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Conspiración separatista deviene de hace medio siglo

Fuentes: La Epoca

Sorpréndase. Los afanes separatistas en los que trabajan con empeño grupos cívicos, empresariales y políticos de algunos departamentos de la Media Luna devienen desde hace poco más de medio siglo cuando por detrás de la pugna por el poder entre el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y Falange Socialista Boliviana (FSB) se cernían oscuros intereses provenientes […]


Sorpréndase. Los afanes separatistas en los que trabajan con empeño grupos cívicos, empresariales y políticos de algunos departamentos de la Media Luna devienen desde hace poco más de medio siglo cuando por detrás de la pugna por el poder entre el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y Falange Socialista Boliviana (FSB) se cernían oscuros intereses provenientes del exterior y del interior del país.

Mediante documentos, el alto dirigente del Partido Socialista Uno (PS-1) de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Walter Vásquez Michel, hizo conocer a LA ÉPOCA uno a uno los pasos que tejieron desde la década de los años 50 algunos sectores y dirigentes orientales para promover la división de Bolivia.

Vásquez Michel era número dos del PS-1 y un colaborador incondicional de Quiroga Santa Cruz, quien murió en el golpe militar encabezado por el general Luis García Meza en julio de 1980 cuando se reunía en la sede de la Central Obrera Boliviana (COB) en La Paz para planificar la resistencia al movimiento insurreccional. Vásquez es un político orureño que estuvo detenido por varios años en cárceles y campos de concentración durante los regimenes militares y civiles que detentaban el poder.

Reactivación del separatismo

Señaló que lo que ocurre en la actualidad en el conflicto entre las oligarquías del oriente y el Gobierno es un reflejo de lo que ya pasó en épocas anteriores, aunque esta vez con mayor fuerza porque nunca como antes se trata de una lucha por la sobrevivencia de los grupos de poder que otrora dominaron Bolivia y que hoy comenzaron a ver negros sus intereses tras el ingreso al poder del presidente Evo Morales Ayma el pasado 22 de enero de 2006.

En opinión de este dirigente, el nuevo escenario está marcado por una realidad innegable: Bolivia no es la misma de hace 50 años en lo que se refiere a los grupos de poder, por lo que la estrategia de conspirar en las filas de las Fuerzas Armadas para derrocar a gobiernos que no eran afines a los poderes, ha dejado de ser una alternativa valedera para estos intereses.

En la actualidad los militares ratificaron su lealtad al cumplimiento de la Constitución Política del Estado y lo demostraron fehacientemente con su intervención cuando la seguridad e integridad nacional estaban en peligro en algunos departamentos como Pando a mediados de septiembre pasado, donde grupos paramilitares al mando del entonces Prefecto Leopoldo Fernández masacraron a una decena de campesinos que se dirigían a una reunión en la localidad de Porvenir.

Vásquez subrayó por ello es que en esta coyuntura estos grupos de poder económico y de la oligarquía, principalmente asentados en el departamento de Santa Cruz, no tendrían la mira puesta en dar un golpe de Estado militar, sino en conservar a toda costa sus prebendas, tierras y millonarias fortunas que acumularon a lo largo de varias décadas cuando apoyaron financieramente a mandatos militares y neoliberales.

Atentados contra la unidad

«La salida es clara y no es nueva, es una reedición de acciones del pasado», dijo Vásquez, al subrayar que todas sus reivindicaciones para una autonomía a su servicio y exigencias para captar recursos por la vía del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) sin solidarizarse con aquellos departamentos no poseedores de esos recursos naturales, en el fondo siempre escondían afanes separatistas que hoy reflotaron para generar condiciones que fracturen la unidad entre oriente y occidente.

«Estoy seguro de que si la oligarquía repite los mismos pasos del pasado fracasaría en forma rotunda y pondría en riesgo hasta su existencia, por lo que ahora se ha fijado como objetivo promover acciones de violencia y conflictos que propicien una polonización del país», reiteró.

Vásquez dijo que esos intentos comenzaron a surgir ya en 1956 cuando gobernaba el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) bajo la presidencia de Hernán Siles Zuazo, que se hallaba enfrascado en pugnas políticas con la Falange Socialista Boliviana (FSB), a cuyos principales dirigentes exilió y después los tuvo en campos de concentración.

De presencias croatas

FSB, jefaturizada por Oscar Unzaga de la Vega, tenía ramificaciones bien pertrechadas en Santa Cruz, donde contaba con milicias entrenadas autodenominadas como las «Camisas Blancas» que conspiraban en forma permanente contra el MNR y que tomaron contacto con militares brasileños y con empresarios croatas que residían en esa región, quienes les aseguraron su financiamiento en caso de que estallara el golpe.

Mientras que el ala occidental de FSB, que tenía a la mayoría de sus dirigentes en el exilio, entre ellos Unzaga de la Vega, recibieron adhesiones en Buenos Aires de políticos yugoeslavos refugiados en ese vecino país y que estaban comandados por Dante Pavelic, un connotado opositor al régimen de Josip Broz, «Tito», nacido en Kumrovec, Croacia, líder de Yugoslavia desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Según Vásquez, quien también estaba exiliado en Buenos Aires, Pavelic comprometió apoyo a un golpe falangista contra el MNR, que en ese entonces había reivindicado tendencias de derecha, e inclusive con el envío de expertos para entrenar a milicias. Entre La Paz y Santa Cruz se movía uno de los miembros de esa organización dirigida por Pavelic, de apellido Reina, quien ya trabajaba en la conspiración.

Una vez producida una de las asonadas falangista en 1957, las «camisas blancas» tomaron en 10 minutos Santa Cruz y en La Paz se produjeron largos y sangrientos combates en los que fueron presos y cayeron los principales dirigentes falangistas.

¿Toma del poder o separatismo?

Vásquez dijo que fracasó este golpe y otras conspiraciones porque en el seno de FSB se produjeron desavenencias internas sobre los objetivos del movimiento, una vez que Unzaga de la Vega quería la toma del poder y el derrocamiento del MNR, pero el ala de Santa Cruz, dirigida por Mario Gutiérrez, buscaba trasladar el poder a ese departamento con afanes separatistas.

En ese entonces los intereses de Brasil sobre Bolivia habrían influido en esa determinación, dijo Vásquez, quien reveló que durante el golpe falangista en Santa Cruz llegaron a aterrizar a esa capital dos aviones con paracaidistas brasileños. Tras el fracaso de la subversión, las autoridades brasileñas justificaron entonces que a presencia de esas aeronaves con tropas fue porque estaban en tránsito al Perú donde irían a participar en ejercicios militares.

Unzaga de la Vega ya sabía de esos intentos separatistas al ser informado que la dirigencia cruceña iba a declarar la independencia de la región en un masivo Cabildo, lo que no fue aceptado por el máximo dirigente falangista. Poco tiempo después de la toma de Santa Cruz, campesinos de Cochabamba, de la población de Ucureña, que respondían al mando del MNR, aplacaron el golpe con apoyo de tres regimientos, no sin antes provocar muchas víctimas entre los universitarios cruceños en Terebinto.

Tras varios intentos golpistas para derrocar al MNR, Unzaga de la Vega se suicidó el 19 de abril de 1959 en una vivienda de la calle Larecaja de La Paz.

Las Logias orientales y la división nacional

Sin embargo y por influjo de las logias, la muerte de Unzaga y el debilitamiento de FSB no aplacaron a los grupos de poder económico y cívico en Santa Cruz para promover una separación del departamento de la República unitaria. Para impulsar esas acciones se destacó una denominada Logia de Oro con encabezadas por prominentes patricios cruceños, como Melchor Pinto, considerado conductor de las luchas cívicas de Santa Cruz.

Banzer apoyado por separatistas

Vásquez manifestó que el golpe militar del entonces coronel Hugo Bánzer Suárez el 21 de agosto de 1971 fue apoyado civilmente por los mismos grupos falangistas de camisas blancas que conspiraban desde 1956 y que en ese período se concentraron en el Comité Cívico, una vez que Mario Gutiérrez, ya encaramado como jefe de FSB, ingresó al gobierno militar en alianza con el MNR. Gutiérrez fue canciller del Gobierno de Bánzer.

Otra de las revelaciones de Vásquez para conocer en qué momento ingresaron los croatas y sus descendientes en los poderes de Santa Cruz es que Bánzer aprobó en su dictadura un Decreto Supremo reservado mediante el que entregó grandes extensiones de tierras a sus ministros que las vendieron poco tiempo después a precios irrisorios a familias croatas que ya se habían instalado en Santa Cruz, entre ellos la de Zvonko y Branko Marinkovic, quienes posteriormente controlarían el movimiento cívico departamental y emprendimientos empresariales agrícolas de magnitud.

Dijo que Bánzer tuvo entre sus ministros a representantes de las logias cruceñas como Mario Serrate Ruiz que ejercieron el poder con las banderas de las luchas cívicas cruceñas apoyadas por el Comité Cívico, cuya creación data de 1950 en el seno de Federación de Estudiantes de la Universidad Gabriel René Moreno (UGRM).

Enfatizó que las organizaciones cívicas de Santa Cruz siempre han impulsado reivindicaciones regionales más que emprendimientos nacionales para lograr el apoyo de los gobiernos militares, al igual que de los neoliberales como los encabezados por Víctor Paz Estenssoro (1985-1989), Jaime Paz Zamora (1989-1993), Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997), Hugo Bánzer Suárez y Jorge Quiroga Ramírez (1997-2001) y los posteriores de Sánchez de Lozada, Carlos Mesa Gisbert y Eduardo Rodríguez Veltzé entre 2001 y enero de 2006, cuando comenzó el mandato del presidente Evo Morales Ayma.

Evo, el dolor de cabeza de los cívicos cruceños

Morales, ganador absoluto de las elecciones generales de diciembre de 2005, inició en enero de 2006 un proceso de cambio en el que echó por tierra las proyecciones de anteriores mandatos que apoyaban a empresas trasnacionales y consorcios bolivianos velando mayormente por esos intereses antes que por los del país. Es así que esos gobiernos promovieron privatizaciones y capitalizaciones de empresas estatales estratégicas

De acuerdo con el entrevistado, el ingreso al poder de Morales Ayma produjo la reactivación de los movimientos separatistas apoyados por poderes económicos, cívicos y políticos de Santa Cruz, a los que se adhirieron sus pares de Beni, Pando y Tarija. Posteriormente también lo hicieron los de Chuquisaca bajo la tutela de un denominado Comité Interinstitucional dominado por representantes de grupos oligarcas de ese departamento sureño.

Para Vásquez Michel, no es casualidad que esos grupos hayan respaldado la organización de bandas de mercenarios extranjeros para que entrenen milicias que desencadenen la violencia y el conflicto en el país con el fin de precipitar la división nacional, de acuerdo con las investigaciones del Ministerio Público y de los organismos de inteligencia del Estado,

Separatistas en problemas

En opinión de Vásquez, esas agrupaciones separatistas están actualmente con problemas porque tienen al frente a un gobierno con un Presidente que ha ganado en forma contundente varias consultas electorales y que cuenta con un apoyo militante de los movimientos sociales y campesinos.

Sin embargo señaló que es importante que la seguridad Presidencial sea reforzada porque no puede descartarse la posibilidad de que en un desesperado y último intento por lograr sus propósitos, estas agrupaciones atenten contra la vida del Presidente Evo Morales.

Las afirmaciones de este dirigente del PS-1 son coincidentes con lo observado en las estrategias que utilizan las organizaciones cívicas y empresariales en Santa Cruz los últimos años con la conformación de entidades que concentraban el poder y que administraban el manejo de los recursos económicos que recaudaban para financiar las actividades separatistas.

La Torre

Fue precisamente una de las dirigentes de una organización denominada La Torre, Kathy Rabzuck, quien confirmó que los movimientos cívico- reivindicatorios de Santa Cruz llegaron a movilizar aportes de diversas instituciones que sumaban mensualmente millones de dólares, aunque dijo desconocer si parte de esos montos estaban destinados a solventar a grupos de mercenarios o movilizaciones armadas.

Subrayó que el manejo dispendioso de esos dineros provocó más de un problema interno entre los dirigentes cruceños.

Rabzuck no cree que las manifestaciones realizadas en Santa Cruz tras el referéndum revocatorio del pasado 10 de agosto, donde fueron tomadas varias instituciones estatales y hasta destruidas, hayan sido financiadas por el grupo La Torre. «Fueron movimientos espontáneos de protesta», dijo.

Sin embargo las movilizaciones masivas de miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) a lo largo de Santa Cruz para contener las manifestaciones de las organizaciones campesinas contra el poder central regional e inclusive a Sucre para obstaculizar la marcha de la Asamblea Constituyente tuvieron que ser costeadas por alguien.

Tras la desarticulación en abril pasado en Santa Cruz del grupo de mercenarios encabezados por el boliviano-húngaro Eduardo Rosza Flores, ha comenzado a develarse el fondo de los movimientos separatistas y desestabilización originados en Santa Cruz. Curiosamente los informes más reveladores salieron de los propios dirigentes cruceños interesados en deslindar responsabilidades sobre esos hechos.

Sálvese quien pueda

El prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas Aguilera, fue colocado por algunos de esos grupos, otrora sus aliados, como un «traidor» a sus intereses debido a que en esa región se decía defensor de los intereses independistas cruceños, pero en reuniones en La Paz decía lo contrario, según dijeron Rabzuck y Mauricio Iturri, quien se encuentra autoexiliado en Estados Unidos.