La crítica es siempre fundamental para el avance de las sociedades, el ejercicio de las formas democráticas específicas y el cumplimiento de los derechos humanos elementales, en las afirmaciones anteriores pudiéramos decir que convergen elementos comunes entre posturas ideológicas diferentes, tanto derecha como izquierda, se sabe que sin la crítica real, veraz y fundamentada no hay avance en el conocimiento ni revisión apropiada del camino andado. En estos tiempos en que afrontamos la pandemia del COVID-19, en los que la humanidad misma debe cuestionarse su razón, su quehacer y sus formas futuras de convivencia, debatiendo las raíces de muchos males que afloran junto al avance de coronavirus como; la desarticulación de la salud pública por las políticas neoliberales; la depredación sobre-explotadora y extractivista del capitalismo actual; las paupérrimas condiciones de vida de millones de seres humanos a lo largo del mundo, la economía de guerra del imperialismo siempre sediento de sangre y depredación; la violación de los derechos laborales de millones de proletarios y proletarias en el orbe a través de salarios bajísimos, falta de respeto mínimo de las condiciones adecuadas de trabajo y, entre otras cosas, despidos injustificados y masivos tanto antes como después de la pandemia.
En este contexto de reflexiones impostergables, se han dejado ver posiciones ya conocidas pero reafirmadas de intelectuales (algunos) y opinólogos de los sectores ultraconservadores en México, disfrazados de liberales pero con trasfondo recalcitrante de conservatorio moral y político, entre ellos y ellas, pueden mencionarse en primer término a Joaquín López Dóriga, Denisse Dresde y Carlos Loret de Mola, de los tres no hacemos mucho, pero cabe la mención en el sentido de ejemplificar como desde el inicio de la pandemia en México, ávidos de fracaso para el gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador, comenzaron a desinformar a la sociedad difundiendo notas falsas sobre muertes o afectaciones sociales y económicas cuando aún ni siquiera se terminaba de pasar la etapa uno de la pandemia según los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), casualmente, misma organización internacional que recientemente el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a desestimado y culpado de imparcialidad, al igual que Trump, estos opinadores y opinadoras con nostalgia de las millonarias sumas que recibieron en regímenes anteriores para alabar al gobierno, han descargado toda su imparcialidad y mostrado su fervoroso deseo de la tragedia por encima de bien social, pues entre otras cosas, nada han dicho de los despidos injustificados de por lo menos 360,000 trabajadores y trabajadoras a lo largo de la república por el sector empresarial, una violación flagrante del derecho laboral que pasa desapercibido para el agudo ojo “crítico” de sus opiniones salpimentadas cinismo.
Entre las opiniones de algunos intelectuales orgánicos de la derecha arcaica, podemos nombrar las recientes publicaciones de Jorge Castañeda y Enrique Krause, ambos, viejos conocidos por sus posiciones liberales-conservadoras, su animadversión al socialismo, particularmente a Cuba, y todo lo que para ellos pudiera ser un proyecto social que no comulgue con sus intereses políticos y/o económicos.
En primer término, tenemos el artículo “Psicología del poder”, de Enrique Krause, publicado el pasado domingo 5 de abril, en el periódico Reforma, en el cual, con una supuesta revisión histórica de la psicología de algunos expresidentes de México, Krause pretende argumentar que “Nunca antes la vida de tantos mexicanos había dependido , no de tan pocos, sino de unos solo”, expresión en el antepenúltimo párrafo de su texto, para por un lado, impactar en la sensibilidad del lector, pues a todas luces la frase es en sí misma una especie de advertencia, sentencia bíblica y supuesta crítica que al final se disuelve en mar de las descalificaciones sin argumento, todo lo anterior a ese párrafo en el artículo de Krause, son reminiscencias históricas con las que juega a mostrar como la “psicología” o lo que él llama así (justificándose de que no se tiene que ser experto en Sigmund Freud para poder hacer sus afirmaciones), serviría para mostrar la distracción en la que vive el actual presidente mexicano alejado de toda realidad, una vulgar anulación de criterio al gobierno que sabe muy bien Krause usar para preparar el terreno a su remate final, en el párrafo último dice: “Pero las crisis son una lección extrema de democracia. Una sociedad alerta y participativa toma nota para la próxima elección”, en estas líneas anteriores, no únicamente se nota la propaganda directa a votar en contra en un futuro cercano, sino que, además, al calificar a la sociedad como hace, juega ahí sí, con la psicología del lector queriéndolo hacer participe de sus posturas mediante la generación falsa de una empatía ideológica, un truco antiguo ya conocido de los discursos huecos.
Es de notarse también, como se busca presentar al presidente como un hombre solitario enfrentado a toda la nación por la supuesta desubicación de la realidad, dándole tonos de autoritarismo, antidemocracia e insensibilidad autocrítica, nada de casual tiene que en su texto el primer presidente que Krause menciona sea el genocida Gustavo Díaz Ordaz, para así establecer de inmediato un comparativo lineal que sobrevuela las otras menciones de presidentes anteriores incluso al propio Díaz Ordaz, se sabe que Krause juega con la historia y la ha prostituido por años al servicio de los empresarios, la burguesía y los intereses políticos y económicos más oscuros de México.
Por su parte, Jorge Castañeda, publicó en el ex Diario de Yucatán, el miércoles 8 del mes corriente, una nota intitulada “Médicos cubanos”, en el que al igual que Krause, manifiesta sin prejuicio, su servilismo al ala ultraconservadora. La exposición de Castañeda pretende mostrarse avalada por las referencias que hace de un artículo de Octavio Gómez Dantés dado a la luz en Nexos.com.mx y por una nota de The economist, en las que se refiere a la Brigadas Médicas Cubanas como un jugoso negocio desvirtuado de su origen internacionalista, la falta de argumentación se cubre con citas a otras fuentes queriendo hacerse ver como una opinión fundamentada, pero el excanciller mexicano derrapa en su propio lodo mostrando su desdén conocido hacia el socialismo cubano y su sometimiento ideológico y práctico al imperialismo estadounidense.
Después de parrados ubicuos de la descalificación, Castañeda llega al punto real de su objetivo, presentando lo que considera alertas frente a Washington que surgirían a raíz de que el gobierno federal de México manifestó solicitó recibir asesoramiento y apoyo de médicos cubanos para el combate de la pandemia del coronavirus, la cercanía dada por México y Cuba en esta coyuntura, despertó las alertas más rancias del anticomunismo del excanciller, quien como se sabe, ha participado en diferentes momentos de forma abierta para que las relaciones diplomáticas entre ambas naciones se rompan o enfríen, fiel y temeroso, Castañeda cita la posibilidad de que el gobierno estadounidense pudiera encontrar una afectación a sus intereses por el acercamiento entre las naciones latinoamericanas, pero entonces, ¿Castañeda vela por los intereses de México o de Estados Unidos?, la respuesta es evidente, pues en el final de su artículo menciona: “no descarto que el amigo Landau haga algunas llamadas telefónicas a los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios o del Consejo Coordinador Empresarial para explicarles en qué consiste una línea roja en tiempos de Trump. Con todo y coronavirus”, así tal cual, deja en evidencia el sometimiento de un sector empresarial a las políticas económicas del imperialismo y juega con el miedo colectivo al lanzar una amenaza velada como advertencia por la posible reacción de Trump ante el apoyo cubano a México, en realidad se denota su deseo de que suceda, algo lógico para quien ha pasado sus años sometido y no puede ni siquiera en sentido figurativo pensar una nueva realidad geopolítica, claro, tampoco la desea. Castañeda va mucho más lejos que Krause invocando ya no sólo la reacción futurista en las votaciones, sino que abre camino a la intervención que de una u otra forma podría pretender realizar Trump queriendo mantener distantes a las naciones hermanas de México y Cuba. Castañeda no sabe de soberanía nacional y no teme hacerlo notar, sus intereses están claros, su postura es a favor del imperialismo como desde hace mucho tiempo.
Ambas opiniones son a secas, una muestra del juego que en estos tiempos anda practicando el sector intelectual ultraconservador de México, anhelan la catástrofe para seguir saqueando y sirviéndose con la cuchara grande como por décadas lo hicieron, no hay humanismo en sus opiniones ni deseo de que la pandemia actual afecte lo menos posible a la población mexicana, usan la crisis internacional de salud como catapulta para servir a los oscuros y nefastos deseos del imperialismo y los sectores ultraconservadores de la aún viva oligarquía burguesa mexicana.
Sin lugar a dudas, los tiempos del coronavirus nos han regresado a la disyuntiva que Rosa Luxemburgo expuso magistralmente al sintetizarla en la frase: “socialismo o barbarie”, es decir, o superamos al capitalismo y construimos el socialismo a lo largo del mundo, o, la humanidad seguirá pendiendo de un hilo hundido en la inhumanidad capitalista.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas