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Conocimiento libre, sociedad del riesgo global y ciudadanía cosmopolita

Fuentes: Fiap

Conocimiento y desconocimiento son elementos clave para construir comunidades posnacionales donde tengan cabida nuevas formas de acción política y social, capaces de desmercantilizar y liberar la sabiduría colectiva en la Sociedad del Conocimiento y Riesgo Global.

El conocimiento (en el sentido cartesiano del término, es decir, la consciencia de saber que se saben ciertas cosas y, en consecuencia, de que se desconocen otras) es un atributo estrictamente humano que, sin embargo, requiere determinadas condiciones sociales y amplios espacios de libertad para su generación, aprendizaje, interiorización, sistematización, transmisión y aplicación.

El conocimiento es libre por naturaleza y, ciertamente, puede generarse en soledad, pero solo es fecundo dentro de un contexto social porque tiene la capacidad intrínseca de adquirir su máximo valor en tanto se transmite y es compartido de forma libre y abierta . Por eso, cuanta más libertad y sociabilidad, hay más conocimiento, y por eso, también, es una aberración pretender cosificarlo y hacer de él una mercancía privativa orientada al lucro y la exclusión, en vez de considerarlo un patrimonio colectivo de la humanidad.

Sostenibilidad del Conocimiento Libre.

Pero, si la generación y uso del conocimiento demandan libertad y sociedad, también es cierto que toda sociedad requiere organización, lo que supone inevitablemente admitir ciertas estructuras de poder que, en determinadas circunstancias, pueden limitar o, al menos, condicionar la libertad. A nadie se le oculta que el poder –ya sea político, económico, o de cualquier otra naturaleza– necesita del conocimiento y que, cuando esa instancia de poder no está suficientemente controlada, acaba privatizando el conocimiento y apropiándose de aquello que es patrimonio colectivo. Ha ocurrido siempre y, lamentablemente, seguirá ocurriendo, pero ahora tenemos en nuestras manos la posibilidad de romper en parte esa dinámica perversa.

En efecto, hoy es posible planteárselo en esta modernidad reflexiva y radicalizada que nos ha tocado vivir, donde algunos autores la identifican con la modernización del conocimiento, esto es, con cuestiones de distribución, circulación, consumo y potenciación, y la sustancia y las formas del conocimiento, así como de los conflictos resultantes… En opinión de estos autores (Giddens, Lash, Beck…) la modernización reflexiva es una modernización del conocimiento, mediante la que los fundamentos de la vida y la acción sociales (y, por tanto, también los fundamentos del pensamiento y la investigación sociológicos) se hacen cuestionables, reorganizables y reestructurables . Se empieza a observar, por tanto, el surgimiento de nuevos tipos de conflicto mediante tipos diferentes de conocimiento, que son, simultáneamente, tipos de certeza e incertidumbres.

Se trata de volver al fundamento último del conocimiento y replantearse sus sistemas de generación y distribución, cuestionarlos y reorganizarlos en función de la acción social, de la vida y no del mercado.

Muchos autores apuestan ya por esta línea, pero, sobre todo, la acción colectiva característica de la red hace imparable esta nueva visión, cuyo objetivo –como venimos defendiendo en fiap desde hace años–  no debe ser otro que la apropiación social del conocimiento.

Nuevas formas de conocimiento, nuevos conflictos.

El cuestionamiento de las bases del conocimiento que proponemos asienta determinadas certezas pero también trae al primer plano la importancia de sopesar las incertidumbres (riesgos) que se derivan del desconocimiento, particularmente en lo relativo a las posibles nuevas formaciones de clases dentro de la sociedad reflexiva como consecuencia de las fracturas y múltiples estratificaciones sociales que se están poniendo de manifiesto en función del tipo de acceso y uso de las tecnologías digitales.

En este sentido, la Sociedad de la Información y las Comunicaciones está sometida a la tensión entre la » racionalidad comunicativa » de Habermas y el » poder discursivo » de Foucault, y puede observarse cómo, sobre la base de polémicos horizontes cognitivos, morales y estéticos del conocimiento, se negocian y establecen nuevas reglas respecto a qué queda dentro o fuera de la modernidad. En definitiva, cuáles son las nuevas reglas de inclusión o exclusión social en la sociedad cibernética y global del siglo XXI.

En este contexto, parece indudable que, no sólo el conocimiento, sino también el desconocimiento y las «consecuencias no deseadas» de muchas de las iniciativas que emprendemos son elementos clave para construir o reconstruir comunidades en torno a la percepción y socialización del riesgo. Asistimos, por lo tanto, al surgimiento de nuevos conflictos de la mano de los diferentes tipos de conocimiento que, a su vez, constituyen simultáneamente nuevos tipos de certezas e incertidumbres. Sin embargo, no hay motivo para la desesperanza, puesto que éstas pueden convertirse en una poderosa base de comunidad posnacional para la acción política y social, capaz de liberar y desmercantilizar el conocimiento en la Sociedad del Riesgo Global.

Hay espacio, por consiguiente, para resolver a favor del Conocimiento Libre los límites hasta ahora impuestos por el poder político y económico que ha venido empaquetando y mercantilizando todo tipo de conocimientos, mediante reglas y normas (patentes, cánones preventivos, derechos de autor, propiedad intelectual, etc.) cada vez más insostenibles.

Conocimiento global, ciudadanía global.

La sociedad digitalizada y globalizada requiere una nueva cibercultura y una nueva ciudadanía cosmopolita que favorezca la liberación del conocimiento. Lo cierto es que disponemos de mecanismos e instrumentos de acción política y social para eliminar las barreras a través de nuevos movimientos globales y de las comunidades posnacionales.

Iniciativas como Creative Commons y el movimiento o comunidad del SW libre son buenos ejemplos de ello. Pero, más allá de trasladar al movimiento del Conocimiento Libre las libertades y derechos del SW Libre con carácter general, interesa aprovechar las contradicciones que la propia modernización reflexiva del conocimiento genera como otra clase de conocimiento: el desconocimiento.

Se trata, en definitiva, de trabajar para construir una cibercultura basada en una nueva ciudadanía cosmopolita que, a diferencia de los capitalistas globales , esté constituida por ciudadanos globales . Por ello apostamos.

Rafael Casado
, sociólogo y presidente de fiap 

http://www.fiap.org.es/index.php?option=com_content&task=view&id=842