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Covid 19 y Revolución

Fuentes: Rebelión

No hemos encontrado ni ciencia, ni belleza, ni amor, ni servicio en esta política pública. Por el contrario. Encontramos desvíos inclementes de la verdad, y aún de la verosimilitud, en todas esas áreas.

¿QUE REVOLUCIÓN NECESITAMOS?

Si nos atrevemos a nombrar la palabra revolución, su concepto es muy útil para repensar esto que llaman pandemia, y también la política pública que la usó como excusa.

Revolución implica un cambio dramático. Y eso es precisamente lo que hace falta. Y entonces, bienvenido el COVID 19, si todas las perversiones que trajo aparejadas se siguen de una ruptura revolucionaria, queremos decir, colosal.

Ubicamos la obra de Jesús como la revolución más integral en la historia escrita, jugado al extremo para darle sentido solidario y liberador a todos los entes terrenales, en sí mismos y en su trascendencia. Otros revolucionarios recortaron esa revolución integral a alguno de sus aspectos específicos. Buda ya había transitado por una experiencia personal que lo llevó a repensar la vida desde una transformación interior, sin concesiones. Marx demostró científicamente su necesidad a partir del proletariado, sometido al capitalismo industrialista. Luther King sostenía esa necesidad desde el activismo, para respetar los derechos humanos de los afro-estadounidenses, sin omitir esos derechos contra la pobreza, ni contra la guerra representada en ese momento por la de Vietnam.

Ahí tenemos ejemplos de una transformación espiritual, económica, jurídica, social.

Sus mentores fueron acicateados por experiencias conmovedoras: Buda, por una crisis personal, Marx por la indignación que le producía la explotación humana en el trabajo Luther King por la desigualdad étnica, distinguiéndola de la crisis social estigmatizada por Marx.

REVOLUCIÓN HOY

Ahora estamos nuevamente en una situación extrema, que nos convoca a cambios radicales: psicológicos, sociales, científicos, económicos, políticos, espirituales. Convocados al respeto inexorable de los demás, de nosotros mismos y de todas las cosas, eso que llaman dignidad.

No dudamos, entonces, de que lo que necesitamos es una revolución.

Esa necesidad involucra tanto a la existencia como a la trascendencia.

No hemos encontrado ni ciencia, ni belleza, ni amor, ni servicio en esta política pública. Por el contrario. Encontramos desvíos inclementes de la verdad, y aún de la verosimilitud, en todas esas áreas.

No es lo peor: esos desvíos se patentizaron en la formación, aptitud y actitud del personal de salud, supuestamente entrenado para limitar el error en salud por parte de la dirigencia política, gremial, mediática, artística, religiosa, militar, y de la sociedad en general. Todos los actores sociales de esos campos, junto a buena parte de los profesionales y demás empleados del sector salud, se alinearon en contra de la evidencia más evidente.

POLÍTICA PÚBLICA SIN CIENCIA

Así, la política pública en la epidemia careció de epidemiología, ¡vaya sorpresa! ¿Cómo lo supimos? Porque se tomaron medidas en masa a partir del 20 -3-2020, con encierro, impedimento, violencia y penalización de la circulación, incluso en 11 jurisdicciones del país, pese a que 6 provincias tenían menos de una decena de casos y otras 5 no tenían ninguno. Mientras, se advertía claramente que las medidas de los gobiernos no tenían antecedente en ninguna de las otras 10 pandemias que hoy nos prosterna, si la del COVID 19 merece ese nombre. ¿Qué nos parece si empezamos por el hambre, en medio del sarcástico exceso en la producción de alimentos?

También carecieron de inmunología los discursos oficiales, hasta el punto de que caracterizados infectólogos de casos, casi todos sumidos en inhabilitantes concesiones a intereses (más que conflictos de intereses), hacían como que ignoraban a la inmunidad natural, aunque esta era la que nos había permitido llegar hasta aquí, superando desde nuestros antepasados todas las anteriores pandemias que, a diferencia de esta, fueron indiscutiblemente verdaderas.

Ni qué hablar de la genética, que podía reconocer en el SARS-CoV 2 la monocadena de ARN, con la misma estructura entonces que el VIH donde no se había conseguido una vacuna. ¿Cuál era la advertencia? Que la industria se podría adelantar un paso, saltando la barrera del ARN (citoplasmático) y tocando entonces al ADN (nuclear), nuestro código genético, que da origen al ARN donde se mostró inepta para generar inmunidad artificial con una vacuna sin importar que fuera más riesgosa, tardía y costosa en comparación con la inmunidad natural.

¿Y las ciencias sociales? Estaban bien calladitas, ausentes del discurso oficial, que negaba a la participación social la capacidad de contribuir a controlar la llamada pandemia, mientras descargaba impíamente el gasto en la sociedad que en buena medida tendría que haber sido hospitalario. ¿Pero de dónde financiarlo?, … luego de gestiones que esquilmaron (sin grieta alguna) los fondos recaudados con la excusa de la salud.

No hablamos con el diario del lunes. El 26-3-2020 publicamos esta falta de ciencia. En “El reinado del coronavirus”, expusimos estas falencias inadmisibles y la imposibilidad de asignar tautológicamente a un supuesto microrganismo la responsabilidad en la producción mono causal del COVID 19. Estaba claro que estábamos ante decisiones políticas maquiavélicas, o sea, con objetivos políticos por fuera de pruebas científicas y arrolladores del derecho y los principios éticos elementales.

Y luego, con innumerables profesionales y activistas despiertos, repetimos la historia en miles de reportajes, artículos y notas, difundidos en medios de menor alcance, con muy escasa presencia en los grandes medios que cumplían estrepitosamente la censura orquestada desde los poderes políticos y económicos del país. Nos preguntan:  ¿faltaron intimidaciones, amenazas, detenciones ilegales y otros variados atropellos? No, no faltaron.

POLÍTICA PÚBLICA CONTRA UNA POLÍTICA SOCIAL

Ahora estamos conminados a una revolución: de la privacidad, de la vida pública, de la ciencia, del arte, de la política, de la espiritualidad. En todas esas áreas se atentó contra la salud, la vida, el bienestar general, el derecho, la soberanía, el conocimiento y la paz social. ¿Qué porcentaje de la Constitución Nacional se estará cumpliendo? Sin ir más lejos, contestamos: casi nada de esos puntos contenidos en 5 renglones del Preámbulo que le da sustento.

Si no, ¿cómo explicamos que los 6 mayores negocios en las transacciones económicas de la humanidad, sean hoy los contaminantes fósiles, las drogas, el narcotráfico, la deuda externa, la guerra y la trata de personas?

Como todos esos dramas de la humanidad imperan en casi todos los países, ¿qué dificultad hay en admitir que la política pública frente a la pandemia reproduce la misma perversión, corrupción y desatino?

En Argentina, es la primera vez que los gobiernos de sus 24 jurisdicciones adhieren y ejecutan una misma política pública. Como basamento de esta triste rendición en el altar de los acuerdos políticos, que traicionan las promesas a los votantes, ¿ignoramos el sometimiento que implicó la Ley de coparticipación tributaria, sin cambios desde los 90?

SALIDA

¿Encontraremos una salida? Depende de cuál es nuestro nivel de autoindulgencia. Y de resistencia y organización. Y la voluntad y el concepto que nos obliguen a exponernos para recuperar nuestra dignidad. Nos enfrenta una minoría microscópica que ridículamente ha sabido imponernos el mayor rigor, civil y militar, al que nos sometimos en toda nuestra vida cívica.

Mario Borini, Profesor Titular Salud Pública -UBA-

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.