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Crisis, el diesel no es nuestro

Fuentes: Rebelión

El gobierno se ha visto obligado a aumentar considerablemente los topes de venta del diesel, un producto que debe importarse pagando precios internacionales y venderse con una alta subvención. Los agricultores de la soya y otros cultivos agroindustriales, los transportistas y hasta un sector industrial, consideran que no es justo, es arbitrario y autoritario que […]

El gobierno se ha visto obligado a aumentar considerablemente los topes de venta del diesel, un producto que debe importarse pagando precios internacionales y venderse con una alta subvención. Los agricultores de la soya y otros cultivos agroindustriales, los transportistas y hasta un sector industrial, consideran que no es justo, es arbitrario y autoritario que se controle la venta de un artículo que es gravoso para la economía nacional.

Por supuesto, desde sus intereses particulares, estarían absolutamente satisfechos si el Estado les diera diesel gratuitamente y en las cantidades que pidiesen. Pero, tratándose de la rendición de cuentas, los mismos condenarían a un gobierno que maneja el erario nacional de forma tan dispendiosa.

El energético que no tenemos

Ya en años anteriores, cuando la capitalización entregó nuestras reservas a las empresas transnacionales, era notoria la falta de diesel. Nada se hizo entonces por compensar ese déficit y se acudió al expediente de comprar el producto y subvencionarlo para su venta interna. Habrá que aclarar que, por ese tiempo, los precios del diesel y otros hidrocarburos eran bajos y no parecía que fuesen a significar un peso excesivo para el presupuesto de la nación.

Los precios internacionales comenzaron a subir. Además, la demanda interna se hizo mucho mayor. El gobierno ha señalado que, un buen porcentaje de ese energético subvencionado, sale de contrabando de mil maneras.

Pongamos el caso de los grandes agricultores. No hay ninguna fiscalización sobre el gasto de combustible que requieren para sus labores de cultivo. Las estaciones de servicio de expenden este producto no inscriben ninguna constancia al respecto. La demanda se incrementa y la única explicación es que, por tal o cual razón (aumento de extensión cultivada, complicaciones ocurridas en el proceso agrícola, etc.), requieren más combustible.

El gobierno se vio obligado, en días pasados, a dictar un decreto que dispone un tope de 120 litros de venta libre. Los transportistas reaccionaron sosteniendo que, tal volumen, es insuficiente para las tareas que cumplen. Después de conversaciones y acuerdos, el decreto fue modificado y se señala un segundo tope con controles. Hasta 120 será venta libre, para un volumen mayor y sólo hasta 400 litros, el comprador deberá recabar una licencia y una hoja de ruta de la Dirección de Sustancias Controladas.

Las rutas prohibidas

Dos son los destinos clandestinos a los que puede llegar el diesel. Uno es que sea usado como precursor en la fabricación de cocaína; por eso es necesaria la hoja de ruta señalada arriba. Otro es el contrabando. Los camioneros que hacen transporte internacional, llevan carga extra de diesel, aduciendo que precisan para retornar al país. La pregunta es: ¿cuánto de ese combustible se queda fuera del país? Habría que hacer una fiscalización continua para establecer los volúmenes requeridos. Aún así: asumamos que tienen una tarifa reducida porque usan diesel subvencionado para llevar carga de Bolivia al exterior; ¿cobran también tarifa reducida cuando retornan al país con carga de importación? Es difícil suponer que los camioneros de ese país les dejen hacer tan pingüe negocio sin protestar o, al menos, llegar a un arreglo que los beneficie.

Nadie puede aducir que estos desvíos, que tienen el carácter de delitos, están fuera de su conocimiento. Puede ser que ninguno de los reales beneficiarios de la subvención tenga que ver con el contrabando o la desviación hacia la elaboración de droga. Pero es cierto. Un solo dato: una investigación hecha en una ciudad fronteriza durante 15 días dio por resultado que, el contrabando de diesel, alcanzó un volumen superior a los 250 mil litros. Se trata de una ciudad de las varias que hay en aquella frontera y no es la más grande. ¿Cuánto sale de contrabando? Esa situación no puede continuar por más tiempo.

Las soluciones esperadas

Por supuesto que la solución más simple es producir el diesel necesario. ¿Será posible? Esto sólo pueden decirlo los técnicos. De cualquier modo, la industrialización de los hidrocarburos nos dará una cantidad adecuada.

Otra posibilidad, más real, es la modificación de la fuente de energía. Tenemos la perspectiva de mantener altos niveles de producción de gas. Sustituir el diesel por gas, será una solución mucho más que adecuada. Las razones son evidentes: el gas no puede desviarse a la fabricación de cocaína; es poco menos que imposible el contrabando de gas y, finalmente, sin subvención, se abaratan los costos.

Es cierto que debemos transitar, todavía por un periodo dificultoso. Pero, en esa circunstancia, hay que trabajar en los planes que sean más convenientes. Por supuesto, cualquiera que sea la respuesta adecuada, lidiaremos con una oposición enceguecida que no estará satisfecha hasta lograr el fracaso del programa de cambio. Claro que, por ese camino, no tendrán ningún logro.