1. Una noche de julio de 2002, cuando salía de clases de un curso en el Centro de Estudios Superiores Universitarios CESU de nuestra Universidad Mayor de San Simón UMSS, en la calle Calama de Cochabamba, escuché ruido en el edificio de al lado y me acerqué. Decenas de personas llegadas de varias regiones discutían […]
1. Una noche de julio de 2002, cuando salía de clases de un curso en el Centro de Estudios Superiores Universitarios CESU de nuestra Universidad Mayor de San Simón UMSS, en la calle Calama de Cochabamba, escuché ruido en el edificio de al lado y me acerqué. Decenas de personas llegadas de varias regiones discutían el problema del gas a partir de las oprobiosas Ley 1689 de Hidrocarburos y su Decreto Supremo reglamentario 24.806. Esa reunión, en la biblioteca del Centro de Información y Documentación Bolivia CEDIB la dirigía la entrañable María Lohman (nuestra Ninguneada Nº 69) y ahí se proyectó un didáctico video sobre las desventajas bolivianas de la explotación y exportación del gas y el saqueo (literal) de las empresas petroleras extranjeras; y nos mostraron una cartilla de 16 páginas (de 8 x 11 cms.) que decía lo mismo que el video. Pedí la palabra y dije que todo eso no se conocía en detalle en El Alto; me dijeron: «traiga un cassette VHS en blanco para copiarse y llévese unas cuantas cartillas».
2. Con un grupo de amigos (todos indios pensantes) desde nuestra Universidad Pública de El Alto UPEA y aglutinados en el «Centro de Estudios Comunidad Zárate Willka» -con VHS y cientas de cartillas del CEDIB en mano- desarrollamos en El Alto un trabajo hormiga y ‘underground’ (subterráneo) de concientización, destinado a estudiantes de colegios nocturnos, de CEMAs, feligreses de Casas Parroquiales, soldados de la FAB, juntas vecinales y otros. Habremos llegado a unas 3.000 personas, a quienes mostramos el video y entregamos la cartilla (a precio de costo: Bs.0,50). Éramos tres grupos de a dos personas y llegamos a esos lugares solo por contacto personal. Nadie nos pagó. Fue la semilla social de nuestro proceso de cambio.
3. Ese trabajo desembocó en dos «mega seminarios», apoyados por el Foro Urbano El Alto: Uno en la UPEA, donde Manuel Morales Olivera, con unos cubitos nos demostró cómo las petroleras saqueaban nuestro país. El otro fue en el auditorio de «El Ceibo» (el de nuestros productores chocolateros) donde expuse junto a Osvaldo Calle, Filemón ‘Filipo’ Escobar y el académico Álvaro García Linera (nuestro Ninguneado Nº 95). Ahí hablé sobre el gas domiciliario en Bolivia. Luego de la ‘Guerra del Gas’ volqué todo ese trabajo en mi libro «aGONIa y Rebelión Social. 543 motivos de justicia urgente» (1ra. Edición, El Alto 2004) que en diciembre de 2004 fue presentado en el Tambo Quirquincho y comentado por García Linera. La semilla social fecundaba.
4. Ese «trabajo social, hormiga e impago» fue complementado (y mejorado cualitativamente) por la orientación y apoyo efectivo de nuestro amigo Pablo, investigador del Centro de Estudios Laborales y Agrarios CEDLA, uno de cuyos directores fue Carlos Villegas Quiroga, autor del libro «Privatización de la Industria Petrolera en Bolivia» (La Paz 2002) texto que me ayudó a entender la magnitud del trabajo que como CEC Zarate Willka habíamos desarrollado en El Alto. Brotaban los primeros frutos.
5. El CEDLA desarrolló abundante trabajo de investigación y generación conocimiento crítico. Ejemplo Uno: El libro de María del Carmen Rivero «El poder de las luchas sociales. 2003: Quiebre del discurso neoliberal» (La Paz, CEDLA 2006) me permitió profundizar en la manipulación de los medios privados, cuyos dueños son amigotes del Goni… Todo lo aprendido -más otras lecturas y experiencias- lo volqué en mi libro «Neoliberalismo mediático. Medios de comunicación privados y condición colonial. Bolivia siglo XXI» (El Alto 2011) texto que me ocasionó la siniestra censura de los dueños de esos medios (los Monasterios, Dueris, Riveros, Asbunes, Garafulics, Mesas, Kuljis, Duranes, Mercados, Canelas y otras layas) porque los describí (sin desmentido) de cuerpo neoliberal entero. El premio vino de la sociedad. Primera cosecha.
6. Ejemplo Dos: En 2008, al indagar la matanza de campesinos en Porvenir, me topé con el revelador libro de Pablo Pacheco, «Integración Económica y Fragmentación Social. El itinerario de las barracas en la amazonia boliviana» (La Paz, CEDLA 1992) que me hizo entender la cruda realidad de la explotación del caucho boliviano exportado (vía semiesclavitud de indígenas y migrantes pobres) a la fábrica de llantas «Good Year»; y de la castaña boliviana que se exportaba y era (aún es) conocida, en Europa y EEUU como «nuez del Brasil». Todo ello lo reflejamos en el libro «Tahuamanu. Racismo y masacre en la Amazonía» (La Paz 2009) que muestra la soberbia de Leopoldo Fernández (ese arrogante acostumbrado a querer comprar conciencias de malpagados periodistas) y ofrece testimonios de Norah Montero, viuda de Bernardino Racua Cordero (nuestro Ninguneado Nº 97), Albina Rosa Aradíez Grande (nuestra Ninguneada Nº 98), Lucía Fátima Da Silva Choma (nuestra Ninguneada Nº 99) y Francisca Yépez Miky (nuestra Ninguneada Nº 100) todo confirmado luego por el potente video-documental «Morir en Pando» realizado por nuestro entrañable amigo, extrañado y exiliado intelectual, César Brie (nuestro Ninguneado Nº 96).
7. En mis pesquisas sobre los grupos de poder, me topé con otro revelador libro de Ximena Soruco, Wilfredo Plata y Gustavo Medeiros «Los barones del oriente. El poder en Santa Cruz ayer y hoy» (Santa Cruz, Fundación Tierra 2008) que describe el desarrollo de la economía alrededor de nuestros recursos naturales: caucho, madera, ganadería a escala, soya y otras oleaginosas.
8. Con ese libro de Fundación Tierra confirmé varias hipótesis manejadas para mis libros «aGONIa», «Neoliberalismo Mediático» y para el texto «Tahuamanu». Este fenómeno se dio también en cientos de investigadores y productores intelectuales, dentro y fuera de Bolivia, y cuyo trabajo (normalmente) es invisibilizado y, peor, no es reconocido (ni antes ni ahora).
9. Es de destacar también el trabajo de capacitación y publicaciones permanentes de Fundación Tierra, en temas como la propiedad agraria en el oriente, o el accionar político-ideológico de los grupos de poder o logias, descritos (valiente y magistralmente) en el libro «Las logias en Santa Cruz» (Santa Cruz 2010) del autor Reymi Ferreira Justiniano (nuestro Ninguneado Nº 90) y que le costaron represalias y agresiones, como a cientos de campesinos y colonizadores que tenían prohibido entrar a nuestra Plaza 24 de septiembre de Santa Cruz de la Sierra.
10. Por lo predicho:
a) Coincido con Maristella Svampa (pensadora platense, crítica e in-obsecuente): parece poco serio (casi soberbia y menosprecio) afirmar que algunos intelectuales fueron «engañados» o manipulados por CEDIB, CEDLA y Fundación Tierra en su carta de apoyo a estas instituciones.
b) No parece racionalmente racional (valga la tautología) amenazar con expulsar a CEDIB, CEDLA y Fundación Tierra, porque son patrimonio nacional y pues sería algo así como un «exilio intelectual» o la negación del derecho a pensar y expresar lo que uno piensa, y menos en la Bolivia en actual transformación estructural.
c) CEDIB, CEDLA y Fundación Tierra contribuyeron al actual proceso de cambio (de fondo) del Estado boliviano.
d) Poco podríamos decir de Fundación Milenio, a cuyos directivos escuché alguna vez defender posiciones gonistas; pero no por ello habría que expulsarla.
e) El trabajo de epistemología de ideología, que desarrollamos hace 25 años tiene que continuar, y es necesario seguir investigando y produciendo, y de eso saben mucho CEDIB, CEDLA y Fundación Tierra.
f) De nuestra parte tenemos listo nuestro libro «Injerencia o Soberanía. Intromisión del gobierno de EEUU en Bolivia 2002-2012» y está en escritura final «La otra historia de Bolivia» con los que renovaremos nuestro debate con esa «intelectualidad mist’y» (mestizoide), llena de mezquindad mental, ortodoxa y decadente, que se basó en el occidentalismo de cinco siglos, enfrentado en parte por CEDIB, CEDLA y Fundación Tierra.
g) Hay que promover espacios de debate e intercambio, críticos e in-obsecuentes, ante esa velada intención de frustrar, o hacer fracasar el proceso de cambio; además ¿quién define qué es la verdad?, ¿la verdad se define desde el poder? ¿o la verdad se define desde la sociedad como nos demuestra la historia?
(*) Edgar Ramos Andrade. Huanuneño, alteño, latinoamericano. Comunicador e investigador social graduado de la Universidad Nacional de La Plata UNLP-Argentina. Fue Primer Rector de la UPEA y dirigente de base de FEJUVE El Alto. Es autor de los libros «aGONIa y Rebelión Social» (2da. Edición El Alto 2013); «Inclusión y Dignidad Indígena» (El Alto 2005); «Neoliberalismo mediático» (El Alto 2011); del «Calendario 100 Hechos y 100 Personajes Ninguneados por la Historia» (El Alto 2013) y de las «Herramientas Educativas para descolonizar», entre otros. Tel. (00591) 77220736
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