Con el oro del botín buscado «Pagaría las deudas/ pero las deudas de mi país que/ en tres años, contrajeron una deuda impagable» Rodrigo de la Serna («Palermo», en La Casa de Papel III) En la batalla electoral todo se cruza con todo, más aún en las jornadas previas al primer gran enfrentamiento. Las mentiras […]
Con el oro del botín buscado «Pagaría las deudas/
pero las deudas de mi país que/ en tres años, contrajeron una deuda impagable»
Rodrigo de la Serna («Palermo», en La Casa de Papel III)
En la batalla electoral todo se cruza con todo, más aún en las jornadas previas al primer gran enfrentamiento. Las mentiras pugnan con las verdades, los hechos con las fantasías y, cuando todo está patas para arriba y las heladeras casi vacías, hay candidatos y candidatas que presentan un país de abundancias donde hay miserias o un actor que, además de denunciar el endeudamiento de la administración Macri, afirma que «es un desastre lo que está pasando. Es dantesco, no puedo creer estar viviendo una cosa así otra vez» y que «es un momento para resistir muchísimo», como lo hizo Rodrigo de la Serna, ya sin el mono rojo de su «Palermo» de ficción.
Las verdaderas consecuencias electorales de la situación recién se conocerán sobre las últimas horas del domingo 11 de agosto, superando el miedo peronista a que el Gobierno meta los dedos en el recuento de votos o, por lo menos, demore durante varias horas un hipotético resultado adverso en esa radiografía anticipada del comportamiento electoral argentino que serán las primarias obligatorias.
A diez días de ese momento y desde hace dos semanas, los medios de mayor peso en la agenda nacional y los voceros de las principales candidaturas de Cambiemos se empeñan en presentar un escenario de «empate técnico», «recorte» de la ventaja del Frente de Todxs sobre Juntos por el Cambio que ellos mismos habían instalado, y de premoniciones de «paridad» en los comicios. Todo eso a pesar de que sus propios cálculos hablan de una posible diferencia promedio de hasta 6 puntos de Alberto Fernández- Cristina Kirchner por encima de Mauricio Macri-Miguel Pichetto.
Ante ese panorama, cualquier variable que empuje un solo voto para el campo contrario vale oro, el mismo al que aspiran los héroes de la serie de habla no inglesa más vista en Netflix en todo el mundo, estrenada en simultáneo en 190 países, la Argentinaentre ellos, un país aludido de manera expresa por «El Profesor» Álvaro Monte, para señalar que aquí se realizaron «Varias manifestaciones por los derechos de las mujeres» en referencia a la pelea por el aborto legal, seguro y gratuito, en una escena con records de visiones en la menor cantidad de tiempo.
La quinta pata
Después de no dejar estudio electoral por analizar, los equipos de cada fracción intentan todavía incidir sobre el universo del «voto inesperado», una joya resbalosa compuesta por los «apolíticos» o «silenciosos» -mudos ante las encuestas y lejos de cada candidato que se le proponga-, el «voto aborto», el «vergonzante» y, la perla que buscan todos los cazadores electorales, el «no obligatorio», integrado por electores de entre 16 y 18 años y mayores de 70.
El «voto aborto», «verde» o «celeste», definido en función de la posición sobre la legalización de esa práctica, con fuerte presencia entre el electorado más joven, podría haber sido una variable de acumulación de simpatías, teniendo en cuenta que más del 60% de la población de 18 a 24 años considera importante que los candidatos se definan frente al tema y más del 80% reclama el cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI).
Sin embargo, las fuerzas mayoritarias decidieron no embanderarse, a raíz de las representaciones cruzadas que conviven en sus listas y a ciertos temores que todavía despierta, sobre todo, la iglesia católica, para muchos decisiva en la derrota bonaerense del peronismo en 2015. Solo las izquierdasse pronuncian en favor del derecho a decidir sobre su embarazo que corresponde a las mujeres; sin embargo, cuentan con poca convocatoria en una disputa extremadamente polarizada.
A su turno, el «voto vergonzante» divide el análisis de las consultoras, tanto en relación a su hipotético porcentaje -que recién saldría a la luz de producirse ventajas superiores a las «medidas» con antelación- como en cuanto a qué opción se oculta más, si el «voto a la ´chorra´ porque estamos muertos de hambre» o el «aunque me muera de hambre, a esos ´chorros´ no los voto». Algunos analistas creen probable que permanezcan ocultos más votos a Los Fernández que al oficialismo, porque consideran «peor expresar el apoyo a un sector acusado de corrupción, que a una mala gestión económica».
Terror al voto no obligatorio
Después de los intentos de fidelizar a sus seguidores como de caranchear en las redes ajenas, la expectativa central de cada fuerza se dirige hacia los más de 4 millones de votos compuestos por quienes tienen derecho a votar pero sin obligación de hacerlo, algo más de 1,2 millón de entre 16 y 18 años y más de 3 millones que superan los 70, casi el 14% de un padrón de 33.193.686 de electores. Todos ellos habilitarán las candidaturas para cubrir 130 diputaciones nacionales de todo el país con un mandato de 4 años y 24 bancas del Senado por un período de 6 años, correspondientes a Chaco, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
Las dos puntas etarias reparten sus simpatías de manera inversa. Lxs jóvenes de hasta 29 años representan el 35% del padrón nacional, aportan más de diez millones de votos y componen el 39% del total de simpatizantes de Todxs y se manifiestan preocupados por el empleo y su faltay ante el impacto del ajuste sobre su calidad de vida.Para el 35% de esa población el reclamo central al próximo presidente es que «se preocupe por la situación de los pobres» y el porcentaje crece de manera significativa en el segmento de 18 a 24 años, donde la mitad reclama de las autoridades entrantes la resolución de la pobreza.
Quienes superan los 65 años constituyen el 57% del electorado de Cambiemos y apenas el 25% de surival principal. Ese dato, junto a la realidad de una pérdida del poder de compra de medicamentos (-34,5%), leche (-15,7%), carne (-14,7%), con unacaída global del salario mínimo (-29,5%) y la jubilación(-15,4%) y tarifazos de electricidad (3.624%), gas (2401%) y agua (1025%) en los últimos tres años, seguramente influyeron en la decisión de Alberto Fernández de dedicar sus primeras precisiones económicas a los jubilados.
Medicamentos gratis primero, recomposición del haber previsional después, fueron sus anuncios inaugurales. Como no hay propuesta sin sustento presupuestario, no tuvo empacho en anunciar que recurriría a una baja de los intereses que paga el Banco Central a la banca para privados para quedarse con billones de pesos a cambio de «letras» e intentar que no se conviertan en divisas y rompan esa plancha que sujeta el «dólar ballotage», la todavía lejana segunda vuelta a la que aspira llegar Juntos por el Cambio.
La trampa del default
Por segunda semana consecutiva, el candidato peronista logró mantener a «la economía» en el centro de un escenario al que la Casa Rosada prefería adornar con anuncios de «corrupción» y acusaciones, muchas veces disparatadas, contra sus rivales. Su alusión a la forma en que retocaría los intereses exorbitantes que paga el Estado por aquellas «Lelics» fue transformada de manera tan errónea como malintencionada en «default» o «cesación de pagos», conceptos que despiertan todo tipo de fantasmas en el mundo de las finanzas y a los que no aludió el candidato de Todxs.
La propuesta y la respuesta de funcionarios de Cambiemos, sus candidatos y del periodismo que acompaña sus intentos reeleccionistas lograron lo que su rival buscaba. Con el aditamento de que el propio Fondo Monetario Internacional salió a replicar, a un «modesto» precandidato presidencial, al que convirtió entonces en figura de interés internacional, además de mostrar que los botones de la conducción económica «nacional» se pulsan fuera del país, algo que a «la argentinidad» le disgusta, en un país con la población con mayor rechazo continental hacia los Estados Unidos.
A modo de contrapeso, también subieron al tablado los no menos desafortunados comentarios del «fuego amigo» de figuras como Aníbal Fernández, mascarón de proa de la derrota bonaerense de 2015, que llevó al prime time de la campaña al odontólogo femicida Ricardo Barreda y obligó al operativo despegue de figuras como Axel Kicillof, a quien no le sobran votos en su pelea con María Eugenia Vidal.
¿Dónde están los votos?
En el último tramo de la campaña electoral los equipos siguen con su selección obsesiva de los temas que deben incluir en las pocas jornadas que quedan, remiendan los «errores no forzados», tratan de proteger a los candidatos del «fuego amigo»y preparan mecanismos para controlar el daño que pueda causar cualquier inesperado «cisne negro». Los servicios de inteligencia, por su parte, aceleran el armado de «carpetas» difamatorias que puedan influir en algún sector de la ciudadanía.
Sin embargo, el objeto más deseado sigue siendo, simple, sencillamente, el voto que, de a uno, se deposite en las urnas del 11 de agosto y, después, del hoy lejanísimo domingo 27 de octubre. Para encontrarlo y organizar la utilería que lo capture, la ingeniería de datos no para de escarbar; los números de 2015 y 2017 y, sobre todo, su distribución en los distritos que fueron determinantes se repasan una y otra vez y definen dónde se realizan los actos de cierre, qué provincia se puede dejar de lado, qué municipio debe ser revisitado, cuáles son los temas a tratar en cada aparición.
El dato más revisado es el de las elecciones en las que Mauricio Macri se impuso sobre Daniel Scioli, con el 51,34% de los votos contra el 48,66%, 678.774sufragios de diferencia y una participación del 80,89% de los 32.064.684 de electores empadronados. Dónde apoyar la palanca para mover el mundo ciudadano hacia una u otra opción, esa es la cuestión.
Cambiemos basó su victoria en sus ventajas sobre el Frente para la Victoria en Córdoba, Ciudad de Buenos Aires y, en menor medida, Santa Fe, y en el recorte de su desventaja en la provincia de Buenos Aires, en la que el actual mandatario logró ubicarse a solo 2, 2% de los votos del peronismo (apenas el 0,9% nacional), de la mano de la victoria previa de María Eugenia Vidal y del empujón que ella le dio en el ballotage.
En el principal distrito electoral del país (11.867.979 electores y 37% del padrón nacional), la hoy gobernadora obtuvo 475.000 votos más que Macri, al tiempo que Aníbal Fernández 332.000 menos que Scioli, en una paralela primera vuelta que sentenció a muerte la suerte del candidato apoyado a regañadientes por Cristina Kirchner y su círculo más cercano.
El actual Frente de Todxs vive una situación diferente a la de su primo mayor. A los tres años y medio de gestión macrista, que pueden ser juzgados por los votantes, a diferencia de sus promesas de campaña, se agrega el proceso de unidad que se dio en ese espacio, constituido por la más grande alianza política, sectorial y gremial de la historia electoral argentina.
En especial logró reunir al kirchnerismo y el Partido Justicialista con el Frente Renovador de Sergio Massa, que en 2015 dio pelea en alianza con José Manuel de la Sota, a través de Unidos por una Nueva Alternativa (UNA) que se quedó con 21,34% de los votos nacionales y totalizó 5.212.000 sufragios. Felipe Solá, hoy en carpeta para ocupar uno de los ministerios que más importa a Alberto Fernández por el papel que jugaría en su plan de reactivación productiva, en aquel momento fue el candidato a gobernador por la fracción y obtuvo el 19,26% provincial, con casi 1.800.000 votos.
Ni la política es igual a las matemáticas, ni las «marcas» fidelizan a la totalidad de sus seguidores; sin embargo, la ampliación del espacio es un hecho importante, tanto que durante un año la Casa Rosada jugó a muertepara evitar el acercamiento del «panperonismo», y tuvo en Miguel Pichetto el ariete más agresivo de su maniobra; el fracaso del patagónico de Banfield obligó a Macri a subirlo a una fórmula con la intención de mostrar una propuesta más «amplia».
Calculadora bonaerense
Con una humildad silenciosa, que a muchos sorprende y otros ponderan como primer paso hacia su candidatura 2023, Massa ya recorrió medio centenar de municipios del interior bonaerense con su 14% nacional de votantes, donde Los Fernández, y sobre todo su candidato al sillón mayor de La Plata, Axel Kicillof, esperan recortar las ventajas que el macrismo obtuvo en las últimas dos disputas. El hombre de Tigre tiene buenas migas con intendentes o dirigentes locales de peso que siguieron su trayectoria y, en especial, aplaudieron sus discusiones con Cristina Kirchner.
El precandidato a primer diputado nacional por el distrito también concentra la atención del sector de pequeños y medianos industriales, uno de los más perjudicados por las políticas del gobierno y que padece cerca de 50 cierres diarios de sus establecimientos, el doble de los 23 que caían en 2018. Desde la asunción del gobierno en 2015 se registran 18.748 empleadores menos que en la actualidad, con una pérdida del 3% de empresas en tres años y cinco meses. A quienes quiera escucharlo les sopla al oído el nombre de quién sería presidente del Banco Nación en caso de victoria; aunque no forma parte de su cargada agenda de economistas amigos, logra entusiasmar a sus escuchas con la identidad de alguien que dedicó toda su vida al sector y mostró eficiencia en su tarea.
Con más ímpetu aún que Macri, quien logró arrimar muchísimo sus números a los del peronismo en 2015, María Eugenia Vidal superó al Frente para la Victoria por 378.500 votos y, dos años después, la boleta a senadores de Cambiemos aventajó por 387.000 sufragios a la Unidad Ciudadana de Cristina Kirchner, con un dato interesante: en tercer lugar se ubicó Miguel Ange lSolá, defendiendo los blasones del massista Frente Renovador con el apoyo de 1.760.000 de ciudadanos.
La campaña del «Cambio» mira sus números actuales y observan que tanto en la instancia presidencial como en la provincial los números no le son tan propicios como ayer; sin embargo, están seguros de su remontada cuando se juegue «el bueno» en octubre. Mientras tanto ya experimentan con qué fruta podrida bombardear a Axel Kicillof; sin suerte con argumentos que atrasan como el «antimarxismo» de Pichetto o la fobia a «La Cámpora» de la mismísima gobernadora, fueron contra Verónica Magarios en base a críticas hacia su gestión, que la matancera destruyó punto a punto con una letra del ex Secretario de Política Económica, Roberto Feletti, que los medios reseñaron y volvieron a dirigir sus ojos hacia la economía que el macrismo intenta meter entre bajo la alfombra.
El ex ministro de Economía de CFK, sigue sorprendiendo -y asustando – a los jefes de la campaña de Vidal a raíz de la convocatoria que consigue con su imagen de «pibe» y su paciencia docente para explicar los inasibles de la economía. La semana pasada se paseó por el territorio comanche de Morón, el pago adoptivo de Vidal, junto a Lucas Ghi, quien fuera productor radial de Oscar González Oro antes de convertirse en intendente sabbatellista entre 2009 y 2015, quien aspira a volver al sillón municipal que hoy ocupa el macrista Ramiro Tagliaferro.
Entre Córdoba y Santa Fe
La provincia de Córdoba, con sus 2.783.122 electores, representa el 8,68% del padrón. En 2015, Macri sacó allí una ventaja de 930.829 votos sobre Scioli, 3,7% del total país, es decir, el «cordobecismo» le entregó incluso 252.550 votos más que los que sacó de ventaja. En la oportunidad la situación es diferente; a pesar del fallecimiento de De la Sota, su anhelo de unidad peronista se mantiene entre sus principales seguidores, quienes le dieron a Fernández una plataforma de pelea desde la cual enfrentar el mandato del gobernador Juan Schiaretti de adjuntar la boleta macrista a la papeleta corta de sus legisladores nacionales.
Massa y sus contactos mediterráneos, el mandatario electo de Santa Fe, Omar Perotti, y encuestas de consultoras de su confianza, parecen haber despertado dudas en el jefe mediterráneo, sobre todo sobre la posibilidad de perder una de las dos bancas en disputa, lo que generó un pedido urgente de boletas presidenciales con la cara de Fernández y Kirchner.
Los números de la derrota peronista de 2015, parecen difíciles de repetirse en 2019, al menos con aquella contundencia; por eso Macri viaja y vuelve a viajar a la provincia, incluso cierra allí una campaña en de la que no participa, ni siquiera a través de afiches.
Santa Fe, por su parte, constituye el 8,36% nacional en base a sus 2.680.736 electores y también presenta corrimientos importantes. En 2015 el PRO se impuso por 234.295 sufragios en la presidencial, lo que le dio otro 0,9% del total país. Fue el momento en que el cómico Miguel Del Sel estuvo a 1.406 votos de ser gobernador, cargo en el que finalmente se asentó el socialista Miguel Lifschitz. 25.500 boletas más atrás quedó Perotti, en el primer paso de la remontada peronista que lo llevaría a la Casa Gris desde la que comandará la provincia a partir del 10 de diciembre.
El intendente de Rafaela entre 2003 y 2011 es considerado uno de los mejores administradores públicos de esa década e impulsor de medidas productivistas necesarias para la región centro del país, que abarca el 31,8% del electorado. Se acercó a Alberto Fernández con el «tiempismo» que le es propio y confundió al oficialismo y sus medios, que llegaron a ponerlo a jugar en contra del ex jefe de Gabinete cuando, en realidad, se estaba convirtiendo en figura central de su armado federal y garantía para sus colegas provinciales de las políticas de coparticipación y economías regionales que aspira desarrollar desde la Casa Rosada.
Cierre y mutis
En una semana, 48 horas antes de que se acaben las palabras y las imágenes, prohibidas por ley, Mauricio Macri, Miguel Pichetto, Alberto Fernández, Cristina Kirchner, María Eugenia Vidal (el rostro de Daniel Salvador, su vice, fue borrado hasta de la boleta), Axel Kiciillof y Verónica Magarios harán el último intento, instalados en los sitios que los cartógrafos de sus equipos consideraron adecuados.
El oficialismo marcará su odiado «6, 7, 8» en el calendario de cierre, ya que esos días de agosto Macri desembarcará en el estadio techado de Newell’s Old Boys de Rosario, en un intento de atraer simpatías que le están siendo esquivas en el tercer distrito electoral; al día siguiente estará por tercera vez durante la campaña en Córdoba y una jornada después se presentará en el Vicente López de su primo Jorge, donde a Vidal ya no le quedarán excusas para posar junto al Presidente que no le dejó desdoblar las elecciones.
El Frente de Todxstambién eligió el centro del país tirar sus últimas bengalas. Con el mecanismo aceitado en Córdoba, el jueves 7 todos los gobernadores peronistas y aliados de su fórmula recibirán a Los Fernández en el acto de cierre de la campaña que se realizará frente al Monumento a la Bandera en Rosario. Además de presentar sus caras, se llevarán firmado el compromiso del dúo con un trabajo conjunto. Cinco días antes, el sábado 3, Cristina Kirchner habrá cumplido con su parte, en la localidad de Tortuguitas, municipio de Malvinas Argentinas lindero con Tigre, donde presentará un nuevo capítulo del rodaje de su «Sinceramente», junto a Kicillof, Massa y ante una platea cargada de la mayor parte de los intendentes bonaerenses del espacio.
Después será el silencio, hasta que el estruendo que hace un pueblo al votar llene los basureros de los análisis incorrectos y conduzca al festejo a quienes logren su objetivo.
Carlos A. Villalba. Psicólogo y periodista argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
http://estrategia.la/2019/08/
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