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Comunicado 3

Fuentes: Rebelión

Al compañero Ricardo Pérez Hernández, en el 30 aniversario de su asesinato a manos del gobierno. A los pueblos de Oaxaca. Al pueblo de México. A los pueblos latinoamericanos y del mundo. A casi treinta años del movimiento democrático universitario y popular que culminara con la salida del gobernador priista Manuel Zárate Aquino, la imposición […]

Al compañero Ricardo Pérez Hernández, en el 30 aniversario de su asesinato a manos del gobierno.

A los pueblos de Oaxaca.

Al pueblo de México.

A los pueblos latinoamericanos y del mundo.

A casi treinta años del movimiento democrático universitario y popular que culminara con la salida del gobernador priista Manuel Zárate Aquino, la imposición en su lugar del general brigadier Eliseo Jiménez Ruíz, la ocupación militar de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, la persecución de sus dirigentes y activistas democráticos, y la instalación de un estado de excepción… un nuevo y más potente movimiento magisterial-popular irrumpió intempestivamente en el espacio oaxaqueño, cimbrando y haciendo entrar en crisis a las estructuras del poder político estatal y sus modos de ejercerlo, bajo la acción de los oprimidos, explotados y marginados de siempre.

Tejida y actualizada desde la experiencia y la rememoración, la nueva protesta social se dirigió contra los intentos torpes y represivos del bloque gobernante -racista, parasitario y caciquil- de reforzar su deslegitimado mando político, en un territorio multiétnico y multicultural, cuya población cuenta con profunda tradición de resistencia comunitaria y lucha popular -pacífica e, incluso, armada-, que en el pasado destituyó a tres gobernadores priistas (Edmundo Sánchez Cano en 1947, Manuel Mayoral Heredia en 1952 y Manuel Zárate Aquino en 1977) e impuso condiciones políticas a la dominación del capital, asegurando un limitado reconocimiento a la cultura y derechos comunitarios, así como a los derechos constitucionales de la población oaxaqueña.

Espoleados por la forma represiva y facciosa de ejercer el poder político, y en el marco de una fuerte disputa por la hegemonía política nacional entre facciones de la clase dominante, los excluidos y ninguneados de la modernidad capitalista, neo-colonial y racista, volvieron a irrumpir en la arena política oaxaqueña, tres décadas después, con profunda y experimentada indignación para expresar con su acción un nuevo ¡ya basta!, contra el desprecio, el despojo y la agresión, así como ante la falta de respeto a los derechos sindicales y ciudadanos, por parte de los señores del poder y del dinero, tras la violenta represión de que fueron objeto los maestros en lucha, el 14 de junio de 2006, por una serie de demandas, destacando entre éstas la rezonificación y reasignación salarial del magisterio oaxaqueño.

El estilo priista mafioso reproducido por Ulises Ruíz Ortiz para golpear a las organizaciones sociales e imponer la modernización y la reestructuración que exigen los grandes capitalistas, detonó una vez más el descontento popular dando lugar a un movimiento de insubordinación que, entre junio y noviembre del 2006, desarticuló al gobierno local, emitió un voto de castigo al PRI y al PAN en las elecciones federales y mostró el poder social que tienen los pueblos cuando se apoyan en sus propias fuerzas; pero también mostró las persistentes limitaciones e inconsistencias, en la visión y en la práctica, de las diversas organizaciones sociales, políticas y político-militares, del complejo proceso oaxaqueño.

La nunca sofocada rebelión oaxaqueña fue y seguirá siendo un espacio de dignidad y libertad para el pueblo en lucha y, en particular, para los jóvenes que aspiran a vivir en un mundo diferente. Fue y seguirá siendo una muestra de la indignación y el hartazgo de las mujeres ante la subestimación no sólo de los varones del poder y del dinero, sino incluso de sus propios compañeros; indignación y hartazgo que las llevó a poner de manifiesto su capacidad en la acción práctica transformadora, y a experimentar un profundo sentimiento de poder y libertad, en la construcción de nuevas relaciones sociales liberadas de la dominación y el autoritarismo que privan en la sociedad capitalista y patriarcal.

El plantón magisterial permanente en el zócalo de la capital oaxaqueña, la multitudinaria toma de edificios públicos, palacios municipales y radiodifusoras, el levantamiento de cientos de barricadas en toda la ciudad y la organización de la autodefensa popular contra los grupos paramilitares y sus caravanas de la muerte, así como la lucha contra las fuerzas federales de ocupación, fueron una muestra del poder social y del control político y territorial alcanzado por la rebelión oaxaqueña, a pesar de los más de 17 ciudadanos asesinados por los grupos policíacos y paramilitares del gobierno priista local, así como de las centenas de ciudadanos golpeados, detenidos y torturados bajo la acción represiva del gobierno panista federal.

Así, mostrando el ingenio y la capacidad de interlocución entre los de abajo y, al mismo tiempo, de interpelación al poder de los de arriba, la toma de radiodifusoras develó el extraordinario papel que pueden desempeñar los medios de comunicación, particularmente los electrónicos, en el terreno de la información y la formación crítica de la sociedad, en la conformación de una nueva comunidad política, así como en el plano de la organización y defensa de los excluidos, cuando dichos medios se encuentran en manos y al servicio del pueblo en lucha, como lo puso de manifiesto la capacidad de convocatoria y organización de los conductores populares, a través de las distintas radios recuperadas en el curso del movimiento.

Dos lógicas de poder, distintas y encontradas, se hicieron presentes durante todo este proceso: la lógica de servicio, o del uso debido del poder político, de raíz comunitaria (rotación y obligatoriedad en el mando, consenso racional, rendición de cuentas, etc.,) y la lógica de dominación, o del uso corrompido del poder político, propio de la modernidad capitalista (mando autoreferente y vertical, acuerdos cupulares, negociaciones bajo la mesa, pago de favores, reparto de cuotas, etc.,), atravesando y vulnerando la dinámica interna de la Asamblea Popular de los Pueblo de Oaxaca (APPO), como alternativa de articulación entre pueblos, comunidades, sectores, organizaciones, grupos y personas, de diversa composición e ideología.

Delineada en los principios rectores del magisterio democrático, la lógica de servicio o del uso debido del poder había permitido derrotar al charrismo, arrancar del control priista a la sección 22 del SNTE y preservar a dicha sección de caer bajo el control de cualquier otro partido, desde al menos dos décadas atrás; aunque sin poder cancelar completa y definitivamente algunas prácticas propias de la lógica de dominación o uso corrompido del poder, tales como el favoritismo, la venta de plazas, las decisiones cupulares, etc., etc.

Por su parte, reproducida por la práctica de las organizaciones o partidos políticos de izquierda o de derecha, electorales o no electorales, la lógica de dominación y el uso corrompido del poder, había conducido a una completa deslegitimación del régimen priista y especialmente del gobierno de URO, dando pie a una coyuntura que nadie había podido prever y que hizo saltar por los aires la supuesta gobernabilidad democrática con que los de arriba han pretendido disfrazar, en todo tiempo, la supremacía del poder y del dinero.

Estas dos lógicas de poder son las que en realidad se ven enfrentadas y constituyen uno de los problemas fundamentales para la construcción y la articulación revolucionaria, no así el falso problema que se derivaría de la aparente oposición entre distintas formas de lucha y del tener que elegir, por ejemplo, entre lucha reivindicativa o lucha política, entre lucha pacífica o lucha armada, entre lucha electoral o lucha antielectoral, etc., pues el pueblo conciente y organizado es quién le da sentido revolucionario a su acción transformadora, independientemente del campo social o político que escoja o en que se encuentre, siempre y cuando dicha acción vaya dirigida a desarticular el orden político que posibilita la reproducción del capital.

Está claro que bajo el régimen de dominación capitalista no habrá solución plena a las demandas populares; pero las pequeñas conquistas pueden permitir la construcción y el fortalecimiento de un poder otro, siempre y cuando critiquemos y revolucionemos- teórica y prácticamente- nuestras relaciones y nuestra práctica política, y construyamos nuevas fuerzas sin anteponer interés particular alguno, para impulsar la articulación de todas las formas de lucha, movimientos y estrategias, y generar la correlación de fuerzas favorable a los de abajo, y a la realización de sus legítimas aspiraciones.

En este contexto, creemos que fue correcta la decisión de la APPO de no participar en el proceso electoral y, al mismo tiempo, de respetar a las organizaciones que decidan hacerlo. Pues dicha postura abre la posibilidad, por una parte, de que la APPO avance en su construcción interna y en la articulación con otras fuerzas y movimientos de izquierda. Y, por la otra, de que sus organizaciones políticas se enfrenten a la disyuntiva de ejercer el ‘mandar obedeciendo’ desde los espacios conquistados o de reproducir el uso corrompido del poder político.

Pero negociar tras bambalinas con URO y los miembros de su criminal gabinete, y otorgarle reconocimiento y legitimidad a cambio de posiciones políticas y/o recursos económicos, alegando supuestos fines democráticos (como lo hace por ejemplo el recién nombrado coordinador de la reforma de estado, el ex senador Héctor Sánchez), o asumir posturas seudo radicales para dejarle la cancha libre a la élite en el gobierno, no es otra cosa que seguirse hundiendo en el lodo del uso corrompido del poder político o formar parte del sucio juego contrainsurgente.

Es visto y sabido que Ulises Ruíz Ortiz sigue sostenido por el gobierno federal espurio, por los sectores patronales más reaccionarios y por una suerte de pláticas y negociaciones con algunas organizaciones que se presumen de izquierda. Y aunque el problema no se reduce a la caída política de URO, es necesario que este caiga, y arrastre tras de si a su equipo de gobierno, cristalizando la consigna que el imaginario colectivo construyó y que alimenta ahora la gestación de un nuevo estallido de insubordinación y sin el cual no habrá transformación política posible.

Pero todavía quedan grandes escollos por salvar, como lo hace notar la nueva fase contrainsurgente encabezada por la sección 59 del SNTE, creada recientemente para dividir y confrontar al magisterio y al pueblo oaxaqueño. Y como lo hace ver el jaloneo y el ‘cochupo’ al interior de las organizaciones y partidos, y fuera de estos, por las candidaturas al congreso local y a las presidencias municipales en el marco de la cercana contienda electoral.

En consecuencia, fortalecer los vínculos solidarios establecidos entre los de abajo, seguir desarrollando la conciencia y la organización social alcanzada en la protesta, transmitir y generalizar la experiencia adquirida bajo la guerra sucia contrainsurgente, reconfigurar la visión estratégica -de construcción, articulación y acción revolucionaria- con base en la experiencia vivida y compartida con el pueblo, y reorientar el esfuerzo de las organizaciones político-militares, entre algunos otros logros de la rebelión oaxaqueña, constituye una necesidad de cardinal importancia, a fin de avanzar en la construcción de prácticas y relaciones justas, y en la construcción de otros mundos de la vida, liberados de la lógica de dominio, explotación y exclusión capitalista.

COMANDO MAGONISTA DE LIBERACIÓN

CML

TENDENCIA DEMOCRÁTICA REVOLUCIONARIA – EJÉRCITO DEL PUEBLO

TDR-EP

¡¡CONTRA EL NEOLIBERALISMO, EL PODER POPULAR!!

¡¡POR EL SOCIALISMO: VIVIR, LUCHAR VENCER!!

¡¡SER PUEBLO, HACER PUEBLO, ESTAR CON EL PUEBLO!!

Oaxaca de Juárez Oax., marzo 2 de 2007.