Nos toca vivir en Bolivia una etapa de graves tensiones y peligrosas confrontaciones que nos exigen. el que tomemos posición frente a actual conflictividad. Señalamos algunos de esos retos: definirse por la legalidad o la ilegalidad de la nueva Constitución; analizar los cuatro niveles de autonomías; discernir sobre las autonomías de facto con sus respectivos […]
Nos toca vivir en Bolivia una etapa de graves tensiones y peligrosas confrontaciones que nos exigen. el que tomemos posición frente a actual conflictividad. Señalamos algunos de esos retos: definirse por la legalidad o la ilegalidad de la nueva Constitución; analizar los cuatro niveles de autonomías; discernir sobre las autonomías de facto con sus respectivos estatutos y competencias; aclarar lo que se entiende por un Estado plurinacional; participar y votar conscientemente en los tres o cuatro referéndums que tenemos por delante; tomar posición, si cabe, en el conflicto acerca de la Sede del Gobierno Capitalidad plena…etc
Vemos, por otro lado, que tenemos ante nuestros ojos el reto de una sociedad, no sólo fraccionada y dividida, sino también enfrentada y agresiva, en la que se llega, constantemente, al insulto y a la provocación.
Necesitamos todos serenidad, mucha serenidad, para llegar a un discernimiento veraz y lo más objetivo posible frente a este situación, tan compleja que nos toca vivir.
Como principio orientador podría servirnos esta frase: «Las batallas en democracia se ganan con las urnas, no con las armas, ni con los palos…»
1) Nuestra contribución como a la pacificación de los ánimos
Somos conscientes de que Bolivia debe cambiar y que ese cambio debe ser profundo: que hay que diseñar un modelo de Estado que relegue el centralismo, el exclusivismo, la marginalidad, la extrema pobreza, la concentración del dinero y de la tierra… que impulse un desarrollo integral, que acabe con el modelo neo-liberal, con la globalización, con la discriminación, con la exclusión, con la xenofobia, con la marginación , con la falta de equidad…etc. Pero, como todos sabemos, que eso es muy difícil de lograrlo ya que afecta, no sólo a grandes intereses económicos, sino también a la mentalidad tradicional de nuestro pueblo.
Proponemos algunas normas elementales que se deberíamos tener presentes para orientar nuestro pensar y nuestro actuar:
Se debe aceptar, en primera instancia, la diversidad, la pluralidad y la horizontalidad como bases fundamentales para re-establecer la pacífica convivencia en el país. Bolivia es eminentemente plural, tanto en su ser nacional, como en sus posibilidades económicas, sociales y culturales. Hay que articular entre sí esas realidades y esas potencialidades. Es necesario, para ello, avanzar hacia el consenso y no hacia el enfrentamiento. En la complementariedad está el secreto del éxito y no en la dominación, la confrontación o en el mutuo desconocimiento.
2) El sujeto del cambio
El liberalismo decimonónico ponía como el principal agente del cambio a la burguesía y el marxismo, al proletariado. Nuestro Gobierno propone como agente del cambio a las organizaciones populares, en concreto, a los pueblos indígenas .
Quisiéramos exponer algunas ideas que responden a nuestros principios cristianos de educación liberadora en relación al cambio y a su principal agente.
El sujeto y protagonista del cambio debe ser el propio pueblo, no el Gobierno. El compromiso transformador debe partir, prioritariamente, desde el área antropológica, para pasar después al área económica, política, religiosa, social y cultural…, etc.
Esto significa que, en primer lugar, el marginado y excluido debe ser aceptado y valorado como persona y como sujeto de derechos y deberes y no como soporte de los Gobiernos o como instrumento de lucha político-partidista. Ni siquiera debería ser considerado como objeto de dádivas o regalos. «Nunca se debe dar en forma de caridad lo que se debe otorgar en razón de justicia» (D.P. 1.435)
La pobreza en sí, como grave carencia de bienes materiales absolutamente necesarios, es algo muy negativo, pero la base de una verdadera promoción no está vinculada tanto a una mejora en los ingresos económicos cuanto a que nuestros campesinos, nuestros indígenas …. recuperen su dignidad de personas con todos los derechos y deberes de auténticos ciudadanos.
Cuando hablamos de visión antropológica, valoramos sobre todo, lo educativo, la conciencia de la propia dignidad, la autoestima, el desarrollo de los derechos de ciudadanía, la identidad personal y cultural….etc.
Sin embargo no es nada fácil lograr que el pueblo llegue a ser el sujeto y protagonista de su propio cambio socio-económico. Son muchos y muy grandes los obstáculos. Es imposible lograrlo cuando vemos que predomina el dirigismo y el caciquismo, cuando se actúa con mentalidad asistencialista y paternalista, cuando se propicia un corporativismo cerrado, con obligatoriedad de asistencia a marchas u otro tipo de manifestaciones, bajo la presión y el cobro de multas u otros castigos…, etc.
Nunca debería olvidarse que, en la medida que todo mal dirigente o mal educador quita conciencia de poder al pueblo, en realidad, le quita poder.
3) El verdadero desarrollo está en las personas
El autentico desarrollo siempre debe ser endógeno es decir, tiene que nacer desde abajo, desde adentro, desde las entrañas mismas del pueblo.
Al pobre, al oprimido, se le ha quitado el sentido de su propia dignidad. Este es el más nocivo de los robos y el más necesario y urgente de ser restituido. Ahí está nuestra misión de verdaderos educadores y orientadores de nuestro pueblo.
Mientras el pueblo, como personas y como organización, no ejerza plenamente el protagonismo que le corresponde, será siempre dependiente y manipulable.
El cambio profundo y total tiene en esto su razón de ser y en ello radica la posibilidad del triunfo. De otro modo, se darán, sin duda, cambios reformistas, que pueden ser muy positivos, pero nunca hay que olvidar que el verdadero cambio está en la personas, está en ese pueblo, en ese mismo pueblo tan marginado, despreciado y oprimido.
4) Hacia el verdadero cambio profundo y total
Sin un auténtico cambio en la escala de valores es imposible el cambio profundo que el Gobierno de Evo lo propone como prioridad y que, en lo fundamental, lo apoyamos.
Nuestro pueblo votó por el cambio en el marco de una revolución pacífica, pero toda verdadera revolución es, en el fondo, una revolución moral. Lo demás es reformismo. Donde los objetivos éticos no estén claramente formulados o asumidos, esos proyectos socio-políticos terminan en el fracaso.
Frente a la terrible crisis de valores que afecta a nuestra sociedad hay que plantarse las exigencias de un verdadero rearme moral y diseñar, para ello, las estrategias conducentes a un cambio en la escala de valores.
La opinión pública de Bolivia pide y exige un cambio real y auténtico. Muchos piensan que lo principal para lograr ese cambio es acabar con el modelo neo-liberal.
Sin embargo, lo que caracteriza fundamentalmente, la maldad y la injusticia de ese modelo tiene relación directa con los anti-valores que lo sustentan.
El neo-liberalismo es un modelo aplazado en ética: no parte de la aceptación y vigencia de los valores humanos, antepone el capital al trabajo y el dinero a las personas. Para el modelo neo-liberal, el crecimiento económico es más importante que la calidad de vida y la concentración del dinero se prefiere a la equidad. Ese modelo, dentro del cual todavía nos debatimos, valora más la estabilidad económica que la justicia social; el individualismo, más que la solidaridad; el «tener» más que el «ser» y la apariencia es más importante que la realidad. Dentro de la falsa escala de valores en la que vivimos, la exterioridad vale más que la interioridad y el cuerpo mucho más que el espíritu. Mientras el individualismo está cada vez más presente en nuestro pueblo, se van perdiendo, al mismo ritmo, los valores de la comunidad.
Podemos percibir, así mismo, cómo la alienación empuja a nuestra juventud hacia la pérdida gradual y progresiva de su propia identidad cultural, social y religiosa.
El gran horizonte del cambio auténtico no llegará si no se da un cambio radical en el área de la ética.
Por otro lado, percibimos, cada vez más presentes, la inseguridad ciudadana, los robos, el consumismo, el regionalismo, el divisionismo, la confrontación, la agresividad…
Hay que avanzar en la profundización de los valores tradicionales de nuestro pueblo, como ser la fraternidad, la solidaridad, la tolerancia, la justicia social, la equidad, el respeto a la vida… Es evidente que si eso no se logra, no podrá darse ningún cambio significativo.
Necesitamos una auténtica revolución moral de las conciencias y de las instituciones. El pueblo no quiere cambios que nada cambian. Pero esos cambios, o serán de tipo ético-moral, o serán nada.
5) Es imprescindible la formación en los valores
Nuestro pueblo necesita una formación sistemática en los valores de la ciudadanía, que deberían estar presentes en todo el sistema educativo. Nuestros colegios se deberían distinguir, no sólo por el desarrollo del área de los conocimientos, sino, y sobre todo, por el área de los valores personales y sociales.
Existe una estrecha relación entre la profunda crisis de valores en la que se debate nuestra sociedad y nuestro sistema educativo, esencialmente instrumental, funcionalista, neutro, sin opciones para el cambio y el compromiso social, sin confrontación con los problemas del país y sin contenidos éticos.
Con honrosas excepciones que, por cierto, las hay, parecería que tenemos una educación para no pensar, para no analizar, para no cuestionar, para no auto-formarse… orientada, fundamentalmente, hacia las notas, hacia el título, hacia el examen, pero no hacia la vida.
La educación que tenemos no lleva, por lo general, hacia actitudes y actividades creativas y transformadoras. Lo repetitivo es como el eje sobre el que gira todo este sistema memorístico, libresco y anti-formativo.
Es una educación ajena a nuestra cultura y a sus valores, a nuestra realidad socio-política y a sus problemas.
El texto y los policopiados siguen siendo lo esencial como elementos para la memorización .
Es una educación perezosa, estática y terriblemente individualista. El «yo» ha desplazado totalmente al «nosotros» y el ansia de sobresalir, aún a costa de los otros, la convierten en una especie de pugilato anti-solidario y anti- democrático. Es un sistema educativo que no acompaña al pueblo en su caminar histórico, tan difícil, tan complicado y cuestionador.
El «aprender a ser» debería constituirse en el gran objetivo transformador que actualmente busca nuestra sociedad.
6) Actitudes que deberíamos tener presentes frente a la actual polarización
En el momento actual, una de las ideas que deberíamos tener muy presentes como formadores de opinión es la de evitar todo lo que pueda llevar hacia una mayor la polarización y la exacerbación de los ánimos.
– Esa polarización no se da, solamente, en el ámbito de lo político. Está presente también, aunque a distintos niveles, dentro de los medios de comunicación, en las organizaciones sociales y aún dentro de las propias familias.
– Es muy conveniente tener presente que, en la actual coyuntura tan exacerbada, tienen más presencia e influencia los sentimientos que las ideas.
– Se da, actualmente, frente al Gobierno de Evo una lucha, no sólo de ideas sino, sobre todo, de simpatías y de antipatías, de admiración y de rechazo frontal. Debemos partir de algo que es fundamental en la convivencia: los sentimientos siempre se deben respetar. Uno puede querer más a su familia, a su patria, a su región, a su pueblo o a su equipo de futbol… y no es por ideas, sino por sentimientos. Los sentimientos son patrimonio exclusivo de cada persona y, por lo tanto, siempre deben ser respetados.
– Es inútil, y hasta muy negativo para la convivencia, el discutir, aparentemente, sobre ideas, cuando, en realidad, son los sentimientos los que predominan. De ahí que deberíamos evitar prudentemente, esos pugilatos verbales que envenenan nuestras buenas relaciones personales y sociales. Siempre debe primar el respeto hacia lo que piensan y sienten los demás.
– El pueblo mayoritariamente confió y sigue confiado en los cambios profundos que el Gobierno actual quiere hacer realidad. Sin embargo, podemos percibir se va perdiendo apoyo y que los grandes objetivos comienzan a diluirse dentro del marco de la lucha político-partidista por el poder.
– Ha existido en el Gobierno gran dosis de ingenuidad y de mesianismo socio-político. Los ideales eran buenos pero los medios que se a tomaron para hacerlos realidad no han sido los más adecuados. Ha habido excesiva seguridad y muy poca ductibilidad así como mucho apresuramiento y poca planificación.
– No es legítima una postura de pura neutralidad que algunos proponen. Menos todavía el apoyo a quienes pretenden cerrar el paso a cambios legítimos y necesarios.
– Hay que partir del hecho de que el Gobierno actual goza de plena legalidad y de reconocida legitimidad. Por lo tanto, todo movimiento o acción antigubernamental que vaya en contra de los principios democráticos debe ser rechazada y catalogada como subversiva.
-Nuestra postura tiene que ser orientada por una función crítica profética. Deberíamos ser positivamente críticos.
– En el momento actual, de tantas tensiones y tantas confusiones , debemos defender abiertamente la unidad del país frente a cualquier tipo de fraccionamiento. No debemos aceptar que bajo consignas regionalistas legítimas se escandan propuestas separatistas o seccesionistas.
– Hay que defender el sistema democrático nacional y sus principales instituciones que son las que lo garantizan, como ser: : la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Constitucional, la Corte Electoral , tanto Nacional como Departamental, la Contraloría de la República, el Poder Legislativo…etc.
– Hay que propiciar el diálogo, no solamente en las principales instituciones a nivel nacional, sin también en espacios departamentales, municipales y locales.
– Hay que criticar y denunciar abiertamente todos los discursos y todas las actitudes y acciones que defiendan la violencia, en cualquier bando y por cualquier motivo.
– Debe evitarse que la crítica legítima y oportuna a ciertas acciones políticas del Gobierno puedan ser interpretadas como posiciones partidistas, vinculadas a los grupos radicalmente opositores.
– Seria muy lamentable que pudiera decirse en el futuro que este gran proyecto gubernamental fracasó por culpa de los medios autónomos de comunicación social, o de instituciones ajenas a la lucha político-partidista.
Nos quedamos con la advertencia de San Pablo » No extingan el Espíritu, ni desprecien lo que dicen los profetas.
Examínenlo todo y quédense con lo bueno, donde quiera que lo encuentren » (1 Tes. 5,9) Y con el lema :»La democracia se defiende en las urnas, no con las armas y los palos».
El autor es Teólogo, analista social e político