The Intercept, el sitio web fundado por los comunicadores Glen Greenwald, Laura Poitras y Jeremy Scahill y por el inversionista Pierre Omidyar, dio a conocer ayer un documento secreto que forma parte de la información que Edward Snowden filtró al primero y en el que se comprueba que los servicios británicos de inteligencia han desarrollado […]
The Intercept, el sitio web fundado por los comunicadores Glen Greenwald, Laura Poitras y Jeremy Scahill y por el inversionista Pierre Omidyar, dio a conocer ayer un documento secreto que forma parte de la información que Edward Snowden filtró al primero y en el que se comprueba que los servicios británicos de inteligencia han desarrollado un complejo sistema de espionaje sobre Wikileaks y sobre los usuarios que visitan el portal de esa organización. Por medio de diversos sistemas de software y de inteligencia pasiva, el espionaje inglés ha recopilado datos de cientos o miles de personas, ha detectado las direcciones IP desde las cuales se conectan a Internet y ha hurgado, al parecer, en sus perfiles sicológicos. Todo ello, por el simple hecho de que visitaron el portal de Wikileaks.
Tal comportamiento es escandaloso e inaceptable, por cuanto constituye una irrupción indebida en la privacidad de los usuarios de la red, carece de la menor relación con actividades de seguridad nacional -el pretexto con el cual Washington y sus aliados han pretendido justificar, hasta ahora, el espionaje masivo puesto al descubierto por Snowden a mediados del año pasado- y resulta violatorio incluso de acuerdos de inteligencia entre los gobiernos del grupo Cinco Ojos -Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelnda y Canadá-, en los que se estipula que la autoridad de cada uno de ellos se abstendrá de espiar a los ciudadanos de los otros integrantes.
De los reiterados alegatos de Washington y Londres sobre que las tareas de espionaje internético masivo apuntan exclusivamente a terroristas y sospechosos de terrorismo se deriva una implicación ominosa: en su fuero interno, ambos gobiernos consideran que consultar la información publicada por Wikileaks es, en sí, una actividad cuando menos cercana al terrorismo. Ello pone en perspectiva el grado de paranoia a los que han llegado los gobiernos estadunidense e inglés, así como los gérmenes de totalitarismo orwelliano que se incuban en ellos.
Como señaló Gus Hosein, director de la organización no gubernamental Privacy International, personas inocentes han sido convertidas en sospechosas por sus hábitos de lectura. Pero, a lo que puede verse, los funcionarios de ambos países no sólo pretenden impedir por todos los medios posibles la difusión pública de sus abusos y malas prácticas -con lo que violentan la libertad de expresión-, sino también han venido compilando bases de datos de las personas que buscan enterarse de tales asuntos, lo que constituye un atropello al derecho a la información.
Los documentos dados a conocer por The Intercept, finalmente, tendrían que contribuir a crear conciencia en la sociedad del proceder sistemáticamente mendaz de los gobiernos estadunidense y británico y de que cualquier persona puede ser víctima de sus ominosas e ilegales prácticas de vigilancia policial.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2014/02/19/opinion/002a1edi