La política exterior argentina acaba de dar un grave paso en falso, que la ubica como herramienta residual de la estrategia de Estados Unidos e Israel contra Irán. Con esa actitud, el gobierno de Néstor Kirchner marcha a contramano de los esfuerzos realizados por el Mercado Común del Sur (Mercosur) para lograr una espacio propio […]
La política exterior argentina acaba de dar un grave paso en falso, que la ubica como herramienta residual de la estrategia de Estados Unidos e Israel contra Irán. Con esa actitud, el gobierno de Néstor Kirchner marcha a contramano de los esfuerzos realizados por el Mercado Común del Sur (Mercosur) para lograr una espacio propio y autónomo sobre el tablero internacional y obstaculiza además el esclarecimiento y la aplicación del derecho respecto del atentado de 1994 contra la mutual israelí (AMIA), un acto criminal que agredió no sólo a la comunidad judía sino a la sociedad toda.
El fin de semana pasado, el diario local «Clarín» reveló que un portavoz del Departamento de Estado dijo «para nosotros el fallo del juez (argentino) es una prueba más de que Irán patrocina terrorismo en el mundo. Por eso es que queremos impedir que ese país siga adelante con su programa nuclear».
A pedido del fiscal Alberto Nisman, el juez Rodolfo Canicoba Corral ordenó la captura internacional del ex presidente de Irán Bahramie Rafsanjani y de otros ocho ex altos funcionarios de ese país, acusados de haber participado en el atentado de 1994, en Buenos Aires.
En realidad, el fallo de Canicoba Corral no aporta prueba alguna de sus acusaciones y se basa en informes especulativos de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel, obstinados en «demostrar» el carácter «terrorista» del gobierno iraní.
Los mismos argumentos había utilizado el juez anterior de la causa, Juan José Galeano, quien debió abandonar la magistratura repudiado por el conjunto de la sociedad argentina y señalado como el responsable de los errores y los encubrimientos judiciales que hicieron posible que, a doce años del criminal atentado, el mismo continué impune.
Al avalar las actuaciones del fiscal Nisman y del juez Canicoba Corral, el gobierno argentino atenta contra su propia política de derechos humanos, pues retoma la senda que condujo a que nadie haya pagado por el salvaje asesinato colectivo de la AMIA.
En tanto, «Forward» -una publicación de la comunidad judía de Nueva York- sostuvo que la ofensiva de la justicia argentina contra Irán será utilizada por el gobierno de George W. Bush en la búsqueda de apoyo internacional a su campaña contra Irán. Esta se basa en injustificadas acusaciones contra el país asiático, según la cuales Teherán desarrolla su programa energético nuclear con fines bélicos.
Este martes, la cadena Telesur informó que la prestigiosa revista The New Yorker consignó un reciente informe de la central estadounidense de inteligencia (CIA), del que se desprende que no existe prueba alguna de los argumentos esgrimidos por la Casa Blanca.
La misma publicación denunció que sectores influyentes de la Administración Bush están convencidos de que la mejor manera de salir del pantano iraquí es propiciar «una fuga para adelante», dirigiendo ahora las baterías contra Irán.
Asimismo, The New Yorker aseguró que en los próximos meses el gobierno de Estados Unidos tomará decisiones sobre Irán y denunció un programa conjunto de Washington y Tel Aviv para apoyar acciones terroristas en territorio iraní, a cargo de un partido por la Vida Libre en Kurdistán.
Hace algunos meses, esa revista había informado sobre maniobras y simulacros de bombardeos por parte de aviones estadounidenses sobre Irán. Las aeronaves operaban desde portaaviones ubicados en aguas internacionales del estrecho de Ormuz. Las maniobras contemplaban la utilización armas atómicas.
Después de la reciente derrota electoral del partido Republicano y del despido del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, mucho se ha especulado sobre posibles cambios en la política de Bush hacia Irak, Irán y Oriente Medio.
Sin embargo, las denuncias de The New Yorker confirmaron que la verdad es muy diferente. Bien lo saben las autoridades de Irán, que debieron anticiparse a la maniobra urdida desde la Casa Blanca y proponer la apertura de conversaciones con Siria de cara a involucrarse en eventuales negociaciones respecto de Irak, país en el cual Estados Unidos ha quedado atrapado por la férrea actividad político militar de la resistencia que tomó las armas tras la invasión, el genocidio y el establecimiento de un gobierno títere de Washington.
En ese sentido, el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad invitó a iraquíes y sirios a tratar el tema, desarmando la maniobra preparada por Bush, quien sostiene que aguarda un informe especial del Grupo Especial sobre Irak, una comisión presidida por el ex secretario de Estado James Baker, el mismo que tuvo a su cargo la operación de fraude electoral en el estado de La Florida, gracias al cual Bush hijo accedió por primera vez a la Casa Blanca.
Es sobre ese resbaladizo tablero internacional – acerca del cual la diplomacia argentina sólo hace gala de la más supina ignorancia- que el gobierno de Kirchner parece haber quedado atrapado como herramienta residual de la estrategia estadounidense e israelí.
El domingo pasado, uno de los más activos periodistas de la derecha vernácula y habitual correa de transmisión de los mensajes de la CIA en este país, Joaquín Morales Solá, escribió en el diario La Nación que » la tensión actual (de Argentina) con Irán era, así las cosas, inevitable. El gobierno argentino desechó la ruptura de relaciones, pero no ha descartado del todo aún presentar el caso ante el Consejo de Seguridad si las cosas se tensaran aún más».
Ese periodista y ese diario, hasta ahora enemigos jurados del presidente Kirchner, no sólo apoyan la posición gubernamental hacia Irán sino que se atreven a avalar al más irregular de los procedimiento judiciales. Añade Morales Solá en la misma nota: «A los fiscales se les piden pruebas concluyentes. Pero de esa manera se investiga el desfalco de un banco, no un atentado terrorista que tiene características evanescentes por definición».
No puede extrañar semejante afirmación, casi una apología del delito, pues ese periodista y ese diario fueron (y son) firmes sostenedores de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura militar, entre otras cosas.
Las embajadas de Estados Unidos e Israel en Buenos Aires tienen bajo su mando la utilización del caso argentino como herramienta mediática y diplomática útil contra Irán. Por consiguiente corresponde alertar sobre el peligro existente en torno a que esta ciudad u otro punto del país sean utilizados como objetivos terroristas por las fuerzas especiales de la CIA y de la Mosad (servicios secretos israelíes), con la intención de «plantar» una nueva «prueba» contra las autoridades de Teherán.
Otro costado por demás preocupante es la grieta que la actitud de Argentina ha abierto en el esforzado trabajo que viene desarrollando el Mercosur para ubicarse con voz propia y autónoma en el concierto internacional, expresado éste tanto en la agenda de Naciones Unidas y de otros organismos internacionales como en las relaciones comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea (UE), por citar sólo citar algunos casos.
Es probable que en otras capitales del Mercosur ya no se vea a Buenos Aires como un socio tan firme y leal, toda vez que ni a Caracas ni a Brasilia se les ha escapado que, en esta oportunidad, sus aliados del Río de la Plata se pararon sobre la vereda equivocada.
Por ejemplo, mientras Brasil acaba de reconocer la necesidad de crear un organismo militar sudamericano, con exclusión de Estados Unidos, para prever la defensa regional de los grandes yacimientos de recursos naturales, Argentina queda alineada con los trazados bélicos de Washington en Irán y Oriente Medio en general.
Tampoco pudo haber pasado inadvertida la campaña montada por la derecha política y mediática -y por no pocos elementos del propio oficialismo – tendiente a involucrar al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la decisión de funcionarios locales como el dirigente social Luis D´Elía, quien fue expulsado del gobierno de Kirchner por solidarizarse con Irán.
Mientras el flamante embajador de Estados Unidos en Argentina, Anthony Wayne, recorre salones públicos y privados y almuerza con las cabezas visibles de los grandes medios de comunicación, para felicitar con voz en cuello a la justicia argentina por su actitud ante Irán, el gobierno local esta vez sí se equivocó.