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De cómo aparecen los técnicos

Fuentes: Rebelión

Goebbels declaraba que, cuando escuchaba hablar de inteligencia, inmediatamente sacaba su pistola. Sin tanta brutalidad, hay muchos seguidores del jerarca nazi que, cuando escuchan hablar de política, inmediatamente esgrimen sus armas técnicas. Esta es la forma en que quieren amedrentarnos hoy los que, cuando dirigían la economía de este país, aplicaban las recetas del FMI […]

Goebbels declaraba que, cuando escuchaba hablar de inteligencia, inmediatamente sacaba su pistola. Sin tanta brutalidad, hay muchos seguidores del jerarca nazi que, cuando escuchan hablar de política, inmediatamente esgrimen sus armas técnicas.

Esta es la forma en que quieren amedrentarnos hoy los que, cuando dirigían la economía de este país, aplicaban las recetas del FMI para mantenernos en la miseria. Ellos dicen ahora que «utilizar las reservas pone en riesgo la estabilidad económica» y que «se está politizando un tema que debe ser estrictamente técnico».

La insidia de la técnica

Los defensores de la compartimentación entre la política y la técnica, en realidad son partidarios de un determinado modelo político que consideran inamovible, a partir del cual deben definirse las propuestas y las acciones. Sobre tal base, toda propuesta política que no se enmarque en el modelo que ellos manejan, es descalificada.

Por supuesto, lo que ha motivado esta reacción, es el anuncio del presidente Evo Morales de utilizar las reservas monetarias para enfrentar la crisis que está zarandeando al sistema capitalista. En la conducta de este gobierno, contraria al ocultismo practicado por los regímenes neoliberales, una decisión de tal alcance requiere una consulta al pueblo, la misma que se define como referendo. El técnico economista que se espanta ante la idea de un plebiscito, sentencia categóricamente: «Un médico, en momento de crisis, no le pregunta a la gente qué tiene que hacer». Tal comentario resulta ingrato, pues nos recuerda que la promulgación del DS 21060 se hizo con esta explicación: «Bolivia se nos muere, hay que intervenir urgentemente».

El malhadado 21060, ¿no fue una medida política? El economista que comentamos puede que entonces, hace más de 20 años, hubiese sido colegial o universitario y considere que, aquel modelo de política económica, fue siempre inalterable, inconmovible, base de toda acción económica. Pero, si ha estudiado economía, como es evidente, sabe que, a fines del siglo XVIII, los economistas que fundaron la teoría moderna establecieron que la riqueza de las naciones se basa en la producción. Y la producción, como también debe saber, es el resultado de políticas sociales que suponen la movilización de la sociedad. No es, de ninguna manera, un grupo de técnicos los que pueden decidir. En todo caso, el papel de éstos es el diseño, la propuesta y, posteriormente, la aplicación de medidas que la sociedad toma en función de sus intereses.

Eso es política. De ningún modo puede ser decisión de un técnico o de un grupo de profesionales, por más eficiencia y eficacia que tengan. La sociedad no puede ser tratada como factor pasivo de las políticas que le afectan.

El engaño de la estabilidad

«No se pueden utilizar los recursos del Banco Central de Bolivia, porque están ahí para garantizar la convertibilidad de la moneda». Esta es otra de las afirmaciones presentadas como verdades indiscutibles. Tal fue el argumento con el cual nos impusieron el modelo neoliberal en agosto de 1985. Todo se trata de la convertibilidad de la moneda. Realmente, ¿esa es la clave de la economía?

Hasta donde dan los conocimientos del sentido común, la convertibilidad de la moneda ha sido el cerrojo para impedir el crecimiento de la economía. Pueden decirlo los tigres del Asia y hasta el mismo Japón. No es cuidando la convertibilidad que se estabiliza la economía. Es más: pretender que los recursos del Banco Central son intocables, es cerrar los ojos ante las maniobras bancarias que está haciendo el gobierno de Washington.

Pero, asumamos que no es un buen ejemplo esa desesperada intervención estatal en Estados Unidos, la Unión Europea y otros países para sostener al sistema bancario. Vayamos al origen de cualquier banco; su propósito es cooptar dineros públicos y privados para ponerlos en circulación, efectuar operaciones con ellos y lograr una renta determinada. Ningún banco es guardián de depósitos inamovibles. De hacerlo así, tendrían que definirse en el nivel de aquel par de judíos que el Cid Campeador engañó entregándoles un pesado baúl como garantía de un préstamo, con el mandato de no abrirlo ni averiguar su contenido. El Cantar que cuenta sus hazañas, dice más adelante que el baúl contenía piedras y sólo eso. Supongo que el economista que nos habla de la intocabilidad de aquellos fondos, conoce de sobra el Cantar del Mío Cid.

Debe conocerlo puesto que él se encargó de mover fondos a favor de las transnacionales, aunque tales acciones eran contrarias al interés nacional.

No pretendan por lo tanto, oficiar de consejeros en economía. Si lo hacen sin tener conciencia de los alcances de sus palabras, sería mejor que se callen. Y si hablan sabiendo cuáles son los efectos, pretenden mantener el modelo neoliberal que ellos moldearon.