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Comunicado del Partido Comunista de Bolivia

Fuentes:

La situación que se ha planteado en el país exige de las fuerzas patrióticas, progresistas y revolucionarias la máxima responsabilidad para encarar los peligros que amenazan a la Patria. No se puede caer víctima de ilusiones ni tampoco respaldar acciones aventureras y escuchar cantos de sirena. – Toda esta compleja situación ha tenido su comienzo […]

La situación que se ha planteado en el país exige de las fuerzas patrióticas, progresistas y revolucionarias la máxima responsabilidad para encarar los peligros que amenazan a la Patria. No se puede caer víctima de ilusiones ni tampoco respaldar acciones aventureras y escuchar cantos de sirena.

– Toda esta compleja situación ha tenido su comienzo en la discusión acerca de una ley de hidrocarburos que sustituyera la ley entreguista y depredadora del patrimonio nacional impuesta por Sánchez de Lozada en representación de toda la clase dominante y las transnacionales.

– La larga resistencia del pueblo boliviano logró en Octubre del 2003 expulsar al titular de ese poder oligárquico y proimperialistra, pero no consiguió reemplazar a los que ejercieron el poder y otros, acaso más hábiles en disimular sus verdaderos propósitos, tomaron en sus manos el programa neoliberal y con engaños siguieron aplicándolo.

– Lo demuestra el tramposo y ambiguo referéndum, del que Mesa no aplicó ni siquiera sus aspectos menos controvertidos. En el parlamento se redujeron prácticamente a la nada algunos tímidos avances de la Cámara de Diputados. Pero lo peor vino después: Mesa que hizo el sainete de no promulgarla, ha elaborado todo un plan demagógico para calmar loa ánimos populares y ha enviado sus emisarios a que se adecuen a la nueva ley, lo que no es sino el reconocimiento de algo que ya es nulo de pleno derecho, por haber violado el mandato de la Constitución Política del Estado.

– Toda esta política en favor de las transnacionales y sus sirvientes locales ha sido diseñada para conjurar las amenazas que el olfato de clase le hacía percibir a la oligarquía cruceña en particular: la pérdida del control de los hidrocarburos y las tierras. Esta ha esgrimido con habilidad la bandera de la autonomía departamental y, como es habitual en ella, no ha dudado en violentar el ordenamiento jurídico del país e inclusive pasar a los hechos de una proclamación de autonomía que es un acto directo de sedición y una amenaza concreta a la integridad de Bolivia.

– Desde el campo popular siguen las grandes fallas ya apuntadas y que no se las puede superar por falta de voluntad y comprensión general, a pesar de que existe un fuerte movimiento de masas que otra vez puede ser desperdiciado o cortado bruscamente por la imposición de la fuerza bruta y el terror. La respuesta popular no está unificada. Aunque hay cierta unidad en los objetivos estratégicos: – como el rescate real del derecho propietario sobre los hidrocarburos y luego las otras metas que se ha planteado el pueblo hasta culminar, en una lucha que es de largo aliento, con la nacionalización de los hidrocarburos -, hay mucha discrepancia en torno a los momento tácticos.

– Debe haber claridad que con el actual parlamento no hay posibilidad de lograr los objetivos planteados. Este parlamento refleja una falsa correlación de fuerzas, en la que la derecha reaccionaria y los acomodaticios de siempre, son amplia mayoría. Por tanto es una ilusión, es pedirle peras al olmo, la revisión de la Ley de Hidrocarburos.

– El ejecutivo con Carlos Mesa, ha superado su etapa de aparente equilibrio bonapartista y se ha entregado completamente a los designios de las transnacionales, el imperialismo, la oligarquía criolla y la derecha política.

– Entre tanto las fuerzas del campo popular, no están preparadas para la toma inmediata del poder. Primero debe existir una unificación real con una sola estrategia y táctica y con un programa meditado, realista y factible, capaz de unir a la inmensa mayoría del pueblo boliviano, reflejando los intereses de las clases populares, de las naciones originarias y de las regiones. Estos sectores sociales no tienen por qué estar enfrentados y divergir en sus objetivos. La división, ya es sabido, viene de afuera y de arriba. De afuera a cargo de múltiples canales, algunos incluso dueños de un lenguaje aparentemente revolucionario, pero en el fondo anticomunista. Podemos afirmar que han infiltrado el movimiento obrero y popular agentes que responden a agencias del imperialismo. De adentro esta la infiltración, convergente con la anterior, de gentes del movimiento obrero y popular que ofician de agentes directos o de tontos útiles a los designios de la reacción y la derecha.

– No se puede olvidar, ni por instante, los [planes del exterior, desde el Comando Sur de los EUA, el militarismo chileno y otros intereses transnacionales que Bolivia puede ser objeto hasta de una invasión de tropas extranjeras que vendrían a consolidar un división del país, nada más y nada menos, que por nuestra riquezas naturales y sobre los hidrocarburos.

– Finalmente hay que decir que aunque aparentemente sea una salida «tibia» y no satisfaga la ansiedad popular por un cambio inmediato, que la única vía razonable, en el momento, es presionar para el adelantamiento de elecciones generales, antes de cualquier otro ejercicio en las urnas (referéndum, elección de prefectos y hasta constituyente). La izquierda y las fuerzas populares, tendrán un espacio de tiempo para articular y unir sus fuerzas en un amplio bloque patriótico, popular, antioligárquico y antimperialista.

– Es necesario excluir el sectarismo y el caudillismo. La obra de salvar a Bolivia de la desintegración, de organizar un gobierno que haga respetas la independencia y la soberanía nacional es obra de todos los pueblos que habitan el país de todas las clases y sectores hoy explotados, oprimidos y discriminados.

Marcos Domich Ruiz
Partido Comunista de Bolivia
Comité Central