Por décima vez consecutiva, el Presidente Carlos Mesa, en programas televisivos, el último de ellos difundido desde Santa Cruz, el domingo 12-09, aseguró que no existe país en el mundo que industrialice el gas en su territorio y no lo exporte al mismo. No citaremos a ningún país perdido en los recovecos del polo norte […]
Por décima vez consecutiva, el Presidente Carlos Mesa, en programas televisivos, el último de ellos difundido desde Santa Cruz, el domingo 12-09, aseguró que no existe país en el mundo que industrialice el gas en su territorio y no lo exporte al mismo. No citaremos a ningún país perdido en los recovecos del polo norte para demostrar que Mesa no dice la verdad, sino el de Chile, país que tiene modestas reservas de gas natural (apenas llegan a 3 TCFs), de las que no vende ni una molécula. Lo que hace es mezclarlas con los 20 millones de metros cúbicos que importa de Argentina, a fin de convertirlo en metanol, de cuyo producto es uno de los mayores exportadores de la región.
La información pertinente figura en «La Razón», del 12-09 (el mismo día de la afirmación presidencial), la que indica que Chile está exportando tres millones de toneladas de metanol al año, a través de tres plantas instaladas en Punta Arenas. Añade que proyecta una cuarta planta, la que funcionará con 80 % de gas argentino. Si recordamos que Argentina y Chile están unidos por cuatro gasoductos: Comodoro Rivadavia – Punta Arenas, Neuquén – Concepción, Mendoza – Santiago, y Salta – Antofagasta, y que otros dos están en construcción, es obvio que las nuevas exportaciones chilenas de metanol provendrán de las ventas de gas boliviano a la Argentina, las que alcanzarán a 20 millones de metros cúbicos día, para lo cual se está acelerando el tendido de gasoductos al sur boliviano desde varias provincias argentinas.
Ignorar que los reclamos de Santiago a Buenos Aires por el incumplimiento de entregas de gas cesaron apenas se reinició la exportación de gas boliviano a la Argentina es una ingenuidad intolerable. La misma información de «La Razón» destaca que la canadiense Methanex invertirá 400 millones de dólares en instalar otra planta de metanol en la provincia argentina de Tierra del Fuego. Methanex es también accionista de las plantas chilenas de Punta Arenas. No hay gas suficiente para los proyectos argentinos y chilenos. La solución, cuándo no, está en el gas boliviano que abastecerá ambos emprendimientos, aduciendo, como lo hacen los tecnócratas de las transnacionales, Carlos Alberto López y Herbert Muller, que si Bolivia quiere industrializar su gas, primero debe exportarlo en grandes cantidades. ¿Por qué no le dan el mismo consejo al gobierno de Santiago?
Argentina y Brasil siempre ofrecen a Bolivia proyectos conjuntos de industrialización a mediano y largo y plazo, a condición de ampliar de inmediato las exportaciones de la materia prima. Néstor Kirchner lo hizo al ampliar por seis meses el contrato existente e incrementarlo de 4 millones a 6.5 millones de metros cúbicos día al precio «solidario» con REPSOL de 0.98 $US por millar de pies cúbicos. En esa negociación, Kirchner logró el apoyo del dirigente opositor Evo Morales. ¿No era posible que Argentina nos vendiera también diesel a precio solidario?
Brasil, al concretar la compra de gas boliviano en 1996, ofreció, a través del ex Presidente Henrique Cardoso, que 24 de las 49 termoeléctricas destinadas al abastecimiento energético a San Pablo, estarían en territorio boliviano. Ni una sola de ellas fue instalada en Bolivia. Hace pocas semanas, el Presidente Lula aseguró que tendríamos un proyecto petroquímico binacional en la frontera. Sin embargo, «El Diario», del mismo 12-09, informa que Brasil ejecutará proyectos petroquímicos en su territorio y que explotará el hierro del Urucúm (fronterizo al Mutún, en Bolivia), gracias al gas barato, procedente de Santa Cruz. El financiamiento estará a cargo de la inglesa Río Tinto Zinc (RTZ), que tiene el 33 % de la mina «La Escondida», en Chile», y el 30 % de la Compañía Minera del Sur (COMSUR), del prófugo, Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL).
El proyecto de Ley de Hidrocarburos de Carlos Mesa plantea, de manera timorata, incentivos y facilidades para la industrialización del gas. Si la nueva Ley no dice que las transnacionales utilizarán por lo menos el 10 % de los volúmenes de gas a exportarse en plantas termoeléctricas y proyectos industriales dentro del país, la eterna historia del saqueo del oro, de la plata y del estaño condenará otra vez al pueblo boliviano a vivir en la desesperanza y la miseria.