Los cambios que hoy encabeza el presidente boliviano, Evo Morales, estarán en la mira de las deliberaciones de la Segunda Cumbre Sudamericana de Naciones (CSN), una reunión con propósitos integracionistas. Diversos analistas aseguran que ese foro será tribuna excepcional para exponer los contenidos de las transformaciones y medidas populares adoptadas en la nación andina a […]
Los cambios que hoy encabeza el presidente boliviano, Evo Morales, estarán en la mira de las deliberaciones de la Segunda Cumbre Sudamericana de Naciones (CSN), una reunión con propósitos integracionistas. Diversos analistas aseguran que ese foro será tribuna excepcional para exponer los contenidos de las transformaciones y medidas populares adoptadas en la nación andina a partir del 22 de enero de este año, con énfasis en la recuperación de los recursos naturales. La gestión de Morales es vista en la región como una nueva etapa en la instalación de gobiernos en democracia, pero con resultados más palpables en proyectos sociales que benefician a las mayorías, sobre todo a los pueblos originarios, marginados durante más de 500 años. Según esas versiones, el respaldo ciudadano al actual ejecutivo se fundamenta, entre otros motivos, por el cumplimiento de los compromisos electorales. La refundación del país, la lucha contra la corrupción, la austeridad como norma de los funcionarios públicos, la distribución equitativa de la tierra y la reivindicación del milenario cultivo de la hoja de coca, son algunos de los desafíos asumidos por el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) que lidera Morales. Tras cinco años de turbulencias sociales, Bolivia vive hoy una etapa de mayor estabilidad que permite además el crecimiento de varios indicadores económicos, entre ellos la presencia de la inversión extranjera. La trascendencia del reciente triunfo de la nación andina al haber aceptado diez trasnacionales petroleras las nuevas reglas establecidas por la nacionalización de los hidrocarburos, es objeto igualmente de amplio reconocimiento. En ese sentido, se aprecia que pese a los elevados índices de pobreza y falta de empleo, la ciudadanía confía en la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida, uno de los mayores reclamos de los movimientos sociales, eje de todas esas transformaciones. De otra parte, desde la constitución de la República, hace 180 años, la instalación de una Asamblea Constituyente, de carácter incluyente y encargada de redactar la Carta Magna, es valorada como otra prueba de la existencia de una nueva cultura democrática de la sociedad boliviana. Ese foro es visto también como el resultado de 16 años de movilizaciones sociales encabezadas por los pueblos indígenas demandando la refundación del país. Desde el corazón de Sudamérica, Bolivia apuesta entonces por un esquema de integración de las naciones miembros de la región. Esa propuesta será expuesta en una Cumbre Social de los Pueblos, que se desarrollará de manera simultánea a la reunión de presidentes de la Comunidad Sudamericana, en diciembre próximo. Para ese propósito las bases de la añorada nación sudamericana se sustentan entre otras realidades, en la existencia de una población indígena mayoritaria, y su diversidad de conocimientos, culturas, lenguas y tradiciones. La reunión popular dará continuidad al movimiento de la Alianza Social Continental y a la campaña continental contra el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y otros mecanismos regionales. Según el Comité Organizador, con la asistencia de unos 13 mil dirigentes populares de todos los países latinoamericanos, la Cumbre Social expresará la resistencia al neoliberalismo, la deuda externa y la militarización, y promoverá una integración al servicio de los pueblos.