La disputa entre la presidenta y el gobernador de Buenos Aires excede una diferencia sobre aportes nacionales al distrito. Es política y su mayor tirantez hizo que la oposición tratara de sacar partido, por ahora sin éxito. Los acontecimientos han vuelto a confirmar que las mayores pulseadas no se establecen entre el gobierno y la […]
La disputa entre la presidenta y el gobernador de Buenos Aires excede una diferencia sobre aportes nacionales al distrito. Es política y su mayor tirantez hizo que la oposición tratara de sacar partido, por ahora sin éxito.
Los acontecimientos han vuelto a confirmar que las mayores pulseadas no se establecen entre el gobierno y la desdibujada oposición (macrismo, radicalismo, FAP, etc.). La contradicción más importante se desarrolla al interior del oficialismo, entre Cristina Fernández de Kirchner y Daniel Scioli. Otra contradicción vinculada opone a aquélla con el secretario de la CGT.
Esas peleas tienen en vilo a la sociedad y se amplifican por los medios. También tienen reflejos cotidianos, como cuando más de medio millón de estatales bonaerenses no pudo percibir el medio aguinaldo. Este diferendo motivó paros y movilizaciones estatales, sin importar que los gremios convocantes de una u otra CTA, de una u otra CGT. La CTA bonaerense que encabeza Roberto Baradel ha anticipado un paro para el 30 y 31 de julio.
Las disputas políticas deberían ser mejor analizadas por sus protagonistas nacionales y provinciales, para minimizar lo posible su impacto en la población. Este podría ser un criterio válido y quizás lo sea en mayor medida en tiempos de cierta caída de la actividad económica y una perspectiva poco brillante para el mundo laboral, con salarios mordidos por la inflación.
El diferendo entre el gobierno nacional y el de Buenos Aires giró alrededor de un pedido de auxilio que hizo Scioli para afrontar el pago de salarios y aguinaldo. Necesitaba 3.000 millones de pesos y le giraron una tercera parte.
La presidenta enumeró las partidas e inversiones que el gobierno federal hizo en el mayor distrito del país. Uno de sus defensores mediáticos, Horacio Verbitsky, dio cifras de esa mayor ayuda (ver Página/12, del domingo pasado). La acusación, que HV hizo en términos más llanos y con nombre y apellido, es que Scioli no sabe gobernar, gasta con propósitos electorales, tiende a endeudarse y no recauda sobre los segmentos más enriquecidos.
En cambio, desde la tribuna de Ferro, el jueves, Hugo Moyano tomó partido por el gobernador, al que supuestamente no se lo ayuda desde el poder central.
¿Quién tiene una mayor cuota de razón? El gobierno nacional, porque desde La Plata no pudieron refutar el detalle de la ayuda recibida y el volumen de obra pública realizada por cuenta y orden nacional. Al margen de esa evaluación, hay algo irrefutable. Buenos Aires es la provincia más rica y tiene recursos para pagar en tiempo y forma los sueldos y aguinaldos. Quien no pueda cumplir con ese elemental debería dar un paso al costado y dedicarse a la filatelia u otra cosa donde no importen los resultados.
Aún dando por válida la acusación cristinista contra Scioli, eso no significa que ese gobernador y los de otras provincias no tengan parte de razón en su queja de que la cuota de coparticipación les ha sido bajada.
Es la política
El conflicto de marras tiene sobre todo un contenido político. Hace dos meses Scioli declaró se anotaba para la carrera presidencial de 2015 si la presidenta no podía o no quería competir. En el fondo nadie podría objetar el derecho que él y otros políticos tienen a expresar sus aspiraciones políticas. En la forma, o el momento de plantear candidaturas, lo del bonaerense fue muy inoportuno. En 2012, con una economía cruzada por los remezones de la crisis mundial, es imprescindible que los gobernantes centren en los esfuerzos para que sus gestiones sean productivas y eficaces. Anunciar candidaturas en esta coyuntura fue tan inútil y contraproducente como promocionar planes de riego en época de inundaciones. Y Scioli lo hizo. Y eso que estaba a punto de estrellarse frente a su déficit y no pagar los aguinaldos…
Muy posiblemente lo suyo no fue inocente sino un aviso para que los justicialistas no alineados con la presidenta supieran que dentro de tres años, o antes, tendrán una oferta de su paladar.
A Cristina eso le disgustó muchísimo. A los conductores no les agrada que subordinados les marquen los tiempos ni la agenda. Una presidenta que sólo con Carlos Zannini y algún otro funcionario confeccionó todas las listas de candidatos del FPV en octubre pasado, se iba a tomar muy a pecho un anuncio como el de Scioli.
No se trata sólo de nombres o candidatos. Entre uno y otro sector hay diferencias políticas evidentes. Cristina y antes Néstor Kirchner tienen una posición activa a favor de los derechos humanos y los juicios contra los genocidas. No se le conoce a Scioli mayor interés por esta temática, que una y otra vez se pone en el tapete de la política. Esta semana comenzó en Jujuy el primer juicio por 43 casos, en cinco causas unificadas en contra del terrorismo de Estado que también incluye el accionar colaboracionista con esos crímenes de la patronal del Ingenio Ledesma.
Cobrarles impuestos a los sojeros y exportadores fue intención del kirchnerismo, materializada en la resolución 125. El gobernador de Buenos Aires cortaba cintas en Expoagro (Clarín y «La Nación») y tenía como ministro de Agricultura a Emilio Monzó, aliado a la Mesa de Enlace, que renunció y pasó al gabinete de Mauricio Macri y al PRO. Se dirá que Scioli cobró mayores impuestos a los sojeros, pero lo hizo en muy pequeña medida, manteniendo el grueso de sus privilegios. Esa suba sólo le reportará 300 millones de pesos.
Un peinado fino de los miles de cables de WikiLeaks quizás comprobara más vínculos del gobernador con la embajada norteamericana desde tiempos de Earl Wayne. En su defensa él podría alegar que la presidenta también corteja al Consejo de las Américas, Monsanto, Wal Mart, Agco y otras multinacionales. Aún con esas concesiones injustificadas a Washington, la presidenta puede exhibir una línea tercermundista ajena a Scioli, como lo firmado el viernes por el ministro Arturo Puricelli con Venezuela en cooperación militar.
¿De afuera son de palo?
Tal como se valora la política en este crudo invierno argentino, un proyecto amalgamado alrededor de Scioli, donde podrían colarse elementos aún más derechosos como los restos del duhaldismo y el denarvaísmo, gobernadores tan conservadores como aquél, caso de De la Sota, etc. resultaría un retroceso en cotejo con la línea de Cristina, aún con sus fuertes altibajos.
Un ejemplo para cerrar esa evaluación. Si ante el primer inconveniente, Scioli dispuso postergar el aguinaldo, ¿qué no haría si fuera presidente y lo toma de frente el impacto de la crisis internacional?
El moyanismo pinta como confluyendo con el gobernador en un armado político. El Congreso de la CGT en Ferro le concedió a Moyano un tercer mandato al frente de la entidad y su plataforma gremial contuvo fuertes condimentos reivindicativos, a los que erróneamente el gobierno nacional no atiende. Esa brecha o incomprensión abre las puertas para que el camionero aspire a un cierto crecimiento en lo sindical, a medida que lidere algunas protestas con fundamentos. Un asunto clave fue su definición de que «vamos a intensificar el reclamo gremial, pero no haremos ninguna locura». Si se mantiene en esta tesitura, podría captar más adhesiones sindicales de las que tiene y presionar al gobierno con suerte diversa. Es obvio que en Balcarce 50 no querrán concederle todas las cosas que reclama, pero el peso de la correlación de fuerzas puede hacer que algunas se consigan. Si el líder camionero no hace «ninguna locura», tiene una ruta más o menos holgada para avanzar.
Es que sus rivales «Gordos», que se aprestan a formalizar la CGT número 2, están filosófica y prácticamente condenados a menos que la tibieza en materia de accionar gremial. Sus compromisos políticos y financieros con el gobierno nacional y las corporaciones les atarán como mínimo un brazo a la espalda. A algunos, los dos. La duda es qué hará «el Negro» en política. Por ahora viene apostando a una entente con Scioli, según se desprende de sus últimos discursos y de las declaraciones de su hijo Pablo. Si es así, lo que capitalice a nivel gremial lo habrá despilfarrado en lo político y electoral. Jugar en el equipo sciolista no parece ser lo que más conviene a los derechos de los trabajadores. ¿Cómo justificaría Moyano esa alianza con alguien que no paga el aguinaldo en término? Los camioneros se lo llevarían puesto…
Queda un resquicio, por ahora improbable, para que el cegetista busque crear su partido laborista, con personería propia para competir en las legislativas de 2013. En esta hipótesis no se podría fulminarlo ya como «reaccionario» pues habría que ver qué propone esa agrupación y quiénes son sus directivos. Una cosa sería que candidateara a un prestigioso Héctor Recalde y otra diferente al tatuado «Patón» Basile. Las desavenencias al interior del peronismo han acicateado a que Macri, los radicales y Adepa, entre otras expresiones de la derecha y centro derecha, se ilusionen con que aquello detonará y partes del mismo caerán en su bolsa. Están en un error. Si el ex motonauta al final rompe con Cristina, lo más probable es que sea él quien lidere una lista en 2015 con más posibilidades, y no Macri ni Alfonsín. El peronismo, imprevisible, puede terminar reproduciéndose, como decía Perón, peleando como los gatos. En ese caso los de afuera serían de palo.
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/