El presidente argentino repudió a los sectores castrenses que aún reivindican los procedimientos de la última dictadura, a quienes dijo no tenerles «miedo», y reivindicó al Ejército nacional que está «alejado definitivamente del terrorismo de Estado». El presidente argentino Néstor Kirchner dio un duro discurso en repudio a la marcha realizada la semana pasada por […]
El presidente argentino repudió a los sectores castrenses que aún reivindican los procedimientos de la última dictadura, a quienes dijo no tenerles «miedo», y reivindicó al Ejército nacional que está «alejado definitivamente del terrorismo de Estado».
El presidente argentino Néstor Kirchner dio un duro discurso en repudio a la marcha realizada la semana pasada por militares en homenaje a las víctimas de la subversión, y por la que seis oficiales recibieron fuertes sanciones.
«Han ocurrido hechos que no ayudan a la construcción del prestigio (del Ejército)», arrancó Kirchner, en evidente alusión al homenaje a las víctimas de la subversión.
Enseguida, la referencia se volvió explícita. «Me refiero a la participación de integrantes de estas fuerzas en un acto público en el que no sólo se agredió a periodistas, sino que se incurrió en conductas, acciones y palabras a las que no sería temerario calificar de rayanas con la apología del delito al reivindicar el terrorismo de Estado, tal como ha ocurrido el pasado 24 de mayo en la Plaza San Martín», lanzó.
Tras la dura advertencia, ratificó la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil al afirmar que «la inclusión, la equidad y la igualdad que la Argentina necesita requieren Fuerzas Armadas comprometidas con el origen de la Nación y subordinadas al poder popular».
Para el final, el Presidente dejó otro de los pasajes más duros de su discurso. Levantando la voz y dirigiéndose directamente a los oficiales que lo observaban desde el campo, les dijo: «Quiero que quede claro que como Presidente no tengo miedo, no les tengo miedo».
Incluso las últimas frases de su discurso, que duró poco menos de 15 minutos, estuvieron dirigidas a los soldados. «Queremos el Ejercito de San Martín, Belgrano y Mosconi y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos, como fueron los de Videla, Galtieri, Bignone y Viola», por los jefes de la última dictadura militar, de la que hace poco más de dos meses se cumplieron 30 años.
En una nueva ratificación de la política oficial en materia de derechos humanos agregó: «Vengo a reivindicar un Ejército nacional comprometido con el país y alejado definitivamente del terrorismo de Estado».
Tras el discurso, el Presidente se retiró del Colegio Militar de El Palomar sin participar del tradicional desfile previsto para celebrar el aniversario del Ejército que se realizó inmediatamente después.
Kirchner aprovechó el acto para anunciar cambios en el sistema de Defensa nacional. «Nos disponemos a iniciar un proceso de revisión, reconversión y modernización integral del sistema de defensa nacional. Debemos avanzar de manera sostenida en un proceso que permita readecuar y establecer nuevas bases sobre las cuales se debe ordenar el sistema de defensa y las propias Fuerzas Armadas», indicó el jefe del Estado.
De esta manera, dejó explícita su postura, aunque sin dar mayores precisiones, de reestructurar el sistema de Defensa en los próximos meses, y que implica un recorte de poder a los jefes de las tres Fuerzas Armadas.
Entre las reformas previstas se destaca el traspaso de funciones como la decisión de ascensos, la autorización de ejercicios de adiestramiento y la compra de material de los jefes de las tres fuerzas al Estado Mayor Conjunto.
Kirchner aseguró que el proceso de «reconversión» dará a las autoridades civiles «el ejercicio efectivo de la conducción de política de Defensa».
Antes del duro discurso de Kirchner, también el jefe del Ejército, general Roberto Bendini, pareció referirse, aunque no tan directamente, al mismo episodio. «No voy a tolerar actos o acciones que afecten la disciplina o cohesión de la institución», aseguró con vehemencia.
En este contexto, sostuvo que los valores de «libertad, subordinación y disciplina» constituyen «la columna vertebral de la institución» y que los miembros de las Fuerzas Armadas están «obligados moral y reglamentariamente a cumplirlos». Enseguida lanzó una dura advertencia: «Quien no está dispuesto a cumplir con estos preceptos debe abandonar sus filas».