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Entrevista al caricaturista Antonio Helguera

«Con la caricatura política logramos abrir los márgenes de la libertad de expresión»

Fuentes: Rebelión/Clarín de Chile

En entrevista con Clarín.cl Antonio Helguera (1965), caricaturista del periódico La Jornada y del semanario Proceso, repasa la historia del cartón político entre las páginas del Chahuistle y El Chamuco: «Nuestra revista es un vehiculo para politizar e informar al pueblo, en el país predomina la despolitización y la desinformación mediante la manipulación de los […]

En entrevista con Clarín.cl Antonio Helguera (1965), caricaturista del periódico La Jornada y del semanario Proceso, repasa la historia del cartón político entre las páginas del Chahuistle y El Chamuco: «Nuestra revista es un vehiculo para politizar e informar al pueblo, en el país predomina la despolitización y la desinformación mediante la manipulación de los principales periódicos y televisoras, que ocultan la información, tergiversan, mienten y difaman. Con El Chamuco logramos abrir los márgenes de la libertad de expresión; el propósito es crear un semillero para que se formen nuevos caricaturistas».

Helguera , Rius y El Fisgón fundaron -en 1994- la revista El Chahuistle, sin embargo se vieron obligados a cerrarla por el eterno problema del humor gráfico: la falta de editores honestos y la inanición inducida por el neoliberalismo. En 1996 reaparecieron «Los hijos del averno», desde entonces y con un sexenio de interrupción, El Chamuco continúa satirizando a la clase política y a los poderes fácticos. Por otra parte, Helguera suele ilustrar libros para la colección A la orilla del viento del Fondo de Cultura Económica, mientras prepara una antología crítica sobre la Iglesia Católica y reinventa la mitología de los personajes fantásticos del mundo rural mexicano y de la fauna urbana con los nuevos Monosapiens, en la legendaria página de Proceso que dejó vacante Roberto «El Negro» Fontanarrosa.

MC.- ¿Cómo llegaste al mundo de la caricatura política?

AH.- No lo sé bien, era muy joven, son esas decisiones que tomas sin darte cuenta de las consecuencias; desde niño había dibujado y de hecho me llamaba la atención la caricatura política -incluso antes de entenderla-, había mucho humor gráfico en mi casa, llegaba el periódico Excélsior que en esa época publicaba los célebres cartones de Abel Quezada, tengo el recuerdo de mis padres riendo con las caricaturas de Quezada, en casa también había libros de Rius. Cuando Luis Echeverría intervino y expulsó a Julio Scherer de Excélsior inmediatamente fuimos lectores de la revista Proceso, y del periódico Unomásuno, entré en contacto con el humor gráfico de Naranjo y Fontanarrosa en Proceso y con las caricaturas del grupo de Unomásuno, encabezado por Magú. Cada vez me sentía más cercano a la caricatura, sin embargo, por alguna razón que no podría explicarte yo pensaba estudiar derecho, me inscribí en la UNAM pero no lo soporté y acabé haciendo dibujos, primero en la sección Internacional del periódico El Día, después llegué a La Jornada -en 1985- y desde entonces es mi casa, además he colaborado en Proceso -junto a José Hernández dibujamos la sección Monosapiens– y echamos a andar El Chamuco, proyecto que ha funcionado intermitentemente desde 1994, bautizado como El Chahuistle en 1995, luego El Chamuco (1996-2000) y la segunda época de «Los hijos del averno» inició en 2006 hasta la fecha.

MC.- Durante 25 años en La Jornada has dibujado junto a los más importantes caricaturistas de México, por si fuera poco eres cofundador de El Chamuco, y con «Hernández» reinventaron la página que perteneció al gran historietista argentino «Fontanarrosa» en Proceso. Ante la falta de espacios, ¿cómo se logra permanecer en un medio tan competitivo?

AH.- Es sumamente complicado llegar, lo que sí he aprendido es que todo depende del esfuerzo, al ser un oficio autodidacta, no existe una universidad para titularte de caricaturista, así que requieres de disciplina y de mucha autocrítica. Con los años aprendí que los buenos caricaturistas son personas rigurosas con su trabajo, es la única manera de hacer que tus cartones sean buenos y encuentres la posibilidad de publicar; por supuesto hay otros obstáculos, quedan pocos espacios, los caricaturistas solemos quedarnos a trabajar en un periódico de por vida, por ejemplo Naranjo viene publicando en Proceso desde el primer día, otro caricaturista que yo admiro Helio Flores lleva años en El Universal, por su talento no es de extrañar que mantengan su trabajo. Es muy fácil flojear, porque aparentemente es un oficio chistoso y divertido, pero como cualquier otro oficio requiere concentración, esfuerzo, disciplina, lecturas y preparación, si te dedicas al trazo simplón y eres autocomplaciente la cosa saldrá mal y serás un desempleado.

MC.- ¿Por qué la interrupciones en la publicación del Chamuco?, ¿crisis financieras o censura del régimen neoliberal?

AH.- Es un tema interesante, porque antes del Chahuistle (1994) no se había publicado una revista de caricatura política en México desde 1980, cuando dejó de circular La Garrapata, también fue intermitente y tuvo muchos problemas. La Garrapata enfrentó la hostilidad gubernamental y el boicot de los impresores y distribuidores; La Garrapata «El azote de los bueyes» inició en 1968 como consecuencia de los movimientos sociales y combatió la censura del régimen del PRI.

En nuestro caso fue distinto, El Chahuistle salió en 1994, no fue casual era el último año del autoritario Carlos Salinas, el gobierno presionaba a los medios para controlar lo que se publicaba, yo lo viví en La Jornada, su director era muy presionado y muchas caricaturas que hicimos para La Jornada sobre el régimen de Salinas se quedaron sin publicar; entonces, en el último año de Salinas decidimos salir con la publicación de El Chahuistle, la fundamos junto con Rius y El Fisgón para decir lo que no pudimos durante 5 años, comenzamos a subir el tono de la revista ante la gravedad de la represión, ante el levantamiento zapatista y los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, 1994 fue un año muy difícil para el régimen del PRI y creo que no tenían tiempo ni ánimo para cerrar una revista de caricatura política, así que pudimos publicar todo y subir el tono de la revista poco a poco; recuerdo que un día publicamos todos los chistes que se hacían sobre Salinas y que nadie se atrevía a publicar, incluso los que vinculaban a Salinas con el asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio.

El Chahuistle no siguió por el eterno problema de lidiar con los editores, en México existe una cultura editorial muy pobre, básicamente los editores tienen en la mira hacer dinero y si pueden escamotearle los derechos al autor qué mejor; enfrentamos serios problemas con el primer editor -Fernando Mendizábal-, nos dimos cuentas de sus turbios manejos y rompimos con él, todavía tuvieron el descaro de seguir publicando El Chahuistle -apócrifo, con otros dibujantes-, pero naufragó solito, los lectores abandonaron esa copia pirata de nuestro proyecto.

Nos tomamos un año sabático mientras encontrábamos otro editor, no pudimos conservar el nombre del Chahuistle, el copyright se lo robó el editor Mendizábal; así que registramos como propiedad intelectual compartida «El Chamuco», esta vez todo salió bien, con mucha fuerza, publicamos un tiraje de 60,000 ejemplares, se distribuyó en kioscos de periódicos y librerías, con monigotes gigantescos de Rius anunciando la revista, fue un arranque muy fuerte para El Chamuco, pero al cabo del tiempo nos dimos cuenta que los nuevos editores andaban haciendo trapacerías. Lo que nosotros siempre quisimos era hacer nuestros dibujos y difundirlos sin preocuparnos de la contabilidad, así que por ahí te «brinca la liebre».

El Chamuco duró de 1996 al año 2000, durante todo el tiempo le dimos durísimo al último gobierno del PRI de Ernesto Zedillo, lo tratamos muy mal, lo criticamos con virulencia, rompimos temas tabú, nos metimos en contra del Ejército y de la Iglesia Católica, recuerdo un número dedicado a la Virgen de Guadalupe y otro para denunciar al pedófilo Marcial Maciel fundador de Los Millonarios de Cristo -estoy hablando de la década de 1990-, la Legión de Cristo maniobraba para controlar económicamente a los medios de comunicación cerrándoles contratos de publicidad. Nos brincamos todas las trancas y de hecho, creo que logramos abrir los márgenes de libertad de expresión, al menos para los caricaturistas. Cerramos la publicación del Chamuco después de la elección de Fox, porque queríamos ver qué pasaba con la salida del PRI y descansar para dedicarnos a nuestros proyectos individuales; muchos nos dijeron que hicimos mal, porque Fox era una caricatura andante, una fuente inagotable de humor involuntario, y en verdad las declaraciones de Fox eran como un chiste mal contado (risas); durante todo el sexenio de Fox no salió El Chamuco; El Fisgón y yo trabajábamos a diario en La Jornada, José Hernández comenzaba en Milenio Semanal y hacíamos juntos la sección Monosapiens.

Rius seguía con sus libros y Patricio con Los Miserables en Milenio Diario; así que decidimos volver a sacar al Chamuco para las elecciones de 2006, se nos ocurrió porque desde el 2005 se dejó ver que sería una elección muy sucia, que el gobierno panista estaba haciendo lo imposible por bloquear el camino de López Obrador, se inventaron la historia del desafuero, se transmitían anuncios en la televisión pagados por empresarios relacionando a López Obrador con Hugo Chávez, porque representaba un «peligro para México».

MC.- ¿Cómo olvidar la ignominia panista al insultar en spots de televisión a Elena Poniatowska?

AH.- Sí, la guerra sucia fue atroz, hasta por Internet te enviaban cada basura publicitaria; era el momento para que El Chamuco dijera algo, hicimos un número dedicado a las elecciones presidenciales y legislativas del 2006 con el editor Grijalbo, en la presentación dijimos: «vemos una fiesta de lodo, las campañas se convirtieron en un lodazal repleto de insultos y no queremos quedarnos afuera, vamos a participar», los cartones eran durísimos, recuerdo que lo más violento que dibujé para ese número fue un Salinas abriéndose la gabardina, mostrando el miembro viril y la punta de la cabeza era la cara de Calderón, me divertí tanto. El Fisgón declaró en una entrevista que el fraude electoral era inminente y que nos impondrían a Calderón, así que sacaríamos al Chamuco para estar «chingando» a Calderón durante todo el sexenio.

Mario, aquí abro un paréntesis porque mucha gente dice que hay más pruebas del fraude electoral de 1988 que del 2006, cuando en realidad es al revés: evidencia del fraude electoral de 1988 casi no tenemos, pero del 2006 las pruebas son abundantes y se han incrementando, desde conversaciones telefónicas de Elba Esther Gordillo -dirigente magisterial- con algunos gobernadores del PRI donde les agradecía el apoyo y movilización para comprarle votos a Calderón, está la llamada telefónica del Secretario de Comunicación de Fox, diciéndole a un gobernador «hasta te pasaste»; todos escuchamos las confesiones de Fox y Manuel Espino cuando dijeron de las negociaciones con los gobernadores para derrotar a López Obrador, Fox dijo que «cargó los dados en contra de AMLO», el mismo Instituto Federal Electoral (IFE) reconoció que la campaña de 206 fue inequitativa, pero no la anuló, el IFE señaló que Fox había intervenido en la elección de forma ilegal, lo que resulta motivo de anulación, pero no se atrevieron; la evidencia de fraude electoral sobra, así que cumplimos con la palabra del Fisgón de «chingarnos» a Calderón todo el sexenio, esta vez no con un editor, sino que nos asociamos con el periodista Federico Arreola -anterior director de Milenio Semanal-, hasta que tuvimos un desencuentro con Federico, pero no por las razones anteriores, esta vez el editor no nos robó, pero desgraciadamente Federico es un hombre de mil proyectos y abandonó la administración del Chamuco, la dejó en manos de terceros y El Chamuco se estancó económicamente, a eso se sumó la quiebra de una casa distribuidora, el Despacho Gómez Conchado sí nos robó el dinero de una edición completa, dejándonos al borde del precipicio, así que por primera vez decidimos que los moneros tomaríamos las riendas administrativas del Chamuco, no quiere decir que nos convertimos en contadores, pero básicamente la responsabilidad recae en una hermana de José Hernández, la revista se está recuperando del bache, casi la cerramos, revertimos los problemas porque vimos las posibilidades de rescatarla, a costa de alargarle los pagos a nuestros colaboradores, pedirles su comprensión y a costa de no cobrar nosotros y endeudarnos con los impresores, de a poco hemos subsanando las deudas, lo importante es que no hemos interrumpido la publicación del Chamuco. Nuestro propósito es crear un semillero para que se formen nuevos caricaturistas, porque efectivamente no hay suficientes espacios en los periódicos, nadie contrata a los nuevos talentos, tampoco en las revistas.

MC.- Comenzaste en la sección Internacional del periódico El Día, pero en la actualidad todas tus caricaturas tienen que ver con México y en su gran mayoría El Chamuco tampoco tiene un perfil bolivariano o internacionalista…

AH.- Pasan varias cosas, creo que siempre ha sido así con la caricatura política en México: el país es un conflicto en ebullición y estamos atentos lo que pasa aquí adentro, desde principios del siglo XIX hasta la fecha, por ejemplo, el sexenio de Calderón es un desastre y nos atrae toda la atención y todo nuestro trabajo crítico va en contra de su gobierno y la militarización; sentimos que el país está siendo desmantelado y despojado por el PRI y PAN, aspiramos a evitarlo, no podemos quedarnos callados frente la destrucción de México.

Por eso los temas internacionales nos pasan inadvertidos, excepto cuando son muy graves, yo dibujé muchas caricaturas para temas internacionales durante el gobierno de Bush, porque era una cosa espantosa, implementó en Estados Unidos un sistema de censura eficaz y terrible, por supuesto cometió crímenes de lesa humanidad en las invasiones que desató en Medio Oriente con el pretexto de la «guerra contra el terrorismo», parecida a la «guerra contra el narcotráfico» de Calderón, que ya reconoció que no es una guerra. Rara vez dedico mi trabajo a noticias internacionales, estaba pensando en el tema de Egipto, no sé cómo abordarlo, no sé cómo dibujar una caricatura sobre la revolución egipcia…

MC.- En La Jornada -del 2 de febrero- dibujaste a la espuria canciller de México recomendando no viajar a Egipto…

AH.- Sí, pero es un cartón sobre cómo actúa México, no trata de Egipto. Me cuesta trabajo hacer caricaturas de sucesos internacionales, le estoy dando vueltas a mi cabeza, en cambio los temas nacionales los tengo bien resueltos, sobresalen las ejecuciones, la violencia, la militarización, la embestida contra los trabajadores, se avecina la reforma laboral, hay un montón de temas graves en el país. Y eso se refleja en la revista, entendemos al Chamuco como un vehiculo para politizar e informar al pueblo, en el país predomina la despolitización y la desinformación mediante la manipulación de los principales periódicos y televisoras, que ocultan la información, tergiversan, mienten y difaman; El Chamuco aspira a contrarrestar la desinformación y manipulación de los mass media.

MC.- La oligarquía neoliberal es inmune a la caricatura política, ¿qué repercusiones ciudadanas despierta el humor gráfico?, lo pregunto por la campaña de «Rius»: No más sangre…

AH.- En primer lugar no nos dirigimos a los políticos, aprendimos que son sordos, ciegos, cínicos, pero no mudos porque hablan mucho. Nuestro trabajo está dirigido a la gente, a los lectores y sí repercute, existe un núcleo importante de gente que se mantiene informada, que son críticos, que evitan enajenarse con la televisión, gente que lee El Chamuco, Proceso y La Jornada; en México tenemos un foco de resistencia muy importante. Por ejemplo, la campaña «No más sangre» me sorprendió por varias razones: que a Rius se le ocurriera iniciarla, justo cuando el régimen pretende acostumbrarnos a la violencia; me sorprendió el poder de convocatoria de Rius, es una de las pocas personas en México con autoridad moral; me sorprendió la repercusión social y que incluso logró atraer la atención de los medios de comunicación -no de Televisa, por supuesto-, participamos en radio, en otros canales de televisión y prensa escrita…

MC.- Recientemente te vimos con Carmen Aristegui en CNN…

AH.- Sí, repercutió en la prensa internacional, también me entrevistaron los corresponsales de una televisora sudamericana; incluso en Facebook todavía verás logotipos de «No más sangre» y grupos de opinión sobre la campaña «Basta de sangre», quizás sales a las calles y ves una normalidad, pero hay una movilización de conciencias y seguramente la ciudadanía le pasará la factura a Calderón en 2012, mucha gente está dolida, de luto, el país está repleto de huérfanos y de viudas, el narcotráfico no desaparece y la violencia crece cada día, Calderón llevó al país a un desastre, a un baño de sangre, si las cosas siguen así tendremos un futuro incierto.

MC.- ¿Qué piensas al ver tus caricaturas impresas en gigantografías durante las marchas de protesta?, por ejemplo en los plantones del Sindicato de Electricistas o ante la salida del protector de pedófilos Mario Marín…

AH.- Me da mucho gusto ver mis cartones en las marchas, ocurre desde la década de 1980, pienso que mi trabajo tiene una utilidad más allá de su publicación en el periódico. En el caso de Marín una caricatura mía prácticamente cobró vida, cuando se destapó el escándalo de la detención ilegal que sufrió Lydia Cacho, yo dibujé una caricatura muy dura contra Marín -usualmente no la habría publicado en La Jornada– vestí al gobernador Mario Marín de puta, con minifalda, medias de ala de mosca, zapatos de tacón, un top cubriéndole las tetas y sus conocidas botellas de coñac; era un desahogo personal, porque yo conozco a Lydia Cacho desde la infancia, en la escuela primaria yo era amigo de su hermano, entonces yo estaba doblemente indignado por la detención ilegal que sufrió Lydia Cacho, mi expresión de indignación resultó un merecido insulto contra Marín.

Una semana después de haber publicado mi cartón en La Jornada hubo una manifestación en Puebla contra Marín, la marcha más grande en la historia de Puebla, cuando vi las fotos de la manifestación me llevé una gran sorpresa porque varias personas cargaban un monigote gigante de papel maché con todas las características de mi caricatura, habría cobrado vida. De haber sabido que la estaban haciendo en papel maché les hubiera ayudado, eso me hizo saber que mi trabajo va bien, que estoy en contacto con la gente, que tengo cercanía con los movimientos sociales, porque sabemos quiénes son los caricaturistas complacientes y conservadores.

Ser moneros contestatarios nos provoca conflictos y ataques por parte de los voceros del régimen, una vez tuvimos problemas por una historieta que no quiso publicar Proceso, pero que sí circuló en Internet, donde nos burlábamos de los conductores de Televisa: de Brozo a López Doriga, de Adela Micha a Loret de Mola, algunos manifestantes imprimieron cuadros enormes de la historieta y los plantaron en el Zócalo, provocando la molestia de los aludidos, hablaron indignados a La Jornada y el periódico no tenía nada que ver, no era una historieta para La Jornada, nos divertimos tanto con la reacción de los conductores de Televisa, si la gente retoma nuestro trabajo y sale a la calle a protestar y los aludidos se «encabronan», quiere decir que vamos bien.

MC.- Finalmente, todos los caricaturistas en México editan libros sobre distintos proyectos: José Hernández y el cine (UNAM, 2008), Rogelio Naranjo y los retratos de escritores (UNAM, 2005), José Palomo y sus Literatos (FCE, 2007), Rafael Barajas «El Fisgón» entre la curaduría de arte y la historia de la caricatura (FCE, 2005-2009), Helio Flores y El hombre de negro (FCE, 2007), etcétera. ¿En qué trabaja «Helguera» cuando no dibuja cartones políticos?

AH.- En nada (risas), tengo un proyecto de libro, lo que pasa es que soy desidioso, he conversado el proyecto con Braulio Peralta -editor de Planeta en México-, sobre caricaturas satanizando a la Iglesia Católica, ya seleccioné los cartones, el tema lo hablé con Braulio varias veces, incluso en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, pero no lo hemos concretado, habrá que darle un contexto, seguramente invitaré a un intelectual para que escriba el prólogo, llevo dos años atorado en ese proyecto. Además voy a colaborar en un libro de Norma Muñoz Ledo, ella hizo una investigación sobre la mitología mexicana y los personajes fantásticos del mundo rural, es un libro extenso y me ha pedido que lo ilustre, me gustó mucho lo que leí y de hacer las ilustraciones serían para este año, probablemente le pediría ayuda a mi colega Hernández porque es mucho trabajo y no creo poder hacerlo solo. No dibujo otras cosas porque no tengo tiempo, soy muy lento trabajando, cada cartón lo hago muy despacio, soy disperso y distraído, espero concretar ambos libros.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.