Lo viejo no termina por morir y lo nuevo no acaba de nacer Gramsci La aprobación, casi por unanimidad en el Congreso de la Unión, de la Guardia Nacional ¿es objetivamente el mayor logro alcanzado hasta el momento por la 4T? Durante los dos sexenios en los que AMLO se mantuvo como líder de la […]
Lo viejo no termina por morir y lo nuevo no acaba de nacer
Gramsci
La aprobación, casi por unanimidad en el Congreso de la Unión, de la Guardia Nacional ¿es objetivamente el mayor logro alcanzado hasta el momento por la 4T? Durante los dos sexenios en los que AMLO se mantuvo como líder de la oposición, criticó el empleo del Ejército y la Marina para combatir al crimen organizado. La llamada guerra del «huachicol» y la supuesta desintegración del Cártel de Santa Rosa de Lima en Guana juato, aparecen como puntos intermedios para llegar a la misma meta. ¿Se puede ser reformista sin modificar la Constitución? El presidente piensa que sí y presenta como su logro mayor, algo no prometido en campaña, lo que inevitablemente conduce a preguntarnos si ¿La modificación de algunos artículos de la carta magna, como en este caso, serán la excepción o la regla durante su sexenio?
El estilo y el discurso presidencial han cambiado, nadie puede negarlo. Pasamos de la democracia del teleprónter, a la del púlpito matutino. Tampoco es que deban ignorarse medidas simbólicas como su propia disminución salarial, los intentos de austeridad en la casta política, la conversión de la residencia presidencial de Los Pinos en un recinto cultural o la cancelación de la faraónica obra aeroportuaria en la capital del país; sin embargo, lo anunciado y prometido como cambio de régimen y la lucha contra del neoliberalismo, son signos aún no son visibles en la 4T. Por el contrario, la política económica anunciada y los megaproyectos representan, más la continuidad que la transformación enarbolada y repetida ininterrumpidamente en todas y cada una de sus casi cien conferencias madrugadoras.
Para algunos de los movimientos sociales que luchan por la defensa de sus territorios, por el agua y por la vida, bastaron menos de tres meses del nuevo gobierno para descubrir el engaño, la decepción y la realidad; entre el candidato en campaña y las razones de «estado» que pretenden legitimar negocios transnacionales, a través de supuestos mecanismos de democracia directa, llamados eufemística y demagógicamente «consultas populares».
La popularidad, las enormes expectativas o la necesidad de satisfacer las esperanzas colocadas de manera religiosa en la persona del presidente han sido utilizadas para imponer, en nombre del desarrollo, una serie de megaproyectos extractivistas que no sólo dañan el medio ambiente, sino que representan el despojo, el oportunismo y el etnocidio.
Tal es el caso del comunicador Samir Flores, quien en vida se opuso al proyecto de la Termoeléctrica de Huexca desde los inicios de su construcción. Se ha dicho que es exagerado o por lo menos ideológico, denominar como proyecto de muerte al sistema capitalista que es hegemónico en el planeta. Que nada puede hacerse y que es ingenuo pretender que otro mundo es posible. También se argumenta que los proyectos polémicos como el del NAIM, el Corredor Transístmico, el Tren «Maya», o la siembra de árboles frutales y maderables en el Sureste y la península de Yucatán, ya fueron sometidos a consulta. Aunque éstas se realizaran antes de que el presidente asumiera funciones y no se hicieran de acuerdo al espíritu de convenios como el 169 que México ha firmado. Los nuevos intelectuales orgánicos que ayer llamaban a la revolución, hoy se conforman con justificar la tesis «del menos peor».
El presidente ha estigmatizado a los pueblos que luchan como «radicales y conservadores» y los ha equiparado con la oposición de derecha afirmando «que los extremos se juntan». Los ha puesto en el mismo saco. Su nivel de aceptación y la demoscopia le dan manga ancha para afirmar en el día internacional de la mujer que la despenalización del aborto en todo el país ¡no es tema más importante que el de la corrupción!, de manera magnánima ha sugerido que se consultará más adelante uno de los derechos más elementales, de ellas. También son las encuestas las que muestran que en la percepción de las familias nada ha mejorado su situación desde que la autodenominada 4T gobierna el país. Es evidente que las inercias del neoliberalismo siguen vigentes en los prematuros 100 días que llevamos. Los fantasmas de Madero, Zapata y Huerta, que tanto le encantan citar al presidente, recorren el país. Ojalá en esta ocasión, sean los movimientos sociales quienes terminen inclinando la balanza.
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