El nuevo escenario nacional tras las elecciones del pasado domingo 6, que dieron dos tercios a Evo y al MAS en ambas cámaras, tiene mucho que ver con las naciones y pueblos indígena originario campesinos y con el rasgo «plurinacional» del Estado.El nuevo elenco de senadoras y senadores, que ahora suben a 36, es muy […]
El nuevo escenario nacional tras las elecciones del pasado domingo 6, que dieron dos tercios a Evo y al MAS en ambas cámaras, tiene mucho que ver con las naciones y pueblos indígena originario campesinos y con el rasgo «plurinacional» del Estado.
El nuevo elenco de senadoras y senadores, que ahora suben a 36, es muy distinto del anterior no sólo por partidos, sino también raíces culturales y sobre todo por género (casi miti miti). En diputados han entrado también, aparte de docenas de aymaras y quechuas, los siete de las circunscripciones especiales para minorías étnicas, que al final se aprobaron, incluido por primera vez un afroboliviano (que en este punto la CPE equipara a los originarios). De hecho los siete son varones; seis son del MAS y el pandino es del PPB-CN. Contra la lógica implícita para esas circunscripciones, se los eligió priorizando todavía candidatos por partidos, más que por acuerdos entre las 31 naciones y pueblos minoritarios. En eso la ley transitoria no facilitó las cosas.
La otra innovación estructural es que de los apenas 12 municipios que lograron superar los escollos burocráticos que ya expliqué en LR 18-x-09, todos menos uno han ganado su referéndum local para transformarse en autonomía indígena originaria. No deja de sorprender que el único municipio perdedor no fuera uno de los dos en tierras bajas sino más bien Curahuara de Carangas, en Oruro, con muy buen desempeño como municipio. No sabemos aún la razón: ¿temor a perder lo bueno que ya tienen al optar por algo aún desconocido? ¿Habrá influido el voto de muchos que, según la prensa, llegaron desde Chile, donde ahora residen, para votar?
En el otro extremo hay municipios en que el «sí» fue casi por consenso, como el que dieron a Evo para su reelección. Así pasó en el Charazani de los kallawayas y en Chipaya de los urus. Han superado también los dos tercios, en otros tres municipios aymaras de Oruro, tierra de ayllus, y en los dos quechuas de Chuquisaca -Tarabuco y Mojocoya- donde no hay ayllus sino sindicatos de ex haciendas. Es oportuno resaltar que mantener esta forma de organización es plenamente compatible con los «modos y procedimientos» de una autonomía indígena y, al revés, ser ayllus no implica automáticamente mayor consenso interno.
En otros dos municipios en tierra de ayllus, el triunfo fue más ajustado: Jesús de Machaqa en La Paz y Chayanta en Potosí. Conozco mejor el primer caso, donde yo mismo voto desde hace muchos años. El «no» se concentró mayormente en Qurpa, contrastando con el apabullante «sí» por Evo y su diputado uninominal. En buena parte fue una expresión más del clásico faccionalismo entre grupos e incluso localidades que buscan mayor hegemonía local. Curiosamente allí, un grupo «masista» propugnaba el «no» por temer perder ciertas ventajas del viejo estilo. Chayanta es parte del Norte de Potosí, donde ha habido siempre muchas pugnas locales. Ser o dejar de ser autónomos, sea por la vía municipal o la originaria, no cambiará automáticamente esa tendencia.
Un comentario aparte merecen los dos únicos municipios de tierras bajas, ambos en el Chaco guaraní: Charagua y Guacaya, cada uno con una población karai (no guaraní) superior al tercio. El primero es el más extenso del país, con más de 70.000 km2 y 25.000 habitantes (incluidos más de 4.000 menonitas que no votan), y parecía mucho más difícil ganar allí por tener todavía influyentes patrones y mucha migración colla. Pero más difícil resultó el diminuto municipio de Huacaya, donde se ganó por sólo 46 votos de diferencia (sobre 628 válidos), debido a una militante oposición del alcalde, que inicialmente parecía favorable a esa transformación. En cambio en Charagua se triunfó con bastante holgura (57%) aunque no en sus centros urbanos y hubo voto guaraní dividido en el Isoso, que tiene sectores más cercanos a la oposición cruceña. Será un gran y fecundo desafío elaborar allí un estatuto autónomo guaraní que a la vez esté abierto a toda esa gama de población distinta.
La tarea más urgente ahora será que la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional adapte y mejore la Ley Electoral ya para las elecciones de abril. En esos 11 municipios ya no tiene sentido elegir los tradicionales alcaldes y concejales para cinco años. Además, habrá que asegurar mejor la presencia de grupos indígenas minoritarios en los órganos legislativos de sus municipios y departamentos.
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