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Crisis en el MAS-IPSP, más que una variable de tensión en el sistema político

Fuentes: Rebelión

Si nos referimos a los partidos que llegaron a detentar el poder visibilizando las realidades distintas de la compleja formación social boliviana, solo el MNR del primer periodo de la revolución del 1952, y el MAS lograron poner en agenda país lo nacional popular, no solo atendiendo las demandas de aquellos sectores históricamente excluidos, sino situándolos como protagonistas del quehacer político, lo que llevó a ambos a ser los partidos políticos más grandes e influyentes de la historia de Bolivia.

Po tal razón, resulta pertinente analizar la crisis interna del MAS (a través el método del análisis del discurso y el análisis sistémico de David Easton), por su tamaño e influencia preponderante que tiene en el sistema político, en las instituciones del Estado y en la medida que aumenta la polarización política de cara a las elecciones del 2025.

Máximas del análisis discursivo, el fin por el cual un discurso va ser analizado es la interpelación, el reconocimiento de algo, con el fin de reclutar, en el sentido antropológico de Althusser de interpelación. Según Marcelo Silva, hay (3) tres pasos para lograr la interpelación: Intersubjetividad Disponibilidad y Ofrecibilidad (Proyecto, construcción y adscripción de una alternativa creíble)

Máximas del análisis sistémico, David Easton sintetiza los mismos empleando los conceptos de Input y Output, donde por Inputs en Bolivia podríamos referirnos a las demandas y apoyos que la población; y por Output nos referimos a la conducta (decisiones y acciones) de las autoridades del sistema (órganos del Estado, alcaldía, gobernaciones, en realidad a las autoridades),

La crisis en el MAS-IPSP no es reciente, sino de larga data por lo cual para su análisis es necesario remontarnos al periodo 2014 al 2019, cada año con diferentes contextos, cada una con distintas variables y valores influyentes en lo intrasocial y extrasocial, que según David Easton, ambos comprenden el ambiente total, donde sus influencias pueden originar fuentes de tensión (perturbaciones) sobre el sistema que actúan.

En la Gestión 2014, los inputs del ambiente político no son tensionantes debido a los resultados obtenidos en el 2014 que generó un entorno bastante favorable, consecuentemente en la correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa, sin mencionar lo que significa tal resultado en la legitimidad de un gobierno ante la población.

En cuanto al ambiente económico, a partir del 2015 la economía boliviana, en cuanto a recursos que percibe el Estado de las exportaciones del gas, comenzaba a tener algunas contingencias debido a variables extrasociales e intrasociales como la caída de los precios del petróleo y la reducción de los volúmenes de gas en el país, respectivamente.

Gestión 2016, la cuestión de la reelección, el gobierno ante la imposibilidad de Evo Morales de ir a una nueva reelección decide (Output) ir a un referéndum para reformar el Artículo 68, consulta que obtuvo un resultado adverso para el gobierno, ya que no solo influyó en la cuestión de la reelección, sino comenzó a deteriorar de manera muy prematura la percepción de la población respecto a las convicciones democráticas del gobierno.

Al mismo tiempo, en el ambiente social del país surge la sensación que estaba en juego los valores democráticos, colocando el tema democracia en enclave nacional, en términos de David Easton, la retroalimentación hacia los outputs del gobierno será una constante interpelación de qué tan democrático es lo que hace o pretende hacer el gobierno.

Gestión 2017, lo señalado en el anterior párrafo se profundiza aún más cuando el gobierno del MAS presenta al Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) un recurso abstracto de inconstitucionalidad contra la limitante constitucional de la reelección, lo que atiza el discurso impulsado por la oposición, mismo que ya venía siendo estructurado desde el 2016 en torno a la defensa de la democracia.

En específico, en el análisis del discurso de la “defensa de la democracia” logra interpelar, a una parte importante de los miembros de la sociedad boliviana, e identifica al MAS como aquel partido que no respeta los valores democráticos del sistema, concordante a la asignación de valores que hace referencia David Easton, y asociando la postura del TCP como una trasgresión a los derechos democráticos de la población que ya había decidido respecto a la repostulación de Evo Morales, esta intersubjetividad logra movilizar a la población bajo una consigna: “21F”.

Gestión 2019, Durante aquel año, el discurso de la “defensa de la democracia” logró ganar mayor disponibilidad en la población, la misma realidad fue soslayada por parte del gobierno a partir de análisis respecto al referéndum del 2016 como la denominada guerra mediática (Álvaro García, redes sociales) y el cartel de la mentira (Juan Ramón Quintana), generando reflexiones disonantes al interior del MAS respecto a lo que realmente habría ocurrido el 2016 y lo que estaba ocurriendo de cara a las elecciones del 2019.

Por otra parte, la desconexión en todo nivel y en todo sentido del gobierno con las bases y con la realidad social, como lo afirma Cesar Navarro en una entrevista, configura a un gobierno sin flujo de información correcta, lo que a la postre se transforma en detrimento de su capacidad para adoptar medidas que respondan a las variables tensionantes, tal cual lo menciona David Easton.

Periodo 2020 al 2023, el conglomerado popular y los movimientos sociales se erigen como fundamentos determinantes para la profundización del Proceso de Cambio, los cuales en la actualidad se hallan absortos de esa finalidad por la dinámica de la actual directiva del MAS. Por otro lado, una oposición incipiente sin programas, partidos y liderazgos en enclave nacional hacen que la realidad se traduzca para el MAS en la ausencia de un enemigo inmediato, dejando en consecuencia solo la lucha interna por el poder.

En la misma línea, ante el contexto señalado se hace evidente como variable tensionante al partido del MAS, donde la facción conservadora aparentemente demanda al gobierno “cambios” que, ante la negativa de este último, electoraliza el campo político de forma prematura como lo hizo en el 2016. Por otro lado, tenemos a otra corriente bajo un liderazgo estatal de Luis Arce (Linera, 2023).

En cuanto a la asignación de valores, la corriente conservadora o evista es quien más la utiliza, en torno a valores como: leales y los traidores, que en el análisis del discurso se configura en la creación de un enemigo en común; por lo que se refiere a la corriente arcista evita la asignación de valores y se centra en la gestión en el entendido que es aquello lo que en el fondo la sociedad demanda del gobierno, un Input según la nomenclatura de David Easton.

Marco Antonio Nina Palli es economista

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.