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Coca Colla, lo verdadero

Fuentes: www.nikolaskozloff.com

Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll

Coca-Cola: haz sitio, que viene Bolivia.

El pueblo indígena de la nación andina está resentido desde hace mucho tiempo por la usurpación del nombre de su hoja de coca sagrada por parte de la compañía de bebidas estadounidense. Recientemente, el gobierno de Evo Morales anunció que apoyaría un plan para producir un refresco a base de coca que competiría con su homólogo efervescente estadounidense.

Todavía no está claro si la nueva bebida será auspiciada por una compañía privada, por una empresa estatal, o por algún tipo de sociedad conjunta privada y estatal. La nueva bebida se llamará Coca Colla por su relación con la historia antigua: en Bolivia, los quechuas, aymaras y otros pueblos indígenas que descendieron de los incas se conocen como collas.

En una operación que sin duda exasperará a Coca-Cola, portavoces bolivianos han dicho que Coca Colla exhibirá el brochazo negro característico y una etiqueta roja similar a la insignia clásica de Coca-Cola. También se dice que el líquido de Coca Colla es de color negro, como la Coca-Cola, y podría comercializarse tan pronto como abril.

«Coca-Cola nos robó el nombre de nuestra hoja de coca además de acaparar el mercado mundial», dice Julio Salazar, Secretario General de la Federación boliviana de Cultivadores de Coca y Senador por el partido Movimiento hacia el Socialismo de Evo Morales (conocido por su acrónimo en español MAS). «Ya ha llegado el momento de que los verdaderos propietarios de este recurso natural se beneficien de la industrialización de nuestra coca», añadió.

A los bolivianos les gustaría tumbar el estigma negativo asociado a la hoja de coca. Morales, un indio aymara, dice que la coca en su estado natural no daña la salud humana y que la investigación científica ha demostrado que la planta es «saludable». Cuando los traficantes de droga convierten la coca en cocaína, dice Morales, cambian la composición química de la planta.

El presidente boliviano condena tales prácticas y recomienda los usos comerciales de la hoja de coca. La nueva constitución de Bolivia, redactado por el partido MAS gobernante, reconoce que en Bolivia, la coca es «patrimonio cultural, un recurso natural y renovable de biodiversidad y un factor de cohesión social» y añade que la hoja de coca no es un narcótico en su estado natural.

La hoja de coca, que lleva cultivándose desde hace 4.000 años, se suele masticar junto con una pasta amarga de ceniza de madera con el fin de resaltar sus propiedades estimulantes, que son suaves y similares a la cafeína o nicotina. En su estado puro, la coca sirve para alejar el hambre y contrarresta los efectos de la altitud. Muchos campesinos pobres ganan su sustento cultivando la hoja, y la coca se ha utilizado durante milenios en la cocina, en los remedios tradicionales y en las ceremonias religiosas.

De hecho, para los indios andinos, la hoja de coca está estrechamente ligada al mundo espiritual. Empiezan las ofrendas a Pachamama, la Madre Tierra, en agosto para espantar los espíritus malévolos de la temporada seca y para estimular una buena cosecha. Las ofrendas consisten en fetos de llama, dulces de varios colores, hoja de coca y otras hierbas. El yatiri, o sacerdote indígena, quema las ofrendas en una hoguera mientras murmura oraciones a los achachilas, los dioses que habitan en las montañas.

Los poderes reconstituyentes del vino de coca

Aunque el lanzamiento de Coca Colla puede haber tomado por sorpresa al Director de Coca-Cola, no es la primera vez que se ha incorporado la hoja de coca a una bebida comercial. Cuando estuve en La Paz con motivo de la investigación de mi último libro Revolution! South America and the Rise of the New Left (Palgrave-Macmillan), visité el museo de coca de la ciudad donde me enteré de la existencia del vino de coca, llamado Mariani. El vino fue comercializado en Europa en 1863 por el químico y empresario corso Angelo Mariani. El comerciante estimuló la aparición de imitadores, tales como John Styth Pemberton, un empresario de Atlanta que lanzó su propio vino de coca. Más tarde, el estadounidense creó un jarabe que sirvió de prototipo para Coca-Cola.

Después de recoger información sobre los Incas y su amor por la coca, Mariani se dedicó a la horticultura y empezó a cultivar la sagrada hoja andina en su casa. Ingeniosamente, envió muestras de su nuevo vino a gente famosa por todo el mundo con el objetivo de buscar su respaldo.

Y la apuesta de Mariani dio resultado: el comerciante recibió elogios de Emile Zola, Thomas Edison, Buffalo Bill Cody y hasta del Presidente estadounidense William McKinley, de la Reina Victoria y de tres Papas. En 1885, cuando Ulysses Grant moría de cáncer de garganta, bebió vino de coca y se dice que ayudó a aliviar sus dolores.

«Vin Mariani es el reconstituyente por excelencia», cacareó el periódico le Figaro en 1877. «Es el rey de los remedios contra la anemia… Es una tónica que aumenta la secreción de jugos gástricos, estimula el apetito… Vin Mariani tiene la rara ventaja de estimular tanto las actividades musculares como cerebrales».

«¿Y exactamente cuánto reconstituyente contenía Mariani? pregunta Mark Prendergast, autor de For God, Country, and Coca-Cola: The Definitive History of the Great American Soft Drink and the Company That Makes It (Por Dios, la Patria, y Coca-Cola: la historia definitiva del gran refresco estadounidense y la compañía que lo fabrica). «Afortunadamente», comenta «podemos aventurar un cálculo bastante aproximado, ya que un químico que ha estudiado diversos vinos de coca informó en 1886 que Vin Mariani contenía 0,12 gramos de cocaína por onza líquida. La dosificación de la etiqueta indicaba ‘una copa llena’ antes y después de cada comida (media copa para los niños). Suponiendo que en la copa cabe seis onzas líquidas, tres copas diarias equivaldrían a una botella llena de 18 onzas, ó 2,16 gramos de cocaína por día, suficiente para alegrar a cualquiera».

De los licores de coca a la pasta de coca

Siguiendo los pasos de Mariani, parece que las naciones andinas han investigado el mercado con el fin de comercializar otros tipos de bebidas alcohólicas de coca, por ejemplo, Cervecería Peruana, que proyecta exportar una cerveza de coca a países como China y Sudáfrica. Se llama Apu, una palabra mágica que significa dios, poder y riqueza en quechua.

Otra compañía de bebidas boliviana lanzó recientemente un whisky de coca. Se llama Ajayu, que significa alma o espíritu en aymara, y contiene 32% de alcohol. Según el productor de Ajayu, el whisky conserva todas las cualidades esenciales de la coca, «incluyendo más calcio que la leche, más hierro que las espinacas y más fósforo que el pescado».

Los que apoyan el Ajayu esperan que llegue a ser la marca emblemática de Bolivia, de manera similar a la tequila en Méjico. Cada botella de Ajayu contiene 25 gramos de coca, y los productores de la marca esperan exportar la bebida a Cuba o Venezuela.

Históricamente, Mariani abrió el camino para el uso de la hoja de coca no sólo en bebidas, sino también en otros productos como los concentrados de fruta y el té, y se comercializaron grageas dirigidas a cantantes, profesores y otras profesiones que necesitaran tener la garganta en buenas condiciones. Hoy en día, las compañías bolivianas han seguido los pasos de Mariani y utilizan la coca para hacer tés, jarabes, pasta de dientes, licores, caramelos y repostería. En un restaurante italiano en La Paz, los comensales pueden pedir espaguetis de coca hechos de una mezcla de harina de trigo y hoja de coca.

Coca Colla y el orgullo étnico

Aunque la promoción por parte de Bolivia de Coca Colla puede hacer sonreír a algunos, la operación podría contribuir al deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Bolivia. Durante años, los pueblos indígenas de Bolivia han afrontado la guerra contra los narcóticos alimentada por los Estados Unidos que demonizaba la hoja de coca. Para desairar a Washington, los cultivadores de coca de la región de Chapare proyectaron Coca Colla, y ahora es Evo Morales, antiguo cultivador de coca de Chapare, quien ha adoptado el nacionalismo de la coca como grito cultural y político [see my chapter on coca nationalism in my book].

Cuando habla en público, Morales lleva una guirnalda de hojas de coca al cuello y un sombrero de paja adornado con más hojas de coca. Morales afirma que los Estados Unidos buscan intervenir en países latinoamericanos mediante el recrudecimiento de la guerra contra la droga. Alega que la política de Washington no es más que «un gran instrumento imperialista destinado al control geopolítico». El presidente boliviano argumenta que la única manera de eliminar el tráfico de drogas es cortar la demanda.

Morales solicitó recientemente, provocando el levantamiento de cejas en Washington, la eliminación de la hoja de coca de la lista de sustancias prohibidas al amparo de la convención antinarcóticos de 1961 de las Naciones Unidas. En particular, Bolivia quiere modificar dos párrafos del Artículo 49 que prohíben masticar la hoja de coca. Morales masticó hoja de coca durante una sesión de las Naciones Unidas en Viena para demostrar que no es perjudicial. Por supuesto, el Gobierno de Obama anunció su oposición a la propuesta de Morales el día siguiente.

El debate sobre la coca

La diplomacia entre el presidente boliviano y las Naciones Unidas no sorprende si recordamos que Morales empezó su gobierno en enero 2006 con la promesa de poner fin a la erradicación forzosa de la coca. De hecho, el altercado más reciente en las Naciones Unidas es el último de otros contratiempos diplomáticos: en septiembre 2008, Bolivia expulsó al embajador estadounidense Phil Goldberg, acusándolo de «conspiración». Poco tiempo después, Morales suspendió la colaboración oficial con la DEA.

Devolviendo el golpe, el gobierno de Bush suspendió la participación de Bolivia en un programa de exención de impuestos para las naciones andinas, afirmando que Morales no cooperaba suficientemente en la guerra contra la droga. El dirigente boliviano rechazó esta aseveración al hacer referencia a la estadística de las Naciones Unidas que indica que su gobierno ha hecho más que los aliados de Washington, Colombia y Perú, en aprehender los envíos de cocaína. En efecto, las autoridades locales declaran que han confiscado toneladas de cocaína y destruido muchos laboratorios de droga.

Es difícil divisar una salida, dado que la Casa Blanca de Obama no parece muy interesada en dar marcha atrás en la política extranjera de los primeros años de Bush. De hecho, Washington dice que Morales no hace lo suficiente para impedir el tráfico de drogas y ha continuado excluyendo a Bolivia del programa de exención de impuestos.

«Un negro excluido puede excluir a un indio», declaró Morales. «Los llamados indios y negros han sido históricamente los más excluidos, los más marginados», añadió Morales. «Si quiere excluirnos, que lo haga, no nos importa.» En otro asalto del debate, Morales expulsó recientemente al diplomático Francisco Martínez, también por conspiración.

Incremento en el cultivo de Coca Colla

Bromas aparte, el embrollo de Coca Colla aún puede dar una vuelta diplomática de tuerca más. Como su vecino Perú, Bolivia permite el cultivo limitado de coca para uso en cocina, medicina tradicional y ritos religiosos. Pero si la Coca Colla sale adelante, Bolivia tendrá que cultivar más coca, tensando las relaciones con Estados Unidos.

Bajo el derecho boliviano, se puede cultivar hasta 30.000 acres de tierra con coca, pero Morales quiere aumentar esta cantidad hasta casi 50.000 para incrementar la comercialización de la hoja. Con este cultivo incrementado, Bolivia estará bien situada para lanzar Coca Colla. Mientras la promoción de la bebida sin duda irritará a Washington, la operación es políticamente inteligente, ya que Morales recibirá apoyos contra una corporación impopular, al mismo tiempo que aporta recursos bien acogidos por parte de los cultivadores de coca.

«Sea un éxito o no la iniciativa», según el sitio Web ambiental TreeHugger, «Bolivia puede recibir apoyos internacionales al hacer frente a una compañía que muchos ven como una fuerza destructiva capitalista sin sentimientos, mediante un producto que defiende el medio ambiente y el medio de vida de sus productores. No se habla de cómo sabe Coca Colla, pero refrescante es».

Nikolas Kozloff es autor de Revolution! South America and the Rise of the New Left (Palgrave-Macmillan), and No Rain in the Amazon: How South America’s Climate Affects the Entire Planet, que serán publicados por Palgrave-Macmillan dentro de pocas semanas. Su blog es http://www.nikolaskozloff.com/