«Me comprometo a luchar sin descanso contra el monstruo de tres cabezas de la corrupción que se halla enraizado en el sistema político y el Parlamento, la Policía y el Poder Judicial» Carlos Mesa, (18 de febrero de 2002) La fábula en cuestión, dice así: Erase un escorpión que quería cruzar el rio. Y como […]
La fábula en cuestión, dice así: Erase un escorpión que quería cruzar el rio. Y como no sabía nadar le dice a una rana, por favor paisana ayúdame a cruzar. La rana por supuesto le dice que no. Entonces el escorpión le explica, oye no te preocupes no voy a picarte, pues «si te pico moriríamos los dos», la rana acepta y los dos juntos empiezan a cruzar. Justo a la mitad del río, el escorpión, incrusta su aguijón sobre la piel del batracio que antes de morir, gira la cabeza, mira al escorpión y le dice: ¿por qué lo has hecho? Ahora ambos moriremos, el escorpión mirando estupefacto a la rana le contesta «no pude evitarlo, está en mi naturaleza, soy un escorpión».
Tanto el escorpión como los neoliberales, no pueden sino actuar de acuerdo a su naturaleza, por eso sorprende la afirmación de Carlos Mesa; «me comprometo a luchar contra el monstruo de tres cabezas de la corrupción», dijo, como si además de candidato del libre mercado, fuese también la madre Teresa de Calcuta.
Respecto a su candidatura junto a Sánchez de Lozada, en repetidas oportunidades don Carlos afirmó, «solo soy un invitado». ¿Usted aceptaría la invitación de Freddy Krueger para ser parte de un gobierno de pesadillas? ¿Carlos Mesa, desconocía cómo había hecho «su» fortuna Sánchez de Lozada? ¿Su ingenuo corazón neoliberal, ignoraba que todas las fortunas de Bolivia se obtuvieron medrando del Estado?
Siguiendo una vieja tradición oligarca, mientras don Carlos Mesa se oponía con toda el alma a nacionalizar los hidrocarburos, alquilaba su casa de cinco pisos al Estado boliviano. Y como quien hace así con los dedos, sustraía (léase robaba) de Bolivia TV los archivos más antiguos del canal para hacer una serie de documentales sobre una historia de Bolivia que excusa de toda responsabilidad a las castas que gobernaron 180 años el país.
De su puño y letra nació la ley que de un plumazo incineró los documentos de 20 años de coimas, compras de conciencias, lealtades y favores políticos, que el neoliberalismo había pagado a toda suerte de alimañas con la funesta partida «gastos reservados».
El escándalo sobre el presunto pago de sobornos para la adjudicación de contratos en la construcción de carreteras a favor de la Odebrecht tiene como sustento legal la elaboración de decretos supremos, por el cual se viabilizaron los mismos a favor de la empresa brasileña: «Hacían todo sin proyecto a diseño final, sin licitación, sin invitación, sin absolutamente nada y en cada decisión ponían a una autoridad interina…» explicó la presidenta de la Comisión Especial Mixta de Investigación del caso Odebrecht – Lava Jato, Susana Ribero.
Con la misma estrategia que usó el dictador García Meza, quien a cada pregunta que le hacían respondía «no me acuerdo», a Carlos Mesa también se le olvidó que tiene cuenta bancaria en el exterior, en el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). Cabe preguntarse ¿De dónde sacó la plata que guarda en su cuenta? Don Carlos nunca pudo aclarar los «movimientos inusuales sospechosos» en sus cuentas bancarias.
Todo se vende, todo se compra. Apenas Don Carlos oficializó su candidatura a la presidencia, Mauricio Balcazar, exministro de Sánchez de Lozada, declaró que quince años antes su partido «pagó para que don Carlos sea su candidato».
Es que, ni el escorpión de Esopo ni el neoliberalismo pueden con su naturaleza depredadora y tránsfuga. El libre mercado fue concebido para favorecer a los poderosos de la tierra, para la construcción de una sociedad individualista e insolidaria.
A quién espere alguna cosa de Don Carlos se lo llevará la corriente con un aguijón en la espalda.
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