Mientras Hugo Yasky, secretario general de CTA, y Stella Maldonado, titular de CTERA, piden un salario mínimo de subsistencia que apenas supere la línea de pobreza, el secretario adjunto de la misma central, Pablo Micheli, defiende en un foro sindical en China un salario que cubra la canasta familiar completa. En la paritaria nacional, […]
Mientras Hugo Yasky, secretario general de CTA, y Stella Maldonado, titular de CTERA, piden un salario mínimo de subsistencia que apenas supere la línea de pobreza, el secretario adjunto de la misma central, Pablo Micheli, defiende en un foro sindical en China un salario que cubra la canasta familiar completa.
En la paritaria nacional, CTERA pide un salario mínimo en toda la Nación de 1400 pesos que cubra la canasta básica de supervivencia, lo cual permitiría que los trabajadores podamos satisfacer nuestras necesidades de subsistencia, y la de nuestras familias, y así continuar nuestras tareas diarias.
Sin embargo, no es lo que la CTA declama en los foros internacionales. El 8 de enero de este año, Pablo Micheli, segundo de esta central, en su discurso en el III Foro Internacional sobre Globalización Económica y Sindicatos de Beijing, China, afirmó que «salario mínimo vital es aquel que asegure al trabajador alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestimenta, transporte, esparcimiento, vacaciones, asistencia sanitaria y previsión (…) Por tanto, el rol de los sindicatos está, ante todo, en la defensa de esos derechos de los trabajadores» (Página 12, 10/02/08). ¿Pensará Micheli que esto puede lograrse con 1400 pesos hoy en Argentina?
No podemos dejar de coincidir con el secretario adjunto de CTA en este punto, con la salvedad de que muchos discursos no son acompañados por las acciones políticas para llevar adelante la posición que se declama, mucho menos cuando figuras de primera línea como Yasky y Baradel participan de movilizaciones de apoyo a la política del gobierno nacional.
Quienes caen en estas graves contradicciones son los mismos que hace años vienen impidiendo la lucha nacional de los docentes y la coordinación conjunta de los estatales y que, en la provincia de Buenos Aires, acordaron como SUTEBA con el gobierno de Solá una recomposición miserable sin ningún aumento. A pesar de esto, una vez que trabajadores de provincias como Santa Cruz, Neuquén y Salta habían marcado un camino de lucha a seguir, los docentes bonaerenses le demostramos a la burocracia sindical de SUTEBA que, cuando los dirigentes traicionan, se puede seguir luchando por afuera del aparato si los trabajadores tienen la convicción y se propone una organización que encauce esta lucha. Así el 17 y 18 de octubre los trabajadores de la educación logramos un 90 % de paro en el Conurbano, sin SUTEBA y con una FEB que sólo tiene peso en el interior de la provincia.
Sin embargo, sostenemos que la organización por afuera de los sindicatos debe obedecer a una situación de corto plazo como la del año pasado y que la organización sindical es una herramienta indispensable para la lucha obrera y no debe ser regalada a la burocracia. Debemos recuperar los espacios de democracia sindical hoy suspendidos de hecho, las asambleas, los plenarios de delegados con mandato, los congresos de delegados de escuela, para así participar activamente de nuestro presente y futuro como trabajadores.
En paritarias, un puñado de dirigentes decide qué va a ser de nosotros como trabajadores, cómo se va a acceder a la carrera docente, y no hay ninguna información concreta de la marcha de esas negociaciones en la que los docentes no tenemos representación de delegados paritarios elegidos en asamblea. En la paritaria provincial los sindicatos piden un aumento del 30 % del salario inicial, en consonancia con lo que reclama CTERA, y la incorporación de algunas sumas en negro al básico, por lo que se concluye que vuelve a levantarse el piso con sumas en negro y apenas se recompone el básico. No podemos seguir adelante con dirigentes que cierran los espacios de participación y transan con el gobierno de turno sumas miserables en negro.