En este nuevo año 2007 se puede realizar un balance de poco o mucho que ya se ha hecho en la región en pos de la construcción del socialismo siglo XXI o como también se puede denominar en forma más concreta construcción de la nueva civilización social y humana en Latinoamérica y también en el […]
En este nuevo año 2007 se puede realizar un balance de poco o mucho que ya se ha hecho en la región en pos de la construcción del socialismo siglo XXI o como también se puede denominar en forma más concreta construcción de la nueva civilización social y humana en Latinoamérica y también en el tercer mundo.
Nadie había teorizado tanto en la posibilidad que desde los pueblos atrasados del mundo y por intermedio de ellos mismos se podría crear la teoría de que es posible crear una nueva civilización social, humana y tecno-científica como lo hizo en forma simple pero contundente Simón Bolívar.
Líder que por intuición, coraje y buen deseo – más que por estudios científicos en universidades famosas y académicas – dedujo en forma trascendente que es la soberanía de pueblos y su participación protagónica la que debe necesariamente conducir hacia Gobiernos y Estados progresistas, modernos y solidarios, respetuosos ante todo de la felicidad de los pueblos. Así se resume la ideología y política bolivariana. Es un deseo fundamentado para construir una nueva civilización social. Este es el origen de Bolivia y de otros países de la región.
Gran parte de bolivianos y latinoamericanos comprenden esta filosofía libertaria y solidaria, pero otro tanto ignora el origen trascendente y humano que tiene la nación boliviana y bolivariana. Algunos desde perspectiva de clase afirman que Simón Bolívar fue un padre fundador y vencedor de grandes batallas contra los españoles, pero ignoran o dejan de lado que fue ante todo un revolucionario antiimperialista y social.
A Simón Bolívar no le gustaba que EE.UU. a nombre de democracia y libertad oprimiera y esclavizara a Latinoamérica. Tampoco le gustaba que indígenas, negros esclavos y pobres del campo, ciudades y minas estuvieran dependientes de sus patrones o amos bajo el sistema de pongueaje, mita o esclavismo. Bolívar liberó a esclavos y asumió como obligación de los nuevos Estados dar trabajo y salario digno a trabajadores y población en general.
Lo hizo en Potosí y también en Caracas, Bogotá, Quito, Guayaquil, Lima y Chuquisaca. También lo habría hecho en Salta, Buenos Aires, Santiago, Montevideo y Asunción, pero no se le dió esta posibilidad histórica debido al tiempo y las fuerzas personales exhaustas después de haber recorrido miles y miles de kilómetros en caballo.
Incluso Bolívar y Sucre pensaron en avanzar hacia Brasil con estas ideas libertarias y libertadoras, junto a su amigo revolucionario brasileño Abreu Lima. Abreu Lima no era un personaje secundario de la revolución bolivariana pues – después de la muerte de Simón Bolívar – escribió un libro denominado simplemente » Socialismo «. Y con la llegada de Lula al poder por segunda ocasión en alianza con la actual Venezuela Bolivariana y Hugo Chávez parecería que aquellos dos libertadores han vuelto a caminar juntos en pos del desarrollo integral y armonioso de Brasil y países bolivarianos y no bolivarianos.
La nueva civilización social en el tercer mundo y concretamente en Bolivia no es posible construirla sin antes cambiar la economía en forma radical. Esta debe basarse en un pacto por la producción para elevarla en términos de seguridad alimenticia, fabricación de manufacturas de base tecnológica, valor agregado en toda la cadena productiva de materias primas si y no renovables, nuevas relaciones de producción e inclusive de propiedad a favor de una redistribución de tierras.
Los pasos actuales del Gobierno van en dirección correcta pero falta una planificación estatal desde abajo, es decir desde comunidades, cooperativas y municipios, para elevar la producción y eliminar el desempleo masivo que actualmente todavía existe. El corazón económico y productivo que da confianza es la planificación energética en manos y conducción del Estado nacional, pero que debe ser profundizada para que refundación de YPFB sea con mayoría estatal y en alianza productiva con todos agentes económicos endógenos y latinoamericanos que deseen y aspiren a constituir empresas mixtas con el Estado boliviano.
Sin empresas estatales poderosas pero en alianza productiva ecológicamente sostenible con trabajadores, campesinos, mineros, fabriles, PyMES, cooperativas, comunidades y privados rurales y de ciudades, no será posible crear una economía altamente productiva acorde y paralela a la nueva civilización social.
Simón Bolívar que era intuitivo consideraba que la economía a crearse con la participación popular protagónica debería ser flexible y emergente de los deseos de los mismos pueblos. Carlos Marx que consideraba que el socialismo debía instaurarse en Europa en primera instancia por su mayor evolución capitalista, posiblemente habría deseado a los países pobres en formación del sur del planeta que se unan a las economías poderosas de Europa para un beneficio mutuo, pero jamás pensó que ahora en el siglo XXI serían estos países pobres del sur planetario los que podrían – y de hecho ya lo hacen – dar las pautas necesarias para construir el socialismo o una nueva civilización social y humana a nivel global.
No de otra manera se puede entender que Venezuela Bolivariana tenga adeptos populares y de élites intelectuales de Europa, Norteamérica y Asia. Lo mismo sucede con Evo Morales y las tareas hacia el socialismo que se plantean indígenas y originarios. Hermoso sería ahora que todos los bolivianos y latinoamericanos – indígenas o no – comprendieran el mensaje bolivariano que está basado no en razas ni en planteamientos sectarios, sino en el poder popular y en la construcción de una nueva civilización social, tal cual se merecen bolivianos y toda la humanidad.
La constitución del PIB mundial es injusto y EE.UU. tiene más del 25% con una población de sólo 5%. El resto del planeta reclama un desarrollo científico y tecnológico similar pero más justo basado en la distribución equitativa de la riqueza. Para eso no se necesitan guerras solamente tecnointeligencia y soberanía popular protagónica en todos y cada uno de los países de la tierra, pero especialmente en los países y naciones del denominado tercer mundo. Bolívar comenzó en Sudamérica con este plan y este ideal, corresponde a 6.500 millones de seres humanos en la tierra completar esta tarea económica y espiritual bolivariana.