Ante la falta de credibilidad y liderazgo, la derecha boliviana, con claras indicaciones del régimen de Estados Unidos, apuesta por los conflictos locales de baja intensidad para desgastar al gobierno del presidente Evo Morales, y crear una imagen de caos de cara a las elecciones de 2014 en esta nación andina. Desde ya los maltrechos […]
Ante la falta de credibilidad y liderazgo, la derecha boliviana, con claras indicaciones del régimen de Estados Unidos, apuesta por los conflictos locales de baja intensidad para desgastar al gobierno del presidente Evo Morales, y crear una imagen de caos de cara a las elecciones de 2014 en esta nación andina.
Desde ya los maltrechos partidos opositores, y sus cabecillas sin protagonismo y respaldo alguno, ensayan la estrategia de corroer la unidad de los bolivianos en diferentes puntos de la geografía nacional, instigando y exacerbando añejadas diferencias territoriales y étnicas.
Washington y sus súbditos en este Estado sudamericano no tienen otra alternativa que apostar por promover el racismo y echarle leña a viejas divergencias entre los habitantes de las ciudades y del campo, heredadas del colonialismo español y de predecesores gobiernos neoliberales.
El propósito es tratar de erosionar al ejecutivo de Bolivia y especialmente a su mandatario, previo a los comicios del venidero año, en los cuales Morales se vislumbra como el eventual vencedor, ante la falta de un contrincante con posibilidades reales de enfrentarlo.
La administración norteamericana y sus tentáculos desestabilizadores, empeñados en interrumpir a toda costa el proceso revolucionario de cambios que se escenifica en este país latinoamericano y destronar a su líder, conocen muy bien lo descalabrada que está la derecha tradicional boliviana.
Saben de igual manera que no se vislumbra un candidato opositor que pueda rivalizar con Morales, pese a que han intentado construirlo sin conseguir hasta el momento su objetivo.
De otro lado, están al tanto de los triunfos logrados en los últimos tiempos por el presidente de Bolivia en diferentes escenarios, que han favorecido la unidad de este país, y le han proporcionado un notorio prestigio a nivel mundial.
Entre esas victorias, sobresale el haber colocado en la palestra pública internacional la reiterada demanda marítima de Bolivia a Chile por su salida al mar, lo cual ha tenido además un gran impacto en el panorama político nacional, y se ha convertido en un elemento más de respaldo a Morales.
También destacan el reconocimiento por la ONU del Acullico (masticado de coca), y la promoción por esa organización mundial de la Quinua, un ancestral cereal cultivado en estas tierras andinas de excepcionales propiedades nutritivas.
Nadie duda, ni siquiera Washington, que Morales se ha convertido en un líder latinoamericano, y de facto en un peligro para los intereses de dominación de la Casa Blanca en esta región, por sus rotundas posturas antiimperialista y a favor de la integración de la Patria Grande.
No han sido pocas las ocasiones que el mandatario boliviano ha denunciado a Estados Unidos por su irrespeto e injerencia en los asuntos de America Latina, por sus flagrantes violaciones de los derechos humanos, y por su política de imposición y opresión.
Más claro que el agua, Morales es hoy un escollo para la administración norteamericana, al que hay que tratar de deponer a cualquier precio.
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