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Cienfuegos y las responsabilidades históricas

Fuentes: Rebelión

“El buen general no necesita cualidades genio, quizá sea mejor que no tenga las mejores cualidades que hay en el hombre: el amor, la poesía, la ternura, la duda filosófica y analítica. Un militar de ser limitado, firmemente convencido que es muy importante todo cuanto hace (de otra manera, no tendría paciencia), y sólo así será un jefe valeroso. Dios guarde a ese hombre de amar a alguien, de tener compasión, de pensar en lo que es justo e injusto”.

León Tolstoi

El arresto del exsecretario de Defensa Cienfuegos marca un hito en la relación con lo estipulado por los últimos gobiernos y su quehacer como protectores de la seguridad nacional, representando con esto hechos el nulo trabajo de las instituciones de Estado de al menos los últimos 90 años. Y en esos hechos generalmente con carácter de altos mando, visualiza el carácter infantil de la promoción de ideas sobre el combate a la delincuencia organizada cuando han sido ellos mismos detractores de los componentes de derechos humanos que protejan a la sociedad civil. No solamente es un retorno a los principios de problematización sobre la metodología de seguridad nacional, sino también, que deba de cumplirse los mandatos sobre reparación, verdad y justicia ante las familias víctimas de desaparición forzada, asesinatos y violaciones en cada una de sus modalidades. La afronta que tiene el Estado mexicano es continuar dando una respuesta afrontativa, evitar las argumentaciones evitativas y los pensamientos mágicos sobre la pérdida de la democracia actualmente, cuando se ha padecido de graves pérdidas al respeto de la vida humana en los últimos años, especialmente desde Fox hasta Enrique Peña Nieto. La responsabilidad de los expresidentes de colocar en áreas estratégicas de defensa a personal como Cienfuegos dan ideas de la complicidad y del gran desajuste político que se discurre bajo las esferas del poder y en relaciones, constantemente sobre enriquecimiento ilícito y situaciones específicas de afrontamiento.

¿Cómo podría responder o tan siquiera pensar Felipe Calderón en la construcción de su partido, cuando la deuda psicosocial es tan grande que hablar de democracia, seguridad, es una contradicción de todo lo que representó su política nacional de seguridad? ¿Cómo hablar de progreso en los partidos políticos cuando la gran deuda social, el número de familias, de víctimas, de dolores psicosociales aún sigue dejando una huella muy dolorosa en las familias mexicanas, además de su increíblemente proceso de revictimización cínica?

El desarrollo de la investigación norteamericana sobre Cienfuegos y sus nexos con el narcotráfico, también dan ideas de la opacidad y de la cooperación directa del ejército mexicano con instituciones de seguridad de Estados Unidos quien, por lo sabido hasta este momento, mantenían buenas relaciones con el aparato de Estado, militar de anteriores sesiones, como son los caos de Genaro García Luna y el general Cienfuegos. Desde esta óptica bien podríamos presenciar la grave crisis de legitimación que tiene las instituciones en un momento donde los movimientos sociales han puesto en duda la razón instrumental del Estado y su visión de una modernidad obligada para el “bienestar” de los pueblos. Por otor lado, una depuración del mando castrense, que parece es la tónica del gobierno de Obrador, sobre el desarrollo histórico que se ha manifestado sobre aquella institución donde las violencias multitudinarias en contra de los derechos humanos, no es nueva.

El ejército y los movimientos de resistencia.

Poco más de 70 años han trazado la línea que toma el espectro de visualización, contención y represión del aparato militar sobre las diferentes revueltas en los estados mexicanos que se han levantado contra proyectos de denigración, corrupción, explotación y que han aparecido en la agenda nacional como menesteres necesarios en el acoplamiento, mediante coerción o sobornos de los actores sociales para la estabilidad del país. Se piensa en los levantamientos armados de los años 50, 60 o 70s en nuestro país ante las condiciones deplorables de trabajo, la marginalidad de ciertos sectores en la agenda política mexicana, la pobreza como medición de estabilidad electoral, el miedo y el hambre como estrategias de disciplina hacia la población civil. En todos esos movimientos revolucionarios, las estrategias de contención se registraron mediante torturas a personas ligadas con movimientos revolucionarios, su desaparición o desaparición de sus familiares o, en el mejor de los casos, un vil asesinato impune porque lo mandaba el Estado para continuar con su vida económica. El caso de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Jaramillo, Grupo Popular Guerrillero, el EZLN y sus simpatizantes. La vida castrense en ese sentido siempre ha visualizado los movimientos revolucionarios de reivindicación como traiciones, “el avance comunista” que destruiría a una nación, matanzas civiles; matanza en Tlatelolco, Halconazo, etc. El traje verde olivo, al menos en México queda en el imagino simbólico colectivo como la coerción del Estado que ha roto el sentido de identidad comunitario, reflejado en su reclutamiento de los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad mexicana, termina por ser el eje coercitivo panóptico del Estado y su claro lenguaje de presión social donde la estratagema aprendida por la “Escuela de las Américas, El Plan Cóndor, el aprendizaje de las dictaduras militares latinoamericanas, generaron manuales propiamente deshumanizantes y monstruosos sobre el esparcimiento del miedo en la población en la medida en que se vuelve un espacio de segregación comunitaria. Hoy, con todo esto citado, con las graves violaciones de derechos humanos por militares y toda su estructura, se vuelve histórico que Cienfuegos sea detenido, dado que nunca había sido detenido un militar de esa jerarquía como la representada por Cienfuegos. Lo peor: ni siquiera se encuentra dentro de un proyectos “colectivo” entre los gobiernos; habrá que tener cuidado y tomar con pinzas el desplegado noticiosos si no se tiene en cuenta la cadena temporal donde la infiltración y los ejercicios militares han sido siempre la contención latinoamericana por parte de Estados Unidos en un arribo a la protección de transnacionales y negocios multimillonarios como la explotación forestal, el narcotráfico, explotación de minerías, etc., sin necesariamente la colaboración entre gobiernos y más bien, bajo la lógica de expansión capitalista. El hecho de la gran presencia de la administración de Estados Unidos y sus procesos de acciones militares por encima de la soberanía de un país, deberían llevar a una reflexión la calidad y cualidad de las relaciones bilaterales entre ambos países donde parecería, se suma a una ambigua relación de sometimiento y de unilateral información y comunicación donde todos son sospechosos, culpables y vigilados en las altas esferas del país ¿Qué deparará hacia la colectividad en general? ¿Cómo habrá de responder bajo esta instrumentalización militar el gobierno de López Obrador? ¿Se trata de una purga y de una limpia en la imagen y el quehacer militar nacional? ¿Habrán más juicios legales sobre mandos importantes administrativos y/o militares más adelante? ¿Qué más sabrá el gobierno de Estados Unidos sobre implicados en la política nacional? ¿La guerra contra el narcotráfico, entonces se ha vuelto inexistente? ¿Gran responsabilidad, sino total de Felipe Calderón y posible juzgamiento? ¿Confirmaremos formalmente y en un halo de verdad la militarización y sometimiento estratégico de Estados Unidos sobre el territorio mexicano?

Calderón y la guerra contra el narcotráfico

Si la investigación estadounidense cuenta con su relatoría verídica mediante el arresto del general Cienfuegos, podemos considerar como una ignominia la aventurada Guerra de Calderón de la mal llamada “Guerra contra el narcotráfico” y la continuidad durante la administración de Peña Nieto.  Los últimos libros editados por Editorial Planeta “Felipe, El Oscuro” (Wornat, 2020) y “García Luna, El Señor de la Muerte” (Cruz, 2020), dan idea a partir de sus respectivas investigaciones que nos encontramos ante una radiografía que retrata la impunida, corrupción y una agenda de enriquecimiento ilícito como medida de negocio y administración en un país donde se desconocía la monstruosidad en que convierte el dinero a los hombres y, el devenir, posterior, en la gran ruptura del tejido social en un país de fosas, desaparecidxs, asesinatos, violaciones, y el largo y desagradable etc.

Además, tener en cuenta la nulidad del registro como partido político a México Libre, proyecto propuesto por Margarita Zavala y Felipe Calderón, la rabieta montada en las redes sociales donde mistificaban “un gran golpe a la democracia”, en otra tesitura un tweet donde se decía “avanza el autoritarismo”1. Tomando en cuenta que la política institucional se encuentra versada sobre la ideología dominante, los arreglos económicos, financiaron en el mantenimiento de proyectos, el recaudo con el que Calderón pretendía adentrar nuevamente en la institucionalidad mexicana puede llevar a un análisis reflexivo sobre la idea del grado de impunidad, nepotismo y enriquecimiento que marcó desde antes de la guerra a su administración. Bajo ese sentido, puede suponerse que tanto García Luna como Calderón comprendieron perfectamente la forma de intentar perpetuarse en el poder mediante pequeñas trincheras cavadas a lo largo de organismos nacionales con el objetivo de retomar la vida política una vez que los tiempos políticos fueran los idóneos. Empero, la relación jerarquizada con el gobierno norteamericano fue una vela que jamás pudieron comprender, mucho menos analizar sobre las grandes repercusiones que tendría para ambos personajes. De extrañar que, durante la administración de Enrique Peña Nieto, Cienfuegos no hubiera divisado los pormenores de la administración anterior y, sobre todo, investigado internamente, conduce a la especulación de que se puede ser ignorante, más no a propósito.

Si bien es cierto que Cienfuegos no corresponde a la administración de Calderón, la similitud que une a estos tres personajes, es el acercamiento con autoridades norteamericanas y el apoyo a través de programas como “El Plan Mérida” y “Rápido y Furioso” que dan lógica de la comunicación constante que se mantuvo en la administración de Calderón como de Peña Nieto, tratar de burlarse y de pasar a través de estas ideas y de estas formas mediante un discurso donde jamás hubo presencia de una democracia, sí se sepultó la libertad en la gran mayoría de sus formas mediante revictimización, asesinatos, de los que fueron ellos mismos los sepultureros en medio de la guerra intestina donde se administró a favor de cárteles específicos y la maquinación de grandes ingresos económicos provenientes, probablemente, de los negocios ilícitos encabezados por los altos mandos como es el seguimiento de los cargos sobre el general Salvador Cienfuegos. Bajo esta tesitura, permear la idea del desconocimiento infantil por parte de los expresidentes, muestran los intentos de  una especie de distracción cognitiva, donde la mentira sobre la inexperiencias los hace pasar, o mejor aún, pretenden hacerse pasar como inocentes antes un contubernio político muy importante donde ninguno de ellos, pudo haber llegado sino era con un pensamiento malicioso justificado por anteriores relaciones y construcciones políticas nacidas de la ingobernabilidad y al amparo de las relaciones entre ambos países que, durante años, se han beneficiado del trásfuga de operaciones de exportación e importación de drogas, como el famoso caso Irán-Contras durante plena epopeya revolucionaria latinoamericana y los intentos de administración en un eje de dominación a los Estados Unidos.

La gran relación de Estados Unidos sobre gobiernos latinoamericanos y la hegemonía en el continente siempre supuso una relación estrecha, en muchos casos, de subordinación de altos mandos nacionales sobre las respuestas estadounidenses en sus estrategias de contener los procesos revolucionarios o de transformación social. La historia de Nuestra América así lo dictamina en su memoria histórica. La investigación que hoy, se presenta ante Cienfuegos también abren la discusión sobre la agenda latinoamericana del país del norte y su grado de complicidad en el asesinato de luchadores y luchadoras sociales a lo largo de la historia de Nuestra América; Bertha Cáceres y Samir Flores, por poner un ejemplo de tantas historias trágicas en los movimientos de reivindicación social.

Salvador Cienfuegos, Felipe Calderón, Genaro García Luna, Enrique Peña Nieto, resumen en el contexto general, aunado a otros mandos importantes, que el sistema político en México se encuentra en una decadencia total, expresado en su ejercicio político de una estrategia neoliberal, con un discurso de militarización por cuestiones de estrategia geopolítica a los intereses estadounidenses. La entrega de recursos materiales, la explotación de trabajadores por medio de empresas trasnacionales, la privatización y explotación de territorialidades, la represión de activistas, muestran la complicidad, subordinación y decadencia de la estructura estatal mexicana. Los responsables directamente son los mismos a los que hoy se ciernen los miedos en un reacomodo político norteamericano y donde, los “grandes personajes” pueden ser enjuiciados y condenados en el país “paladín de la justicia” de las barras y las estrellas.

Una tesis

Las crecientes situaciones informativas desde la política estadounidense dan muestras de aquello que se ha denominado la administración del mundo. Desde la última convocatoria al G-20, tanto Vladimir Putin, como Xi Jinping y Donald Trump, parecen que llevan a cabo un pacto explícitamente desarrollado desde las expectativas de procesos de administración de hemisferios continentales con el propósito del fortalecimiento hegemónica en sus zonas de influencia, bajo una mirada geopolítica en la incorporación de recursos naturales que favorezcan el crecimiento económico de estas superpotencias. La administración, como la denominó Donald Trump, consta, además, de recuperar las zonas de hegemonía en Nuestra América que, durante su política segregacionista, expansionista y colonialista, vio el proceder de gobierno de izquierda en Nuestra América que representaron verdaderas resistencias ante los proyectos de apropiación y explotación. Eso ha dado paso a una militarización continental cuyo objetivo estadounidense es evitar, a cualquier costar el desarrollo de programas económicos tanto rusos como chinos que pudieran tener una penetración real y concisa en el continente. La realidad indica que la imposición del yuan y el posible, aunque todavía lejano, desplazamiento del dólar, permitiría sentar las bases de una nueva economía geopolítica en el mundo. Y esa situación mantiene en vilo al gobierno estadounidense que, en ese ejercicio de militarización,  vuelve a los viejos manuales de la imagen, el cotilleo social donde lo que se observa, genera una pauta de opinión personal tocada, maquillada y manipulada sobre el discurso de la defensa de la libertad de opinión, el ejercicio de la justicia y, claro está, del combate de la delincuencia sobre una nueva era de generar justicia, como es el hecho de cerrar sus fronteras por ser un “paso de criminales”, según lo ha expresado el presidente Trump en un sinfín de arengas alrededor de la unión estadounidense.

Una política de división; hegemonía ideológica, cultural, territorial a través de la cual el proceso de desmemorización funciona de forma magistral para los intereses de explotación de los recursos naturales. El acaparamiento de negociaciones con el Estado de un país determinado, configuran la represión de las luchas internas a favor de territorialidades. Una conquista de la historia de América Latina versado como explotación y conquista y, posteriormente como una colonia2 cuyos objetivos hoy, se siguen palpando y desarrollando en la agenda política de casi todos los países latinoamericanos. Bajo esta forma, el paladín democrático exige, para sus propios intereses instaurar en la agenda nacional de cada uno de los países y, en medio de esa estrategia geopolítica, mostrar el paso que deberán de seguir las instrumentaciones de cada Estado. Que haya sido la DEA, el gobierno de Estados Unidos los encargados de una investigación, donde hasta el momento no parece que existiera una colaboración en equidad de condiciones, por lo tanto, la captura de Cienfuegos se puede interpretar como presión, además en tiempos electorales en Estados Unidos, sobre una agenda nacional de combate contra el narcotráfico, recordando las palabras de Trump para cerrar la frontera por cuestiones de seguridad nacional. El gobierno de Obrador deberá saber mover su juego geoestratégico dado el encono de restricción y militarización en favor del recaudo de empresas trasnacionales y negocios ilícitos al sur del río Bravo. El encarcelamiento del exsecretario de Defensa Nacional Salvador Cienfuegos debe tomarse con cautela en el marco de una reestructuración de la política internacional de Estados Unidos en el momento de una debacle económica derivada por el Covid-19 y la llegada al poder, de Kamala Harris (junto con el maniqueísmo de Hilary Clinton) y una ola nueva de electores votantes de descendencia hispana que abogarán en el cuidado de la nación estadounidense en los próximos años, donde la legitimación de su llegada, se da bajo el juego de la transparencia y la reunificación de una justicia que se imparte desde, en y para Estados Unidos.

Mediante esta forma de legitimar una batalla justa sobre situaciones de seguridad nacional, el temor por la cancelación de la memoria histórica esta presente. El gran riesgo que se tiene en estos momentos se da en función de una lucha sobre la construcción de un proyecto comunitario, en la preservación de la memoria histórica, procesos culturales de reivindicación, la lucha por las territorialidades de pueblos originarios e indígenas. El desafío de los próximos años en el proceso de militarización es refundar la idea de un ejército fuera de escenario donde contente, como siempre, a la inversión privada y, con los elementos y pruebas necesarias a partir de los juicios sobre Genaro García Luna y Salvador Cienfuegos, administrar, indagar, espiar y reprimir cualquier tipo de resistencia comunitaria en el cono latinoamericano.

Sea pues que este apartado, marque un verdadero ajuste de las condiciones y legitimaciones que han demostrado, sobre el ejército, los intentos de la administración en turno por depurar el nombre y símbolos de militares mexicanos y que, sin embargo, la impunidad, los procesos y la corrupción no permitirá un adecuado proceso de justicia, terminará siendo, de nueva cuenta, un punto importa en la agenda norteamericana en la nula autonomía del Estado mexicano. Faltan por esclarecer no desde cargos pequeños como chivos expiatorios, sino bajo una investigación contundente, la responsabilidad del aparato castrense mexicano ante temas como feminicidios, desapariciones, asesinatos puesto que lo que hoy se disputa, es sin lugar a duda y, pese a un proceso en Estados Unidos, a Cienfuegos y las responsabilidades históricas que aún a la fecha, el Estado mexicano sigue negando, protegiendo, apapachando.

Referencias:

1. Felipe Calderón [@FelipeCalderon]. (15 de octubre de 2020). Se consumo la arbitrariedad. [Tweet]

Twitter. https://twitter.com/FelipeCalderon/status/1316713301741654018?s=20

2. Roitman, M. (2019). Por la razón o la fuerza: Historia y memoria de los golpes de Estado dictaduras y resistencias en América Latina. Siglo XXI.