A dos semanas de la asunción de Cristina Kirchner el clima social para fin de año dista mucho de ser el apropiado para avanzar en el ya famoso «pacto social» al que repetidas veces hizo alusión durante la campaña la presidente. La inusitada toma de un ministerio provincial dividió aguas en el oficialismo. Tras perder […]
A dos semanas de la asunción de Cristina Kirchner el clima social para fin de año dista mucho de ser el apropiado para avanzar en el ya famoso «pacto social» al que repetidas veces hizo alusión durante la campaña la presidente. La inusitada toma de un ministerio provincial dividió aguas en el oficialismo. Tras perder espacios, Hugo Moyano y Luis D`Elía, dos de las figuras que mayor esfuerzo hicieron en apoyar a los Kirchner muestran los dientes. Conflictos abiertos durante el mandato del pingüino siguen mostrando su vigencia. Una masiva marcha ambientalista, que reunió a asambleas de todo el país, movimientos campesinos y urbanos, llegó a Plaza de Mayo el miércoles 12 y un día después, lo hicieron organizaciones piqueteras, que ayer marcharon hasta los supermercados de Avellaneda. Aguas agitadas juntan reclamos genuinos, relaciones políticas rotas, armados e internas oficiales del partido gobernante.
«Este gobierno, que fue votado por los pobres y las clases medias pobres, tiene que empezar a gobernar para los pobres y para las clases medias pobres» disparó Luis Delía en un reportaje publicado ayer por Página 12. El titular de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) muestra así un cambio de discurso respecto de su visión de hace pocos meses. Rápido tras la búsqueda de espacios perdidos, Hugo Moyano, titular de camioneros y ante la falta de apoyo a su continuidad al frente de la Confederación General del Trabajo que se vislumbra por parte de Cristina, había disparado durante un acto en Obras Sanitarias, solo un día después de la asunción, que sostendría su apoyo «siempre y cuando tengamos la posibilidad de mantener la coherencia en defensa de derecho del trabajador (…) pero si esto no ocurre estaremos en la vereda de enfrente». Es que el gobierno busca conformar una línea sindical propia y complaciente, que le asegure la ausencia de conflictos de manera activa y en ese escenario, el estilo de negociación por presión del camionero no sirve a sus intereses.
En su vuelta a las pantallas, el indescifrable Raúl Castells y su esposa Nina Pelozo amenazaron con piquetes frente a los grandes supermercados si no entregan alimentos para esta navidad.
En la provincia de Buenos Aires la interna de los heridos del kirchnerismo comenzó a jugarse antes de lo previsto el lunes y cuando nada lo hacia prever, grupos kirchneristas, tomaron el Ministerio de Desarrollo Social tras no lograr un acuerdo con el ministro Daniel Arroyo. La reacción, no del todo observada, del gobernador Daniel Scioli fue enviar al grupo Halcón a desalojar el edificio primero y tras la pronta liberación de los dirigentes, criticar a la justicia. Scioli sabe que las órdenes de liberación en estos casos provienen de más lejos. El gobierno nacional no hizo declaraciones al respecto.
Distanciándose de los hechos, pero enfatizando las deficiencias de las políticas sociales del gobierno, desde el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) afirmaron «Hemos expresado en cada una de nuestras movilizaciones la necesidad de universalizar el acceso a los subsidios, exigiendo una política más activa por parte del estado en la implementación de redes de comercialización de nuestros emprendimientos productivos» y remataron «a seis años de la insurrección popular, la vieja política del neoliberalismo sigue en los despachos oficiales y en la miseria de millones de argentinos».
El FPDS, junto a la Unión de Asambleas Ciudadanas fueron algunos de los convocantes a la Marcha Nacional Ambiental que el pasado 12 de Diciembre -dos días después de la asunción de Cristina- llegó a la Plaza de Mayo para responsabilizar a los kirchner por sus políticas cómplices que «permiten la contaminación y el saqueo de los bienes naturales estratégicos del país».
El 13, la plaza fue ocupada por organizaciones de desocupados, encabezadas por el Bloque Piquetero Nacional, el Polo Obrero y la Corriente Clasista y Combativa. Ningún funcionario nacional mostró siquiera interés en conocer los reclamos.
Ayer, movimientos de desocupados de La Plata, Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown, Capital Federal, Caraza, J. C. Paz y San Miguel que conforman la Federación de Organizaciones Barriales ( FOB ), se movilizaron por las calles de Avellaneda hasta los supermercados de la zona, para «recordarle al gobierno recientemente electo y a los grandes empresarios que se favorecen con los subsidios y las políticas económicas de este país mientras mantienen a sus empleados trabajando en condiciones totalmente flexibilizadas y a la vez que embolsan enormes sumas de dinero, que nuestra situación no ha cambiado demasiado: Que aunque argumenten que el desempleo bajó, la inflación casi no existe y que el país está mejor, nuestras familias siguen inmersas en la pobreza, pobreza que sabemos se ha vuelto estructural y que los gobiernos no tienen interés de eliminar» según manifestaron en un comunicado de prensa.
Claro está que los intereses perseguidos por los diferentes actores mencionados difieren, y la situación dista mucho de ser incontrolable para el gobierno, pero el panorama no es todo lo amesetado que intentan reflejar los prolijos discursos oficiales. La concertación «a la española» que pregona la presidente choca contra dos realidades bien diferentes, ambas herencias no confesadas de la gestión de su marido: la desigualdad y distribución injusta de la riqueza, y, por otro lado, los acuerdos y alianzas rotos con representantes del peor caudillaje vernáculo.