociales sólo pueden hacerse si se captura el aparato del estado, la vieja disputa que la historia ha demostrado que no conduce a nada.

Era sólo cuestión de tiempo. Mientras los militares chilenos esperaban que la institucionalidad abriese paso al golpe, lo que se dio cuando Eduardo Frei como presidente del Congreso declara la ilegitimidad del gobierno de Allende, los militares bolivianos esperaron que el congreso declarara los siguientes pasos y ahora salen a la calle con el mismo pretexto: defender la institucionalidad, amenazando a la asamblea popular de El Alto y desplegando tropas con traje de camuflaje por todo los territorios controlados por el estado. Consolidar manu militari los acuerdos alcanzados en la cúpula. Demostrar que están por la democracia y no más por el golpismo.

Morales está en su salsa, feliz como chancho en barro. Ha conseguido lo que quería, esto es, bloquear las movilizaciones y recuperar el ritmo institucional, aunque parcialmente. Sin duda va a ganar las elecciones. Un sector importante del capital, apoyado por los brasileños y argentinos ayudará desde las bambalinas al MAS desestimando a las eventuales candidaturas de los partidos tradicionales, que se tendrán que unir para enfrentar el tsunami social que se les vendrá esperanzado con poner a Evo en el sillón presidencial. No le será difícil neutralizar a Solares, para eso cuenta con todo el aparato institucional y sus ramificaciones regionales. Tratará de erigirse como el héroe de las jornadas convocando a fiestas populares desde ahora para capitalizar el actual estado de las movilizaciones y redireccionarlas por fuera de las aspiraciones de la COB. Para ello tendrá que tomar la bandera de la nacionalización también, para arrebatársela a Solares y penetrar en sus terrenos con fórmulas más viables y eficientes que la demagogia del sindicalista. Tendrá que convocar de inmediato un ampliado de sus militantes y dirigentes sociales para adecuarse a estas nuevas exigencias.

Desde el lado de lo social en localidades, esto es, las perspectivas reales de avanzar hacia bolsones de contrapoder territorial, será necesario consolidar la asamblea popular de El Alto volcándose rápidamente a levantar un programa de hechos y realizaciones locales que envuelvan a la población, sacándola del papel de masa de maniobra para dirigir las energías y la potencia hacia tareas de consolidación de la vida en común, formar escuelas populares autónomas, sistemas de salud comunitaria, formas de autogestión y de autogobierno, modificar de inmediato el ritmo de las batallas para asumir el territorio como el mundo concreto que hay que cambiar, pues de otro modo el sistema, el estado y el mercado van a retomar poco a poco el control del espacio. Habrá que reunir a los maestros para que elaboren metodologías y contenidos alternativos de educación local. Habrá que coordinar a los productores para generar redes internas de abastecimiento popular, en fin, habrá que pasar de la reivindicación del asalto al poder central a la instauración de las bases de la comuna. Sin eso, la población continuará siendo objeto de las voluntades y batallas entre reformistas y revolucionarios, entre electoralistas e insurreccionalistas.

Hay que aprender de los errores de continuidad que presentó la guerra del agua en Cochabamba, donde Óscar Olivera y muchos otros se encontraron con una desmovilización posterior que no les permitió abordar las tareas de autoorganización barrial, pero ahora las condiciones son propicias para ello, siempre y cuando se acompañen los programas o llamados generales con convocatorias a las tareas propias dentro de los barrios para enfrentar los problemas cotidianos.

Por suerte los vaivenes de estos días no han afectado esencialmente a los procesos en andamiento de autonomía local de bases organizadas. Muchas organizaciones han participado de las movilizaciones sin hipotecar sus actividades en aras de seguir las tácticas de Solares o Morales, sino más bien apoyándolas desde sus propias perspectivas.

Hay que asumir lo local como un todo, no más como una parte de otra totalidad. Hay que desprenderse del globo y de lo social abstracto para pasar a concretar las tareas internas de avanzar a la comuna, allí está el mundo, uno de muchos.

Desde El Alto no pueden provenir llamados a organizar lo mismo y menos a seguirlos, sino más bien una convocatoria a organizarse de maneras distintas acordes con cada realidad y necesidad, tejiendo lazos de intercambio horizontal por donde puedan circular las experiencias y quizás también productos, de manera de quebrar el predominio del mercado capitalista. Pero ello implica primero hacerlo en El Alto. La pregunta sería saber si los compañeros de esa zona podrán desprenderse de las orgánicas estatistas y de las convocatorias centralizadoras para volcarse a su propia localidad en único lugar para construir la cotidianeidad de una nueva sociabilidad.

Los tiempos están para desprenderse ya de las opciones únicas que se nos han puesto por delante para la toma del poder central: reforma o revolución, y pasar a ser revolucionarios de lo cotidiano en el desarrollo del contrapoder o antipoder o como le quieran llamar. Ya es hora de comenzar a superar, como muchos lo están haciendo en muchas partes, las viejas lecciones de las luchas emancipatorias que no nos llevaron a parte alguna.

Como decíamos en un texto hace varios años atrás, el pájaro prisionero no desea el cielo infinito, sino realizar su ser alado, y por eso abre las alas y se arroja contra los barrotes, desea volar. Así, para nosotros, la libertad no es ya más algo a alcanzar, sino algo para vivir y desde allí crecer. Somos libres cuando podemos hacernos cargo de nosotros mismos junto a los que nos rodean, cuando asumimos en nuestras manos la tierra y nuestras vidas, nuestra educación y nuestra salud, nuestra producción y nuestra alimentación. Ya nos tienen mucho tiempo con la promesa de la utopía. No necesitamos un modelo abstracto para tener esperanza. La esperanza está en nuestra rebeldía, y por eso los zapatistas prefieren ser rebeldes antes que revolucionarios. Nuestra rebeldía nos hace oponernos con todo al capitalismo, pero esa oposición no puede ser meramente voluntariosa, debe ser transformada en hechos constructivos. Hacer una nueva sociedad es mejor que soñarla, pero el sueño de dos juntos es el comienzo de la realidad, por eso es urgente el establecimiento de lazos concretos de nueva sociabilidad en los espacios de la vida en común.

La burguesía lo ha hecho hasta ahora mejor que nosotros, primero afianzaron sus lazos de explotación del hombre por el hombre en muchas partes antes de lanzarse a la dominación política y nosotros recién estamos comenzando a comprender que más importante que la toma del poder desde el cual dirigir pretendidos cambios es hacerlos de hecho.

No importa que el capitalismo nos rodee por todas partes, lo primario es desprenderse de ello de hecho y no de pensamiento conciente. Habrá que descubrir en cada barrio y localidad como zafarse de las relaciones capitalistas que operan sobre nuestros cuerpos. Cada uno de nosotros es portador de las relaciones capitalistas, mil veces cada día ejecutamos operaciones que van en beneficio de la reproducción del sistema, aún cuando trabajamos estamos alimentando el capital, cuando tomamos un ómnibus estamos contribuyendo notablemente, cuando compramos alimentos lo hacemos aún más, cuando vemos un profesional, cuando compramos ropa, cuando vemos televisión, cuando consumimos electricidad, cuando hacemos papeleo bancario o vamos a una oficina pública, si entramos en un bar, cuando leemos un libro, cuando asistimos a clases, en fin, cuando hablamos y caminamos. Cada minuto de nuestras vidas es vida para el capitalismo.

Es ilusorio continuar con la idea de que hay que destruir el capitalismo ocupando el estado. Eso no ha sucedido nunca. Hay que destruirlo haciendo otra cosa distinta, una sociedad diferente. Y eso sólo es posible en la cotidianeidad de las nuevas relaciones sociales en el barrio o la localidad, en lo que hemos llamado más arriba bolsones de contrapoder, donde la potencia de la comunidad se exprese como tal, como conjunto interrelacionado de personas de carne y hueso que empiezan a autogobernar sus vidas. Más que nuevas organizaciones, se trata de nuevas actividades, escuelas diferentes, tratamiento de salud diferente, cuidado de los niños diferente, en fin, cientos de actividades cotidianas donde podemos poner en efectividad nuestra capacidad de hacerlo diferente.

Eso es mucho más difícil que hablar de revolución, o de organizarse para ella. Por eso también las universidades se llenan de revolucionarios que luego salen a ocupar sus puestos sistémicos reproduciendo las relaciones capitalistas, aunque, claro, se oponen en el discurso, en las marchas, en los deseos y en los programas.

Proponemos no ser más anticapitalistas, sino comunistas. Trabajemos para establecer las bases de las comunas, ahora, no después. Y para ello no necesitamos para nada el estado, que ha pasado a ser un obstáculo en todo sentido. Ya es hora de mandarlo al museo. Y que me perdone Marx, pero el comunista ha dejado de ser el que mira hacia delante imaginando que llegaremos a la sociedad sin clases, como dice el Manifiesto, que los comunistas se diferencian de los otros socialistas por ello. El comunista hoy construye las bases de la comuna donde vive.

Que los acontecimientos bolivianos no nos hagan perder la esperanza ni ilusionarnos con falsas expectativas. Vayamos con más fuerza aún a nuestros barrios. A hacer de la rebeldía de uno y de otros una fuerza social concreta capaz de instaurar otro mundo y otro mundo, muchas totalidades.

Hay mucho que decir aún sobre este tema. ¿Qué tal si usted escribe algunas letras sobre ello? Que camine la palabra.

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