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Chapo, fugas del siglo XXI

Fuentes: Rebelión

La fuga del siglo (XX). Así fue conocido el caso del gringo J.D. Kaplan que se escapó de la cárcel de Santa Martha Acatitla en México, agosto de 1971, en helicóptero. El relato lo escribió quien lo acompañó, Carlos Contreras Castro en 1974 y se convirtió en best seller. El primero era un empresario neoyorquino, […]

La fuga del siglo (XX). Así fue conocido el caso del gringo J.D. Kaplan que se escapó de la cárcel de Santa Martha Acatitla en México, agosto de 1971, en helicóptero. El relato lo escribió quien lo acompañó, Carlos Contreras Castro en 1974 y se convirtió en best seller. El primero era un empresario neoyorquino, investigado en 1964 por desviar recursos de la CIA a Latinoamérica a través de su empresa dedicada a los «fondos de inversión». El segundo, un falsificador venezolano. La historia se volvió famosa y fue llevada a la pantalla por Charles Bronson y Robert Duvall, en 1975. Un asunto ligado con la mafia, por supuesto.

Se han orquestado otras fugas, pero espectaculares pocas. En Grecia, siguiendo el ejemplo Kaplan, un preso se fugó dos veces de la misma prisión y por la misma vía. Se trata de Vasilis Paleokostas; la primera en 2006 de la cárcel de Korydallos, la segunda en 2009, mientras era juzgado por el primer escape. Nunca fue reaprendido.

Joaquín Guzmán, mejor conocido como El Chapo, pasará a la historia -tristemente- como el capo que se fugó dos veces. Protagonizará las fugas del siglo XXI. No por la misma vía, pero sí de cárceles similares: las «de alta seguridad». De Puente Grande el 19 de enero de 2001. Del Altiplano, el pasado 11 de julio de 2015. Se presume que El Chapo tiene las llaves: el dinero para comprar la libertad. Ante eso, parece, nadie se resiste en el sistema penitenciario. ¡De ese tamaño es la corrupción! En las cárceles del país es un secreto a voces; más lo que suma la impunidad que envuelve a impartidores de justicia, carceleros, jueces y funcionarios de alto nivel.

Duro golpe, otro más, para el gobierno de Enrique Peña Nieto. Tremendo compromiso, el juzgar a los responsables de la cadena. Así lo aventuró el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el pasado 17 de julio desde la Cámara de Diputados cuando dijo: «Vamos por todos y cada uno de los que traicionaron a las instituciones y, con ello, a la sociedad… no importa de qué nivel ni quién sea o sean estas personas. Se actuará con todo el peso de la ley». Ya se corrió algunos altos funcionarios, falta que resulten chivos expiatorios. Pero, ¿y la recaptura de El Chapo?

El caso se complica. A casi dos semanas de la fuga, a Osorio Chong comienza a pasarle lo que a Murillo Karam con el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa: no le cuadran las versiones «oficiales» con la verdad «científica». Se está convirtiendo a México en el país donde las explicaciones no encuentran acomodo. Pero en este caso hay muchos asuntos en juego.

Para empezar, Peña Nieto dijo que la fuga del narcotraficante El Chapo, es una afrenta para el Estado mexicano. Casi nada. La recaptura, lo antes posible, es el reto. Mientras tanto, ya se supo que el capo de la lista de Forbes es un experto en túneles, y que su compadre Dámaso López Núñez conoce el sistema de alta seguridad de Puente Grande en donde trabajó. Los túneles para el cruce de drogas (se han descubierto más de 100 desde 1990 a la fecha) en la frontera con Estados Unidos, el túnel para fugarse de kilómetro y medio del Altiplano. El caso es que el capo más buscado no fue resguardado suficientemente. Una vez libre, ¿será reaprendido? No está claro, así participe la DEA como se presume lo hizo encubierta en Mazatlán, en febrero 2014.

A estas alturas del partido queda claro que no son pocos los que «traicionan a las instituciones», y hasta forman parte de los cárteles de la droga. Porque no es solo la compra de voluntades, también el involucramiento de amplios sectores de la economía en gran parte del país. Felipe Calderón mexicanizó la guerra contra las drogas, en tanto los gringos controlan el negocio. Luego vendrán las novelas de ficción y el cine para acomodar las cosas. Más no se olvide que los capos son las cabezas visibles, faltan los de cuello blanco que alcanzan al sistema financiero, nacional e internacional.

Cinismo y tolerancia por los altos índices de corrupción, permite que los capos sigan controlando sus negocios desde los penales, mas una fuga operada desde cárceles de «máxima seguridad» habla de otro tipo de complicidades «de hasta arriba». A ver cómo la libra Peña Nieto, porque la sola traición de los compinches no precisa la recaptura de El Chapo. Menos cuando ya intermedió la solicitud de extradición a EUA. Como tampoco, queda claro que el descabezamiento de los cárteles acabe con su actividad. Todo lo contrario. El número de delincuentes aumenta en tanto el negocio también crece. Problemas todos, si los enumeramos uno a uno.

Por cierto, ya es tiempo que haya un debate serio y a fondo para discutir la política antidrogas aplicada por el actual gobierno, como herencia del calderonismo. Porque el país no es más seguro ahora. La violencia cobra cada vez más víctimas. Replantear seriamente la inútil estrategia contra el crimen organizado es más que urgente. En México y el mundo, «¡porque el problema de las drogas es global»! Desacreditar con datos y empujar el debate en las más altas esferas de decisión -la ONU es apenas deliberativa-, para desnudar las políticas intervencionistas que promueve Washington como solución al problema.

Es decir, cada vez queda más claro que la guerra declarada por Felipe Calderón, seguida a pie juntillas por Peña, conduce al desastre. El riesgo deriva de las políticas de Washington, en al menos dos sentidos: los apoyos económicos estilo Plan Mérida, apuntan más al injerencismo que a la solución de los problemas; el siguiente paso es el intervencionismo de todos los asuntos internos del país.

Sin la contención del problema de fondo no habrá soluciones prácticas. Las amenazas aumentan conforme la política antidrogas es guiada y dirigida desde Washington. Los escenarios resultan cada vez peores para México. La política antidrogas importada apunta hacia la desestabilización. Si se trata de un experimento México está perdiendo. Eso mismo puede extenderse al sur; es decir, amenazante hacia Latinoamérica.

¡Cuidado con el escurridizo Chapo! Puede ser, lo sigue siendo, un pretexto de falsa bandera para contrapuntear a los mexicanos sobre otros temas. Ver las amenazas por el sabadazo, en: http://www.alainet.org/es/articulo/171047. Está latente la desaparición de la seguridad social (IMSS e ISSSTE). Entre tanto, es seguro que pronto Hollywood describirá la historia del siglo XXI, con un doble de El Chapo, para sorna del sistema penitenciario mexicano. Y, como tantos más, Peña no saldrá bien parado, así sus orígenes presidencialistas provengan de las pantallas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.