Los mayores índices de trabajo infantil indígena en la región andina se concentran en Bolivia y Perú, en cambio Chile es el país con el menor número de niños que están sometidos laboralmente. El índice más alto de trabajo infantil, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la Región Andina, […]
Los mayores índices de trabajo infantil indígena en la región andina se concentran en Bolivia y Perú, en cambio Chile es el país con el menor número de niños que están sometidos laboralmente.
El índice más alto de trabajo infantil, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la Región Andina, se concentra en Bolivia y Perú, las cifras alcanzan se estiman en un 21 por ciento y 19 por ciento respectivamente.
Mientras que Ecuador tiene una cifra de 12 por ciento, Colombia de 5 por ciento y Chile de 3 por ciento.
El trabajo infantil, es definido por la Organización Internacional del Trabajo como «el trabajo que priva a los niños, niñas o adolescentes de su infancia, su potencial y su dignidad, y que es nocivo para su desarrollo físico, mental, social o moralmente perjudicial e interfiere en la escolarización, obligando al menor abandonar la escuela y ser sometido a largas horas de trabajo pesado».
En las formas más extremas del trabajo infantil se incorporan prácticas como la esclavitud, la separación de sus familias y exposición a graves riesgos y enfermedades.
El trabajo de acuerdo a la concepción de los pueblos indígenas, es visto como una forma de obtener conocimientos a través de prácticas culturales, fortalecer la vida dentro de la comunidad de manera colectiva y lograr un beneficio familiar.
Según el informe publicado por el diario Regional de Piura, Perú, los niños son instruidos en actividades que les permitirá generar un rol dentro de su comunidad, muchas de ellas están relacionadas con la caza, pesca y agricultura.
El trabajo infantil indígena está referido al maltrato, abuso y exposición al peligro en el que se ven sometidos los niños indígenas por terceros ajenos a su comunidad, en muchas ocasiones esta actividad se realiza con conocimiento y autorización de los padres debido a las precarias condiciones económicas en la que se encuentran.
BOLIVIA – INDICES
En Bolivia 118 mil niños de entre 7 y 13 años de edad son trabajadores, ello constituye el 8 por ciento de la población infantil, mientras que de los adolescentes de entre 14 y 17 años, el 28,2 por ciento (206 mil personas) trabaja habitualmente. En conjunto, el 10,2 por ciento de la población económicamente activa (PEA) de Bolivia está constituida por niños, niñas y adolescentes; la tercera parte de este porcentaje corresponde a niños y el resto a adolescentes.
En regiones como el Chaco Boliviano, Beni y Santa Cruz, se han evidenciado casos de explotación laboral infantil indígena.
Por citar algunos, tenemos la grave situación a la que son sometidos los niños pertenecientes a la etnia Guaraní, pues son entregados a los dueños de las haciendas con la condición de que puedan estudiar; sin embargo las actividades que realizan sobrepasan su capacidad, perjudicando su asistencia a las escuelas y sin recibir ningún beneficio por el trabajo realizado.
En Beni las familias indígenas trabajan en haciendas ganaderas y los niños son entregados a los hacendados en calidad de servidumbre de por vida. Los pueblos indígenas asentados en Santa Cruz desarrollan actividades agropecuarias y los niños trabajan como peones en las haciendas.
Las condiciones de pobreza también ha generado que los miembros de los pueblos indígenas migren a las ciudades; bajo esta situación los niños se dedican al trabajo informal, dedicándose al lavado de autos, lustrar zapatos, vender dulces, pan y masas típicas en los mercados o en las calles.
Las formas más graves de explotación, se dan en el trabajo en la zafra de la caña de azúcar. Los adolescentes y las mujeres, son llamados «cuartas» y son considerados como ayudantes en faenas más livianas, recibiendo la cuarta parte del salario de un adulto. En estos grupos también está incluidos niños menores de 12 años que acompañan a sus padres.
Bolivia es un Estado parte de los principales instrumentos internacionales relativos a la protección del niño, del trabajo infantil y de los pueblos indígenas.
También posee un amplio desarrollo legislativo en la materia, ha dispuesto como edad mínima para trabajar 14 años, las Defensorías y Direcciones Departamentales de trabajo tienen la responsabilidad de verificar que los adolescentes sean protegidos en sus trabajos y que no desempeñen actividades peligrosas, insalubres y que atenten a su dignidad.
En la Ley General de Trabajo boliviano se prohíbe el trabajo de menores de 14 años y el desarrollo de labores peligrosas, insalubres o pesadas; permite el trabajo de menores de 18 años sólo cuando se trate de labores relacionadas al servicio doméstico y enfermería.
La ratificación de éstos instrumentos internacionales y la adecuación normativa interna por parte del Gobierno boliviano, además de la formulación del Plan Nacional de Desarrollo 2006 – 2010, para disminuir el trabajo infantil, que ofrece becas de estudio a las niñas y niños trabajadores para lograr que concluyan la escuela e identificar a sus familias y otorgarles bonos de alimentación y salud.
Nos manifiesta una clara evidencia que existen intenciones por parte del gobierno actual de disminuir las cifras sobre trabajo infantil.
Sin embargo es necesario que se diseñen políticas públicas e implementen programas destinados a cuantificar la vulneración recaída en la población infantil indígena; generar un trabajo conjunto y coordinado entre las principales instituciones encargadas de la protección del niño; brindar a los niños indígenas mejores condiciones para su desarrollo e incorporarlos al sistema educativo.
La disminución de las condiciones de desigualdad, pobreza, difícil acceso a la educación y bajo nivel remunerativo son parte de las aristas del trabajo infantil; si éstas no son cambiadas las condiciones de explotación laboral en los niños y niñas indígenas perdurarán.