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CEDLA: «Fracking en Bolivia estará en manos de trasnacionales que gozarán de beneficios»

Fuentes: Jornadanet.com

Bolivia no cuenta con tecnología ni experiencia en la técnica del fracking ó fractura hidráulica para obtener el gas no convencional a más de 3.000 metros de profundidad del subsuelo, por lo que serán las trasnacionales las que se hagan cargo de la exploración y la explotación del hidrocarburo bajo condiciones beneficiosas para las empresas, […]

Bolivia no cuenta con tecnología ni experiencia en la técnica del fracking ó fractura hidráulica para obtener el gas no convencional a más de 3.000 metros de profundidad del subsuelo, por lo que serán las trasnacionales las que se hagan cargo de la exploración y la explotación del hidrocarburo bajo condiciones beneficiosas para las empresas, afirma investigador de la Plataforma Energética del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).

El fracking entrará a Bolivia porque cuando hablan desde el Gobierno que el país tiene una reserva de 48 ó 50 trillones de pies cúbicos (TCF) es evidente que se está considerando al gas no convencional», señaló el investigador Juan Carlos Guzmán.

El fracking, conocido también como la nueva frontera en materia de combustibles, técnicamente es la fracturación hidráulica que permite extraer el llamado gas de esquisto, un tipo de hidrocarburo no convencional que se encuentra literalmente atrapado en capas de roca a gran profundidad. Una vez que se alcanza la roca de esquisto, se inyectan a alta presión grandes cantidades de agua con aditivos químicos y arena para fracturar la roca y liberar el gas que fluye de regreso como parte del fluido inyectado a alta presión.

El especialista dijo que el fracking en Bolivia va más allá de levantar una serie de salvaguardas de protección a los Parques Nacionales o Territorios Comunitarios de Origen (TCO) para intervenir con proyectos petroleros, pues es la destrucción de medios de vida y de ecosistemas, «y ante eso volvemos a temas de principios porque hay cosas con las que no se puede tranzar y nada menos para alimentar una maquinaria que crece enloquecidamente y se está encargando a destruir el planeta», dice.

Mientras no haya un potenciamiento técnico y tecnológico de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Guzmán señala que el fracking en Bolivia estará a cargo de trasnacionales especializadas en la técnica.

«No es gratis que Chevron esté en Argentina, además con un contrato la petrolera está asegurada por todo lado, por ejemplo, hay un depósito por 100 millones de dólares para que la petrolera si tiene conflictos tome ese dinero y se va del país, es parte de las cláusulas secretas con el Estado argentino, y lo mismo sucede con el régimen fiscal, en el que la petrolera se verá favorecida. No veo por qué sea diferente en Bolivia, es así como operan», afirma.

En criterio de Juan Carlos Guzmán, es necesario conocer las condiciones reales y no sólo técnicas de los contratos de las nuevas exploraciones hidrocarburíferas en Bolivia, así como las condiciones fiscales reales.

«Teóricamente el barril del petróleo cuesta 27 dólares en el país, de los cuales la mitad se vuelve regalía e Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), por tanto, la petrolera percibe 13 dólares, pero que gracias al Decreto Supremo 1202 (de abril de 2012), el Ministerio de Economía le da las petroleras un incentivo de 30 dólares por barril, por tanto el precio real es de 57 dólares y no 27 dólares», dice.

En esos términos señala que el régimen fiscal teórico habla de un monto, mientras que el costo real de otro, por lo que el régimen impositivo enmarcado en la Ley de Hidrocarburos 3058 no se cumple en el caso del petróleo, «al parecer es legal pero es cuestionable».

En Argentina, organizaciones ambientalistas denunciaron que el fracking implementado por Chevron, desplazó comunidades indígenas de sus territorios y deterioró las capacidades productivas de varias zonas.

Matriz energética fósil

El coordinador de la Plataforma Energética señala que está muy bien que el país reciba dinero e ingresos por el gas, pero lo que es preocupante es que ese dinero no se destine a cambiar la matriz energética boliviana que es cada vez más dependiente de las fuentes fósiles, «fue aumentando su dependencia del 72% al 93%, mientras que la matriz eléctrica es también cada vez más fósil, por tanto somos un país fósil».

A diferencia de Dinamarca o Uruguay que trabajan en la renovación de su matriz energética en función de su demanda interna, dice que la matriz boliviana es pensada para satisfacer la demanda de afuera porque más 70% del gas se va para la exportación.

Fuente: http://www.jornadanet.com/n.php?a=96993-1