En su columna de opinión del diario Página 12, edición del 25/3/05, el periodista Luis Bruschtein hizo una descripción de los tres actos que se desarrollaron en Buenos Aires en conmemoración y repudio de un nuevo aniversario del golpe genocida (Ver en Rebelión). Bruschtein exhibió, con justeza, los modismos de las movilizaciones populares: explicó que […]
Bruschtein exhibió, con justeza, los modismos de las movilizaciones populares: explicó que la comandada por Hebe de Bonafini contó con el apoyo, casi excluyente agrego, del piqueterismo oficialista encarnado en la corriente del funcionario Jorge Ceballos.
Caracterizó la más numerosa -la de Memoria, Verdad y Justicia- como encabezada entre otros por CORREPI y con la participación de la oposición izquierdista. Y por último, la de los organismos de derechos humanos históricos que, para el escriba, fue la del reclamo más genuino.
Bruschtein repitió ese término en dos ocasiones a lo largo de su nota y, a mi entender, merece un serio reparo ideológico. Se supone que aquello que es «genuino» es necesariamente auténtico, absolutamente puro, definitivamente legítimo . Darle la entidad de genuino importa, por sí, que lo otro o los otros, adolecen de dicha cualidad. Todo lo que significa genuino conlleva en lo que no lo es, un matiz de falsedad, de impostacía, de simulado.
Lo que no es genuino es aparente. Llevado al caso de la movilización del 24 de marzo, lo que no es genuino no es suficientemente representativo del reclamo. En el caso concreto, el reclamo de los organismos de derechos humanos autodenominados históricos (genuinamente la Liga Argentina por los Derechos del Hombre es mucho más histórica) es auténtico, y el reclamo llevado adelante, por ejemplo por CORREPI, para Bruschtein, al menos, no lo es tanto.
Bruschtein sucumbe en un error. Sentimental primero pero ideológico en lo profundo. Siente que la lucha que tuvieron los organismos de víctimas durante la dictadura les otorga toda la legitimidad excluyente para proseguir con el repudio hoy. Siente que la bandera de los desaparecidos es propiedad de esos organismos de derechos humanos. Quizás por su propia tragedia de vida, siente Bruschtein que los desaparecidos sólo supletoriamente pueden ser reinvindicados por aquellos que no somos sus parientes. Dicho en otras palabras, los desaparecidos son de los que lo sufrieron en carne propia, de los que tenían algún vínculo consaguíneo y por ende, sobre ese eje, deben girar las movilizaciones del 24 de marzo. Lo genuino, así, sería el dolor de los familiares y sólo de manera secundaria y ulterior pueden los que no lo somos reinvindicar a los desaparecidos.
Tengo la convicción que no es así. En primer lugar, porque es tan legítimo -y genuino- que la oposición de izquierda asuma el rol que le compete, cuando precisamente, los desaparecidos eran, por no decir todos, izquierdistas. De diferente signo, tal vez, pero todos eran jacobinos, y se sentaban a la siniestra del poder y siempre al lado del pueblo.
Me pregunto -y le pregunto a Luis Bruchtein- si el primer desaparecido de la larga noche del 24 de marzo, dicen, que fue René Salamanca, ¿porqué no es genuino que lo reinvindiquen el PCR y la actual CCC? ¿O por qué es menos genuino que las distintas vertientes troskistas que abrevan en el PST reinvindiquen a sus camaradas que compartian el morenismo? ¿No es genuino que el P.C. reclame para sí la pertenencia del «negrito» Avellaneda masacrado a su adolescencia por la dictadura militar?
¿Por qué es genuino el reclamo de Madres y Abuelas y no lo es el de los compañeros de ideas -y a veces de armas- de cada uno de los desaparecidos? ¿Por qué es más genuino el derecho de los históricos y no de la Asociación de Ex Detenidos?
O realmente lo genuino está en otro lado. Sin polemizar acerca de preeminencias, opino, a contrario sensu de Bruschtein, que los desaparecidos son del pueblo. Y lo genuino o no, está en otear, mirar más allá, apuntar con la mirada y el pensamiento, a lo que querían los compañeros que ofrendaron la vida por una sociedad justa . No por una «más» justa.
Y creo que lo que no es genuino, es el alineamiento que tienen con el gobierno K precisamente los que Bruschtein adjudica como destinatarios de la representatividad.
Bruschtein sostiene que es genuino porque la proclama se supone que es de los organismos de DD HH. Ahora, los desaparecidos no son de los organismos, por más familiares que sean. Los desaparecidos, en particular, su lucha, no es de los organismos de DD HH, sino que trascienden los lazos parentales para constituirse en ejemplo para el pueblo entero. Y, aunque Bruschtein sienta poca confianza y hasta cierto grado de menosprecio, la lucha la continúa la izquierda. Y no los que, porque Kirchner les prometió un museo, se autoproclaman genuinos representantes.