El gobierno y el pueblo bolivianos evidentemente son considerados «chicos malos» por Estados Unidos, por el solo hecho de defender su soberanía e independencia, como subrayó recientemente una periodista de un medio televisivo de La Paz, al referirse a las constantes agresiones que Washington materializa en los últimos tiempos contra esta nación andina. La actuación […]
El gobierno y el pueblo bolivianos evidentemente son considerados «chicos malos» por Estados Unidos, por el solo hecho de defender su soberanía e independencia, como subrayó recientemente una periodista de un medio televisivo de La Paz, al referirse a las constantes agresiones que Washington materializa en los últimos tiempos contra esta nación andina.
La actuación del régimen de la Casa Blanca no solo se ha limitado, como lo hizo hace pocos días, a oponerse en Naciones Unidas al Acullico (mascado de coca), sino que además infiltró recientemente en territorio boliviano a un grupo de alrededor de 30 militares del Departamento de Estado, enmascarados de científicos, para realizar «tareas de aclimatación de soldados norteamericanos».
Bolivia conquistó la pasada semana un histórico triunfo diplomático en la ONU, cuando 169 países del mundo aprobaron su reingreso en la Convención de Viena y el masticado de la coca, una costumbre ancestral y cultural que desde hace muchos años venía reclamando este Estado sudamericano.
Como era de esperar, la administración del mandatario Barack Obama junto a otros 14 gobiernos, en su mayoría aliados del Pentágono, se opusieron al acullico, una posición que demostró, una vez más, el aislamiento internacional que vive actualmente Washington.
Unos días antes de materializarse esa derrota de la Casa Blanca ante el gabinete del presidente Evo Morales, el diario estadounidense The Denver Post, reproducido posteriormente por el conservador cotidiano nacional La Razón, reveló una operación encubierta norteamericana en territorio boliviano, materializada entre los años 2011 y 2012.
La acción subversiva consistió en infiltrar clandestinamente a un «equipo», dirigido por Robert Corwine Roach, con un presupuesto inicial del Departamento de Estado de 2,5 millones de dólares, para hacer «pruebas en la altura de adaptación de soldados de Washington destinados a la guerra de Afganistán».
Los supuestos investigadores, que llegaron a Bolivia como turistas, según los registros migratorios, se asentaron en zonas montañosas de la localidad de Chacaltaya, sin conocimiento alguno de las autoridades nacionales.
La referida operación castrense fue rápidamente investigada por el ejecutivo de Morales, y condenada por sus principales dirigentes, especialmente por el Vicepresidente Alvaro García Linera, y los ministros de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, y de Gobierno, Carlos Romero.
Romero presentó a la prensa las primeras pesquisas, el pasado 8 de enero, y anunció que su país reclamará a Estados Unidos por violar la soberanía nacional, en tanto Linera consideró esa acción como una agresión.
Quintana, por su parte, aseguró que esa ocultada operación será denunciada por Bolivia ante Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA), y otras organizaciones internacionales y regionales.
Asimismo afirmó que la referida actuación injerencista no es precisamente para la protección de Estados Unidos, sino para Washington invadir militarmente otras naciones ubicadas en zonas de altura, entre ellas Bolivia, por lo que es necesario prepararse ante cualquier eventualidad, subrayó.
La reiterada postura agresiva del régimen de Obama contra el ejecutivo de Morales demuestra su clara intención de desestabilizar a Bolivia e impedir a toda costa el desarrollo del proceso de cambio que lleva adelante.
De otro lado, pone al descubierto los planes de la Casa Blanca destinados a subvertir a Latinoamérica, en momentos en que esta región emprende procesos revolucionarios antiimperialistas, independentistas, e integracionistas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.