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CNPZ: Las últimas 48 horas

Fuentes: Rebelión

Veinte años después de la ejecución de los líderes de una de las fracciones del ELN, el recuento histórico devuelve paso a paso, el movimiento insurgente que abrió las puertas para una nación digna y soberana

Paola Acasigüe ha recibido hace seis semanas un premio de cuento infantil. Pasados 20 años del asesinato de sus compañeros de la CNPZ, casi ninguna de las notas de prensa  respecto de este evento literario  sospecha siquiera las largas noches que Paola pasó antes de la tragedia de aquella madrugada del jueves 6 de diciembre del 90, cuando tres de los líderes de la Comisión Néstor Paz Zamora, Ejército de Liberación Nacional-Renovado, fueron acribillados.

La orden de ejecución, reconocida, correspondió al entonces presidente Jaime Paz y sus secuaces, tanto de la seguridad estatal como del aparato judicial de la época, dirigidos todos por la llamada comunidad de inteligencia internacional, al mando del embajador Robert Gelbard e integrada también por el español Rafael Maza.

La última aparición pública de Paola, junto con Dante Limaylla y los rigores del tiempo, data de la entrevista que hace dos años les hizo el cineasta Andreas Pichler para el documental Miguel N (visto en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz el 2009), en que ambos evocan el desenlace y los momentos previos a la muerte de Miguel Northtufter (28) y Luis Caballero (22), asesinados  minutos después que Oswaldo Espinoza (24),  entre tejados y techos de calamina, azoteas altas y pasillos hondos de unas casas en Sopocachi que en sus detalles la memoria prefiere olvidar, para bien o mal, sin conseguirlo del todo.

En el contexto de la izquierda armada que se remontaba a la guerrilla del Ché y la fundación del ELN boliviano a fines de los 60 -como vía alternativa a la toma del poder por medios electorales-, las vanguardias habían desplegado hasta fines de los 80, distintas formas de expresión difícilmente concretadas e igualmente sofocadas.

EL SOBREVIVIENTE 21060. Con antecedentes inmediatos en el ELN-post Ché (la guerrilla urbana de Inti Peredo, la de Teoponte en 1970) esta avanzada subsistió hasta que luego de las dictaduras de Banzer y su zaga de intermitentes regímenes de derecha, fue atenuada en los 77-80 por el esquema de la unidad democrática popular, infestado a su vez por un movimiento de «izquierda revolucionaria» que degeneraría el 89 en alianza con la derecha de centro y de ultra, esa que desde el 85 había puesto en  marcha el sombrío decreto neoliberal 21060, curiosamente subsistente un cuarto de siglo después.

Inmediatamente depuesto el gobierno de la UDP y entronizados los dictámenes neoliberales que se prolongarían hasta el 2005,  a partir de 1986 fueron aflorando nuevas expresiones de la izquierda armada, donde confluían sin dosis ni exclusiones el pensamiento katarista y la tendencia guevarista inhibidos por el abanico POR-PC-IU que actuaban como tapones de la insurgencia (el PCML se había apoltronado en la derecha)

Así, de los «Ayllus Rojos» (originalmente: Ofensiva roja de los ayllus tupackataristas, que planteó la lucha armada en 1988-89) se pasó a las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka que ese  mismo año impugnaron con un atentado en la autopista de La Paz la visita del vicepresidente norteamericano Geoge Schultz.

Juan Domingo, el hermano de Johnny Peralta,  fue asesinado por agentes del Grupo Especializado Antiterrorista del MinInterior, cerca a su casa en Alto Tacagua, ladera oeste de La Paz. Al primer asesinato de la época habían precedido las torturas: «por momentos pensé que habían perdido todo sentimiento humano y enceguecidos por la rabia mí me golpearon hasta con la silla; de puño de pie, me apretaron los testículos hasta sentir desmayos, para que yo aceptara; decían: lo que buscamos es encontrar a los autores de los mormones muertos, y que si yo aceptaba tal cosa mi primo y mi enamorada saldrían en libertad inmediatamente», habría de contar Constantino Yucra, detenido en el caso FAL-ZW, entre decenas de testimonios de brutalidad física y psicológica con los presos, después del atentado contra dos mormones cerca del, en octubre del 88.

Un año después ya actuaba  la CNPZ, una comisión que llevaba el nombre del Néstor Paz Zamora, muerto en la guerrilla de Teoponte y con el cual se interpelaba a su hermano, que había jurado el 89 a la Presidencia pactando con su victimario, el general Banzer.

CNPZ, ANTES Y DESPUES. En los meses posteriores a la desaparición del la CNPZ seguirían sus pasos el EGTK, 1992 (Felipe Quispe-los García Linera-Raquel Gutiérrez, Silvia Alarcón) y luego el grupo del ELN a secas (1993: Morales Alvarez, Rita Saavedra,) que cayeron gracias a la infidencia de un antiguo periodista vinculado al PC, después de un «exitoso» rescate económico frente al propio Ministerio del Interior.

Volvemos sin embargo a la Comisión: reorganizada el 87 entre otras varias fracciones del ELN que se desenvolvían con autonomía, desde octubre del 89 se había concentrado en operativos como la intervención a una comercializadora de oro para recaudar fondos de reorganización y el esbozo de captura del empresario Luis Chamón Exeni. En abril del 90 el ELN-R (escindido del Eje-CP) ajustó su líneas en Viacha con «Gonzalo» y «Andrés» (Augusto Zalles) a la cabeza y concretó en junio el secuestro de mayor ejecutivo de la Coca Cola en Bolivia, Jorge Lonsdale, y en octubre el atentado a la residencia de los Marines en Miraflores y un bombazo al monumento a Kennedy, cerca a la estación central.

Pero ya el 7 de noviembre  había sido detenido «Tupa» involucrado en el operativo al oro en la calle Cuba, y los agentes proseguían su implacable búsqueda de Lonsdale y sus captores.

Descubiertos los refugios de Obrajes e Irpavi (el 1 de diciembre), Marcelo Oliva se había entregado por presión a sus familiares y otros cuatro detenidos, además de Mercedes Nava, se sumaban a una decena que eran cruelmente interrogados antes que concluyera «la tregua» ofrecida por el ministro Guillermo Capobianco.

«…se me produjo ‘la picana’ que son toques eléctricos a los testículos. Después lo que ellos llaman ‘submarino’, en el patio del CEIP tienen un pozo construido de cemento, lo llenan de agua y a uno lo agarran enmanillado de pies y manos, lo sumergen hasta que prácticamente pierde el conocimiento y lo obligan a abrir la boca, a perder la respiración; le dan un golpe en el estómago y no traga agua (…) en una ocasión me sacaron no se a qué lugar del altiplano y me empezaron a golpear con un palo para que yo me escape y estaban ahí todos acostados con rifles, yo me agarre a uno de ellos y me puse a llorar a fuerza de golpes querían que directamente me escape y supongo que eso era una especie de ejecución sumaria; la tina’ es que… los señores estos van y defecan en el inodoro y uno está esposado de pies y manos. Van y le meten la cabeza y dan unos golpes en el estómago. Remeten la cabeza en el inodoro totalmente lleno, le meten y le dan golpes al estómago para que abra la boca», relató el más joven de los presos.

LA HERENCIA: DIGNA Y SOBERANA. Se sabía también que Sebastián Acasigüe había rentado el refugio de  Irpavi  por dos meses y circulaba uno de los folletos distribuidos desde septiembre donde podía leerse, a retazos: «Frente al sentimiento de impotencia, el ELN ha determinado llevar la campaña Bolivia Digna y Soberana… como somos políticos por creencia y militares por necesidad… el deber de todo cristiano es ser revolucionario, el deber de todo revolucionario es hacer la revolución».

Paralelamente, en cada descanso de las gradas de la UMSA sobre los bloques de vidrio, aparecía grafiteado el nacimiento del sol con las siglas de la Comisión

Y mientras que el hijo de Lonsdale, Tomy, publicitaba en los medios  la «estrategia familiar» para rescatar a su padre (lograr su ubicación), había caído también preso Alan Mesili, acusado de participar en el atentado a los marines y de pertenecer a la CNPZ. Entre 18 detenidos, Elvis Vargas y Carlos Pacajes eran implicados «confesos», según el subsecretario Raúl Loayza, que ratificaba la ayuda del MRTA peruano («ambos responden a la línea cubana», decía) con al menos dos emeretistas en el secuestro.

El martes 4, dos días antes del desenlace fatal, cayó asimismo el jardinero Demetrio Castillo, herido en el allanamiento a la casa del entonces presidente de los Mineros Medianos, por agentes estatales, en La Florida.

Llegaban igualmente nuevas fotos de Lonsdale con vida y un último comunicado de los guerrilleros denunciaba la falsa tregua de las autoridades, advertía que «el gobierno quiere a Lonsdale vivo o muerto, con tal de desarticular a la CNPZ»; revelaba que la familia del secuestrado estaba en abierta complicidad con el MinInterior, apostando a una intervención armada sin importar la vida de su padre.

Denunciaba asimismo la «represión despiadada» de los organismos de seguridad, contraria al trato dado a Lonsdale («no damos pentatol al preso como hace el gobierno con nuestros militantes»); y que los directamente responsables de inviabilizar la liberación eran Tomy Lonsdale y Capobianco.

Otra carta de los guerrilleros al director televisivo Carlos Mesa, revelaba la desesperación de Lonsdale: «no comprende la actitud dura de su familia, que prefiere cooperar con el MinInterior».

Paulatinamente se conocían detalles de las conversaciones. El monto del rescate cayó de 8 millones a sólo medio millón («aquí los tenemos …esta noche si quieren»  -declaraba Tomy preguntando por orden de quién sabe quién-: «¿estamos conectados con el grupo correcto?»).

EL HORROR. Ese mismo martes Loayza anticipaba «estamos cada vez más cerca».  También ese  mismísimo  martes 4, cerca de las 22:00 comenzaba el horror de Evaristo Salazar (Alejandro Escobar), el peruano del MRTA  torturado  hasta morir y luego abandonado en la avenida del Poeta, tras decenas de apagones de cigarro mordiéndole en brasa viva los brazos, el pecho, la cabeza y  las piernas, taladro en las várices abiertas,  antes de caer doblegado en cuerpo y alma.

En la premura por lograr un contacto con la familia, Evaristo fue capturado, según los agentes, en la calle 21 de Calacoto-San Miguel, aunque otras versiones señalaban un café de la Ecuador y Aspiazu, y hasta los alrededores de una caseta de Cotel en El Alto, desde donde fue rastreada su comunicación.

El reporte del Cnl. Linares a la Comisión parlamentaria que investigó el caso es claro: lo interrogó y después lo llevó a la Sección II del Ejército.

El Informe del Grupo Operativo dirigido por el Tcnl. Antezana refirió que fue conducido a las dependencias del CEIP y que «como resultado del riguroso interrogatorio a que es sometido, alrededor de las 24:45 se obtiene la información de dos casas de seguridad donde presumiblemente mantenían al secuestrado indicando que el primero se encontraría en la calle Abdón Saavedra».

El reporte de la comisión parlamentaria afirma: «el Cnl. Linares, que dirigió el operativo de apresamiento de Salazar y luego fue el primero en ingresar a la casa de la calle Abdón Saavedra, dice: ‘lo llevé a la Sección II del Ejército y a las cuatro y media de la mañana de ese mismo día, los miembros (de la Sección II) lo visitaron directamente en la casa del ministro Capobianco y le indicaron que ya el peruano había confesado su verdad'»

Una «Declaración Informativa del Cap. Waldo Panozo Meneses» prestada ante esa Comisión, incluyó por parte de este oficial la entrega un cassette afirmando: » quiero indicar en este caso y quiero hacer la entrega y que se lo escuchen en esta sesión, referente al cassette que se ha grabado de la tortura al súbdito peruano…».

EJECUTADOS.  Para el miércoles, los dados ya estaban echados. El asalto armado era cuestión de horas, en cuanto los agentes consiguieran arrancarle la ubicación de Lonsdale a Evaristo, entre pasada la medianoche del miércoles y las 4:30 de ese jueves siniestro signado por el sadismo y la tragedia.

Lo que pasó el jueves es historia contada: la familia accedió a la intervención armada que fue planificada por la comunidad de inteligencia (Ejército, Policía, Paz Zamora, Capobianco y sus colaboradores y los agentes especiales de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y España) y ejecutada por el comando que disparó la granada hacia el ventanal del departamento donde se encontraba Lonsdale, causando las primeras bajas, según los testimonios de Limaylla y otros en el documental de Pichler.

Rodeadas las casas aledañas, especialmente la azotea de la posterior donde un inquilino quedó inmovilizado por los agentes, fue capturado primero Oswaldo Espinoza, a quien se le obligó a pedir la rendición, minutos después, al grupo de los dos Acasigüe y Limaylla que permanecía en el departamento.

 Posteriormente fueron capturados Miguel Nothdurfter y Luis Caballero, los que saliendo descolgándose al patio aledaño, se habían refugiado en el cuarto de las empleadas de la casa vecina, según los testigos que declaran al final de este recuento. Entre la primera ola de disparos producida a las 6:45 y la última, hacia las 7:05, los dos hermanos Acasigüe y Limaylla abandonaron la casa  advirtiendo que adentro estaban, con Lonsdale, vivos, tres de los guerrilleros.

Hay cuestiones que permanecen en las sombras, aun dos  décadas después: una de ellas es si el charco de sangre en el pasillo de la casa vecina correspondía al cuerpo de MN que cruzó el aire «como un pájaro», no se sabe si vivo o muerto, en todo caso ya quizás eterno; y si la enorme herida en el rostro corresponde a un arma de grueso calibre disparada a boca de jarro, o al impacto del cráneo contra el suelo. Un video incautado al reportero Patiño, de RPT, que captó las imágenes de los presos maniatados en el techo y el callejón, nunca fue devuelto ni conocido más que por el gobierno.

TESTIGO 1. «Muy tarde de la noche ya estaban ubicados en lugares estratégicos varios informantes del Ministerio del Interior, que controlaban las acciones de los jóvenes. Mientras que los secuestradores posiblemente estaban seguros de que no les seguían los pasos y no dispusieron centinelas para descubrir cualquier movimiento extraño en la zona. Mi madre salió a la misa muy temprano y a su regreso ya no pudo ingresar a la casa porque estaba copada por militares y agentes del Ministerio del Interior, de pronto se escuchó un disparo y posteriormente el estallido de una granada de guerra. Identifiqué el artefacto explosivo porque tengo formación militar.

TESTIGO 2.»Los ruidos en el techo de mi casa y disparos me despertaron. Lo primero que hice fue bajar al dormitorio de mi papá y preguntarle qué pasaba. La empleada había sido amenazada por dos personas armadas en el pequeño baño (que queda en un corredor abierto, ubicado al nivel del sótano, en relación a la calle Abdón Saavedra) Mi casa estaba ya con varios policías civiles, unos nueve creo, y detuvieron a las dos personas, las maniataron con sus cinturones, creo y se las llevaron …salieron por aquí (señalando una ventana desde su dormitorio en el  2do piso) que da a un techo de calamina y por donde antes habían llegado los dos… Sí, por ahí salieron policías y detenidos. Ya antes se movían en los techos otros policías y se veía una escalera que estaba colocada junto a la casa de abajo, que colinda con la del Sr. Torres… Uno era delgado, de unos 30 años, calvito. El otro era moreno y de baja estatura. Los detenidos  creo que se rindieron ante la policía que les amarró las manos y los sacó como dije. Aún gritaba uno Viva el ELN. A juzgar por el pantalón y los calzados, parece que uno de los muertos sacados por la casa de Torres era de los que habían sido detenidos en mi casa»

TESTIGO 3. «A eso de las seis y media de la mañana oí ruidos en mi domicilio y salí de mi dormitorio a ver qué pasaba porque nuestro perro se alborotó demasiado. Me ví intimado por un señor que estaba en el techo y llevaba arma con chamarra azul y con pasamontañas. Me encañonó y me dijo que me ponga frente a la pared. Ahí estuve y digamos a los 10 minutos trajeron a la terraza a un muchacho. Estaba cogido del cuello y le hacían gritar en alta voz en dirección a la casa del Sr. Torres. En algunos momentos gritaba  Pancho y en algunos momentos gritaba Francisco: «Pancho, pancho, estamos rodeados, no podemos ya, ya no podemos, rendite hermano, entregate», gritaba el muchacho.

TESTIGO 4. «Yo ví caer del techo a un joven que se desplomó como …como un pájaro. Estaba saliendo creo, caminando hacia adelante con la manos en alto y le llegó una bala. No se si era policía o uno de los terroristas. Después los policías corrieron y lo sacaron

FAMILIAR DE OSWALDO. «Se podía transar, se podía evitar este crimen… a estos muchachos los han asesinado, porque tenemos información de que primeramente los agarraron vivos y después los mataron diciendo que estaban escapando. Oswaldo tiene  tres balazos en la espalda porque dicen que estaba escapando por el techo.

OTROS TESTIGOS. Por supuesto hay otros testigos, incluidos los protagonistas de entonces: jueces, jefes policiales, fiscales, médicos forenses, agentes de la represión, los sobrevivientes de la CNPZ, los periodistas que grabaron las imágenes. Muchos de ellos han preferido guardar la versión completa de lo que les tocó vivir. Paolo Cagnan escribió hace algunos años sobre Northtufter y las razones de éste fueron recogidas para el cine por Pichler. Muchos testimonios fueron conservados por la comisión parlamentaria que investigó el caso en 1995. Alguna documentación está quizá definitivamente perdida. Lo demás sigue entre las sombras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.