La ceremonia por el Día de la Soberanía Nacional se vio enmarcada en un ambiente de significados e idearios de soberanía e independencia frecuentemente invocados por la Presidente Cristina Fernández. En esta ocasión solicitó a los asistentes al acto y llamó al pueblo en general a «resignificar la lucha por la soberanía, cuyo hito está […]
La ceremonia por el Día de la Soberanía Nacional se vio enmarcada en un ambiente de significados e idearios de soberanía e independencia frecuentemente invocados por la Presidente Cristina Fernández. En esta ocasión solicitó a los asistentes al acto y llamó al pueblo en general a «resignificar la lucha por la soberanía, cuyo hito está en la Vuelta de Obligado» y consideró que «la historia no es una sucesión de hechos aislados, sino interconectados».
«Durante el siglo XIX y parte del XX se debatió militarmente con un concepto de ocupación territorial» pero «hoy tenemos la necesidad de resignificar a la soberanía que debe estar dada hoy en el campo de lucha de las ideas y de la decisión de cada país de construir un proyecto de Nación de acuerdo a sus intereses, integrándose con la región en un mundo complejo que se derrumba», en referencia a la denominada «crisis» de los países centrales.
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Además, la presidenta remarcó que «Los argentinos, no ya con cadenas, no ya con un concepto militar sino con un concepto económico, político, social y cultural debemos dar esa batalla de ideas, esa batalla por la soberanía intelectual. Lo hacemos en el marco de un proyecto que nacido en el año 2003 remó contra viento y marea, remamos como los salmones, contra la corriente».
Además, la presidenta remarcó que «Los argentinos, no ya con cadenas, no ya con un concepto militar sino con un concepto económico, político, social y cultural debemos dar esa batalla de ideas, esa batalla por la soberanía intelectual. Lo hacemos en el marco de un proyecto que nacido en el año 2003 remó contra viento y marea, remamos como los salmones, contra la corriente».
En la Argentina sin embargo, varios sectores del gobierno aún hoy están marcados por fuertes tendencias de políticas neoliberales que responden a intereses de empresas transnacionales. Medio ambiente, ciencia y tecnología, comercio de granos, alimentos elaborados, la mitad de los medicamentos, los servicios provistos por las entidades financieras, producción de combustibles, electricidad, gas, agro-combustibles, actividad portuaria, vehículos automotores, etc, etc., son claros ejemplos de medios de producción y servicios en manos de capitales extranjeros.
Por ello, la contradicción enunciada nuevamente por la presidenta argentina se traslada a la política concreta en su propio gabinete ministerial: ¿Cómo alcanzar una situación de soberanía nacional con los servicios esenciales y estratégicos de la nación en manos de trasnacionales que remesan sus ganancias, controlan el mercado nacionales y los servicios de transporte aéreo y portuario o la energía, Internet, televisión por cable, teléfonos, TV, distribución cinematográfica, disqueras.
¿Cómo alcanzar la soberanía en materia de alimentos si el control de la cadena alimentaria está mayoritariamente en manos de grandes conglomerados, especialmente de capitales foráneos? ¿cómo conciliar la soberanía nacional con ocupación económica y financiera territorial del capital global?
La batalla de ideas -que a esta altura es «guerra de ideas prolongada»-, requiere de generales y coroneles que manejen un ideario basado en una fuerte carga de conciencia social con una sólida concepción humanista y solidaria dirigida a la creación de poder popular y para desplazar la matriz de asistencialismo clientelar (aunque necesario en los comienzos para derrotar al peronismo de derecha) en el que se ha basado esta etapa de los primeros 8 años de gobierno.
La batalla de ideas es además asimétrica: a pesar de la promulgación de la Ley de Medios Audiovisuales el espectro comunicacional es controlado en al menos un 95% por los actores privados y empresas concentradas que manipulan la información fijando matrices de opinión contrarias a los intereses de los propios compatriotas argentinos.
Las universidades y centros de investigación responden aún a las tendencias creadas por los centros de I + D de los Estados Unidos y Europa; y el coloniaje en materia de protección de los resultados de investigaciones científicas y tecnológicas como de producción autoral sigue en control de los organismos internacionales de propiedad intelectual en manos del G 8.
Así, el desafío planteado por la presidenta es una colosal propuesta a la atrasada socialdemócrata dirigencia que la acompaña, quien no se encuentra a la altura del desafío lanzado por quien ya no cuenta con su interlocutor de toda la vida, compañero de batallas de ideas que se impusieron en las tierras de San Martín.