La señora Christine Lagarde, directora del FMI, con «sapiencia» y profundidad», declaró la semana pasada que la economía mexicana «posee buenos fundamentos» (¿?) que alientan a los inversionistas extranjeros. Pero, ¿cuáles serán esos fundamentos cuando precipitan al sistema a la desaceleración y a la recesión? Quizás sólo esos que existen en su cabeza neoliberal y […]
La señora Christine Lagarde, directora del FMI, con «sapiencia» y profundidad», declaró la semana pasada que la economía mexicana «posee buenos fundamentos» (¿?) que alientan a los inversionistas extranjeros. Pero, ¿cuáles serán esos fundamentos cuando precipitan al sistema a la desaceleración y a la recesión? Quizás sólo esos que existen en su cabeza neoliberal y en la buena marcha de la economía del habitante de Los Pinos y de los multimillonarios mexicanos, pero no, obviamente, para la mayoría de los trabajadores y de la población.
Siempre reacio a aceptar, no sólo las crecientes dificultades del país en materia económica, política y social, sino, además, la franca entrada de México a la recesión por acumular varios meses de caídas en los indicadores económicos desde que asumió el poder su partido (el PRI), el Secretario de Hacienda -asesor de facto del Presidente de la República- sistemáticamente utiliza los medios de comunicación e información para señalar que el país «no se encuentra en recesión» -mensaje necesario dirigido a los personeros del capital internacional- y que las dificultades por las que atraviesa hoy en día serán «solventadas», por la aplicación y los posteriores efectos de lo que él y los neoliberales denominan: «reformas estructurales», en referencia a las ya implementadas reformas laboral y educativa, y las que faltan por aprobar en el Congreso por la partidocracia del PRI, PAN y PRD, referentes a la hacendaria y la energética que incluye el petróleo y la electricidad y que serán subastados y usufructuados a favor del capital extranjero y de las empresas trasnacionales, principalmente, norteamericanas.
El secretario de Hacienda, al negar la afirmación esgrimida por el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) -que sostiene que el PIB se encuentra en una etapa recesiva- dijo que «la economía sigue creciendo, pero está creciendo muy por debajo de lo que necesita crecer México y del potencial que tiene México para crecer», y prefirió sostener que «el país atraviesa por un periodo de desaceleración importante» (¿?).
Contraviniendo esa visión neoliberal, idealista y a-histórica del Secretario de Hacienda, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se puede asegurar que la economía mexicana entró en estado de recesión, y ya no solamente en uno caracterizado por un simple «catarrito» -fantástica y sesuda tesis doctoral esgrimida por el actual gobernador del Banco de México, el señor Carstens) que es fácilmente superable por la simple acción de las «fuerzas del mercado» y de la voluntad divina.
El INEGI utiliza el Sistema de Indicadores Cíclicos (SIC) que corresponde a una metodología de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y que define un ciclo económico «como el tramo que va de un punto máximo al siguiente, en el que han pasado por lo menos 21 meses». Para hablar de una recesión, se requiere, entonces, por lo menos de nueve meses entre un punto máximo anterior y un punto mínimo (véase: INEGI, «Datos del INEGI confirman la recesión económica en México», http://www.dineroenimagen. http://www.dineroenimagen.com/2013-09-24/26363com/2013-09-24/26363) .
A la par, el organismo señala que es preferible el uso del «indicador coincidente», que solamente el PIB, para calificar un estado de recesión, dado que, según el INEGI, ese indicador incluye variables relevantes de todos los sectores productivos, específicamente la actividad económica mensual, la actividad industrial, las ventas netas al por menor en establecimientos comerciales y de servicios, el número de asegurados permanentes en el IMSS, la tasa de desocupación urbana y el valor de las importaciones.
El INEGI sintetiza su Informe en los siguientes términos: «El Indicador Coincidente, que describe el desempeño de la economía en un mes dado, mostró en junio un nivel de 99.8916, el tercero por debajo del 100 que describe la tendencia de largo plazo y el décimo segundo con una tendencia a la baja…El punto máximo que antecedió a la crisis de 2009 se registró en abril de 2008, mientras que el más reciente se dio en junio de 2012, separados por un lapso de 50 meses. La caída que hemos visto en los últimos 12 meses corresponde a un periodo de recesión de un nuevo ciclo de la economía mexicana».
Estos resultados contradicen los argumentos de la Secretaría de Hacienda cuyo titular se ha negado sistemáticamente a aceptar este estado de cosas -la recesión- para la economía mexicana y, en su lugar, ha preferido hablar de «dificultades» experimentadas, de «disminución» de la tasa de crecimiento económico, etcétera.
Finalmente se destapó la cloaca de la crisis que sacude al país, en medio del creciente descontento y malestar social, especialmente, protagonizado por el magisterio nacional aglutinado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que lucha contra las reformas estructurales de corte neoliberal que está implementando el gobierno federal encabezado por Peña Nieto, de manera especial, contra la mal llamada reforma educativa que ha sido aprobada de manera autoritaria y en contra de la voluntad de las mayorías por el Congreso de la Unión y que lesiona gravemente los intereses laborales y las condiciones de trabajo de miles de trabajadores docentes en el país.
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