El pasado 10 de febrero, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que habría una compensación para extrabajadores de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) que en 2009 fueron despojados de su empleo.
El 25 de agosto de 2022, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), fue publicado el decreto en el que se señala que la “compensación vitalicia” para 8,892 extrabajadores es, nada más y nada menos, un acto de “justicia social”.[1] Desde febrero, y luego de la publicación del decreto, no pocos medios de comunicación calificaron la medida como un “regalazo” con el que se pretendía “amarrar” el apoyo de los agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
La compensación vitalicia no se explica por la burda visión de los “regalazos” o “amarres”. En primera instancia, es el resultado de una férrea resistencia de más de una década. Durante este tiempo, los trabajadores electricistas que decidieron continuar en la pelea por su regreso al trabajo pudieron demostrar, mediante movilizaciones y debates de cara a la sociedad mexicana, lo injusto de su despido y lo imprescindible de la restitución laboral en condiciones dignas. En estos casi 13 años de lucha, los smeitas soportaron no sólo la avalancha de dificultades propias del despido, sino también una sostenida campaña mediática que los hacía pasar como “privilegiados”, así como episodios inenarrables de tan vergonzosos para la historia sindicalista del SME protagonizados por la dirección sindical encabezada por Martín Esparza Flores (MEF) y sus allegados.[2] La compensación vitalicia, entendida como ese mínimo y necesario acto de justicia social, no se debe sólo a la voluntad de AMLO y su gobierno sino sobre todo a la inquebrantable tozudez de los trabajadores de base que no cejaron en la batalla de ideas denunciando las razones y los objetivos del despido a manos de la administración calderonista y de la política neoliberal que continuó durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. Se trata de una victoria conseguida gracias a una correlación de fuerzas generada por la base electricista a pesar de la estrategia política del protegido de Luisa María Alcalde que, como ha sido ampliamente denunciado por varias agrupaciones en resistencia del gremio smeita, utilizó la lucha de miles de sindicalizados para el beneficio propio. Dicha victoria es además un duro revés para Esparza pues, a todas luces, fue rebasado por la movilización de diferentes grupos sindicales que existen en el SME. Este triunfo representa una bocanada de aire para el sindicalismo smeita que intenta recuperar las raíces y el proceder democrático de su organización sindical y es, asimismo, un aporte significativo en aras de construir una estrategia independiente, materialmente posible y capaz de enfrentar el proceso de privatización energética, particularmente en el rubro de la electricidad, del que el propio MEF es socio y defensor.
La compensación vitalicia es la piedra de toque que desenmascara el papel de MEF y sus seguidores. Para ellos, el objetivo no estaba en conseguir justicia y empleo para los trabajadores sino en el enriquecimiento, en hacerse parte de los negocios millonarios y supeditar al SME a los designios de trasnacionales como Mota-Engil. Además, la compensación posibilitó que los trabajadores de base en resistencia fuesen escuchados y sus denuncias rebasaran el cerco mediático impuesto desde la dirección sindical. En ese sentido, resulta particularmente reveladora la virulenta reacción de Martín Esparza al reportaje de Gabriela Hernández publicado el 18 de septiembre en el semanario Proceso. Esparza ha intentado, sin conseguirlo, desmentir lo que en el texto se señala. La razón es obvia: los datos que en éste aparecen no son opiniones, sino hechos inobjetables. Llama la atención, además, que en medio de su desesperación e imposibilidad de respuesta tilde de “guerra sucia” la publicación en Proceso cuando él y los suyos han emprendido un bochornoso alud de mentiras y descalificaciones en contra de los smeitas que se oponen a su política. En comunicados, “desmentidos” y redes sociales MEF ha centrado su ataque en Mario Benítez, miembro activo de la resistencia electricista.[3]
A través de un video, Benítez es acusado de “provocador”, “manipulador” y “azuzador” por su participación en la huelga de la UNAM que durante 1999-2000 logró frenar la privatización de esa casa de estudios. Además, se le adjetiva como un “personaje oscuro” que busca “desestabilizar” a la organización gremial y cuya principal virtud es ser un “revienta movimientos”. La ofensiva en contra del también profesor de la UNAM resulta preocupante por la narrativa de odio en la que está envuelta y que alienta a una agresión física.[4]
Sobre la trayectoria militante de Mario Benítez basta con decir que como estudiante de posgrado durante el movimiento universitario fue, por sus ideas y sus acciones, un miembro destacado del Consejo General de Huelga (CGH) y que como tal fue apresado durante meses tras la ocupación del campus universitario por parte de la entonces Policía Federal Preeventiva (PFP) un 6 de febrero del 2000. Además, en la Facultad de Economía de la UNAM en la que imparte clases, es reconocido por alumnos y académicos por su pensamiento crítico y la solidaridad constante con diversos movimientos sociales. Dentro del SME, desde el inicio de la resistencia tras el decreto de Calderón, Mario fue ganándose un lugar entre los trabajadores por su calidez como compañero, por su espíritu de colectividad y por el hincapié en la necesidad de la polémica y el debate de ideas. Durante estos más de 10 años de lucha electricista, Benítez se convirtió, por méritos propios y siempre con el respaldo de varios núcleos de trabajadores, en un portavoz de las opiniones críticas de un cúmulo de electricistas que no comulgaban con la estrategia del ahora empresario Martín Esparza.
La arremetida contra Mario Benítez es una clara muestra de impotencia y desesperación de una dirección sindical cada vez más descompuesta, repudiada por amplios sectores del SME, apenas “amadrinada” por Luisa María Alcalde e incapaz de dar un debate abierto de cara a los trabajadores electricistas en resistencia. En suma, la embestida hacia Mario Benítez tiene como objetivo generar un ambiente de temor entre todo aquel trabajador que disienta de las políticas privatizadoras emprendidas y fervorosamente defendidas por MEF.
Conviene señalar que el reportaje de Proceso muestra varios elementos que bien merecen ser discutidos por el movimiento social del país. En primer lugar, que echar atrás los acuerdos y los avances de la privatización eléctrica no depende sustancialmente de la voluntad política del actual gobierno, sino que estriba en la capacidad de movilización y de generación de una fuerza capaz de inclinar la balanza hacia el interés colectivo. Dicho de otro modo: lo que está en juego no son, simplemente, los intereses económicos de Esparza en términos personales. Lo que se disputa es la posibilidad o no de frenar y eliminar los avances de la privatización pactados por el propio Esparza, la administración de Peña Nieto y las empresas trasnacionales. Se trata, pues, de una batalla que rebasa lo gremial. MEF es el rostro público que ha sido utilizado por las trasnacionales para penetrar y tratar de afianzarse en el negocio de la energía eléctrica del país. En última instancia, son ellas las enemigas a vencer. Además, quizá sea un buen momento para que las organizaciones sociales y sindicales que hasta ahora han respaldado el accionar de Martín Esparza lleven a cabo una autocrítica y vean de qué lado de la balanza se definen.
Notas:
[1] Diario Oficial de la Federación, disponible en https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5662625&fecha=25/08/2022#gsc.tab=0
[2] Como ejemplos ejemplos se pueden mencionar los turbios procesos de elección del actual Comité Central y su toma de nota, así como el acercamiento a Enrique Peña Nieto y la defensa que públicamente se hizo de Elba Esther Gordillo.
[3] Véase, Proceso n.2394, 18 de septiembre de 2022.
[4] El video y los comentarios pueden consultarse en el siguiente enlace https://www.facebook.com/100068894572391/videos/2515962008645995/?extid=NS-UNK-UNK-UNK-AN_GK0T-GK1C
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