Recomiendo:
1

7 tesis sobre el arresto del general Cienfuegos

De la «descartelización» a la doctrina de la enchilada

Fuentes: Rebelión

Ni el determinismo conspirativo ni el voluntarismo providencial sirven para explicar las intrigas del narcotráfico y sus conexiones con las instituciones del Estado mexicano o las agencias de inteligencia de Estados Unidos.

Sabemos, gracias a la abundante evidencia compilada, que existen tales conexiones, y que en ellas intervienen intereses creados e individuos específicos. Pero también sabemos –tras un largo recorrido en el tratamiento de estos temas– que la descodificación e interpretación de esta intrincada red de confabulaciones impone la obligatoriedad de un análisis cauteloso, justamente por la naturaleza del propio fenómeno: las instancias en las que discurre el narcotráfico están celosamente apartadas del ojo público. Y ello se explica por dos razones fundamentales: uno, la congénita clandestinidad de la actividad delictiva; y dos, la inescrutable alianza estratégica del actor narco y el Estado mexicano –que es básicamente una verdad inconfesable–. No es accidental que personajes tales como Genaro García Luna –exjefe de la policía– o el general Salvador Cienfuegos –exjefe de las fuerzas armadas–, máximos regentes de las instituciones formalmente encargadas de combatir el crimen, enfrenten cargos por asociación delictuosa y narcotráfico. Vale decir: el narcotráfico es un actor político que es parte del Estado organizado (dixit Norberto Emmerich). Asistimos, durante el periodo neoliberal, a la hiper-cartelización de la política: el cártel remplazó a la camarilla/partido como unidad política básica. La llamada “guerra contra el narcotráfico” no es más que la guerra de una franja del Estado –conformado por políticos, empresarios, jueces, militares, policías, civiles, agentes estadounidenses, barones de la droga, sicarios etc.– contra otras franjas rivales enquistadas en la propia unidad estatal. Esto explica que nadie entienda nada, y que resulte tan difícil distinguir a la autoridad de la delincuencia (a tal grado que algunos incautos colegas esgrimen la cándida tesis de que “los cárteles no existen”). Ahora bien, a pesar de tan rutinario acontecer criminal, el reciente arresto del General Salvador Cienfuegos en Los Ángeles entraña algunas singularidades que incitan a la reflexión. Por ejemplo, que se trata de la primera vez que un militar de tan alto rango es detenido por las autoridades de Estados Unidos.

¿Por qué arrestaron al general Cienfuegos? Y tal como advertí, cualquier explicación corre el riesgo de internarse en el terreno de la especulación. Propongo por ello, y muy modestamente –apoyado en trabajos de investigación–, bosquejar algunas tesis o líneas de análisis. Es importante aclarar que un arresto de tal envergadura nunca responde a una sola omnivariable: confluyen en tales detenciones una serie de factores, decisiones e intereses. Lo que significa que las tesis pueden ser complementarias y no exactamente excluyentes.

Tesis 1. Estados Unidos está reconfigurando la industria del narcotráfico. Sobre ello no hay ninguna duda. Además del jefe sinaloense Joaquín “El Chapo” Guzmán, aprehendieron al alfil del narcotráfico del Calderonato –Genaro García Luna– y al alfil del narcotráfico Peñista –general Salvador Cienfuegos–. Por cierto, ambos funcionarios condecorados en Estados Unidos por su actuación en programas de cooperación bilateral. El primero un policía; el segundo un militar. Empíricamente este es un dato interesante porque sugiere que la estrategia de control del narcotráfico sí mudo con Peña Nieto: transitó de las Policías a las Fuerzas Armadas. No para combatirlo; sí para controlarlo. Remember Tlatlaya & Ayotzinapa.

Tesis 2. Esta reconfiguración de la industria del narcotráfico emula el modelo colombiano: el tránsito de la cartelización a las “BACRIM” o “bandas criminales”, modalidad de organización que pertenece a la tercera generación de tráfico de drogas en aquel país. Trátase de pequeñas bandas híbridas cuya presencia territorial abarca esencialmente los circuitos donde discurre la producción/distribución de la cocaína, y no la totalidad del territorio nacional como corresponde al modelo “cártel”, y que son más susceptibles de control directo por las agencias estadounidenses –sin la interferencia determinante de las altas esferas del Estado Mexicano–. En cierto sentido, el arresto del general Cienfuegos es un golpe al corazón del narcotráfico mexicano, históricamente subsumido bajo la órbita de las corporaciones de seguridad.

Tesis 3. Otro aspecto de esta virtual reestructuración involucra arrancarle al narco mexicano el monopolio de algunas drogas que las agencias estadounidenses resolvieron “restringir” por la guerra demográfica que está en curso en aquel país: la heroína y el fentanilo matan principalmente población White Anglo-Saxon Protestant o blanca nativista, potencial votante del republicanismo-Trumpista, No olvidemos que Enrique Peña Nieto extraditó en señal de ofrenda a Joaquín “El Chapo” Guzmán un día antes de la toma de posesión de Donald Trump.

Tesis 4. La ironía es que esta arista racial también la explota a la inversa el Trumpismo: el voto Guadalupano en Estados Unidos “simpatiza” con estas aprehensiones. Y los mexicanos en Texas pueden definir la próxima elección. La premura preelectoral del arresto no es gratuita. Tampoco el sigilo del Departamento de Estado estadounidense, órgano que tiene una estrecha comunicación con el Gobierno de México, y que no avisó a nadie sobre la investigación al general Cienfuegos.

Tesis 5. Las agencias estadounidenses, especialmente la DEA (Drug Enforcement Agency), estaban fastidiadas del pacto de impunidad mexicano (que se resquebrajó en 2018, aunque restan muchos narcofuncionarios en Seguridad y en la Fiscalía). Por ejemplo, en 2015, y tras el escándalo de Ayotzinapa, Estados Unidos retiró 15% del dinero de la Iniciativa Mérida a México. Los norteamericanos quieren la guerra, pero sin la protección del Estado mexicano a los cárteles. Porque ello les permite administrar más aventajadamente el negocio. El problema para Estados Unidos es que el narcotráfico mexicano se convirtió en un sistema más o menos permanente de financiación de las erogaciones del Estado neoliberal al sur del Río Bravo. Básicamente acaparaba una rebanada demasiado generosa de la renta del narco. Y los gringos quieren “The Whole Enchilada. No es fortuito que la Fiscalía Federal de Nueva York, sede del poder financiero y epicentro del lavado de dinero, lleve a cabo un maxiproceso contra el sistema de narco-corrupción mexicana. Business Process Reengineering, le dicen.

Tesis 6. El sistema de Justicia mexicano nomás “milando” como el chinito. “Estados Unidos te hace; Estados Unidos te deshace”, dicen los narcos mexicanos. La consigna de las cortes de Nueva York: prenderle fuego a toda la estructura de corrupción mexicana, sin tocar las redes de corrupción y narcotráfico en Estados Unidos.

Tesis 7. Por el desenvolvimiento de los hechos, es posible conjeturar que las agencias de Estados Unidos no aprueban el protagonismo que el Presidente Andrés Manuel López Obrador otorgó a las Fuerzas Armadas en todas las esferas de su gobierno, puntualmente aquellas que conciernen a funciones extramilitares o no-bélicas. En este sentido, el maxiproceso neoyorquino también encierra una disputa entre Estados Unidos y México por el control de las Fuerzas Armadas mexicanas (sí, Estados Unidos está acostumbrado a disponer de ellas a su antojo). Tal vez esto explica que las fuerzas de oposición (PAN et. al.) hayan salido a criticar, en señal de apoyo a la agenda estadounidense y en nado sincronizado, el uso del Ejército mexicano en tareas de construcción o proyectos de obra pública por el nuevo gobierno; y que el Presidente López Obrador públicamente instara a los órganos de inteligencia militar de Estados Unidos a que depurarán sus propias filas y explicaran su alianza con narcomilitares mexicanos. En otras palabras: disputa de soberanías. Este asunto es delicado. Pensémoslo a la inversa: que el Estado Mexicano capturara al exjefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Es más fácil imaginar a Trump veraneando en las playas de Venezuela.

Colofón: El antecedente de los Le Barón y el multihomicidio de la familia (que propició la amenaza estadounidense de ascender a rango de terroristas a los cárteles mexicanos); el Culiacanazo (típico operativo de la DEA que desencadena la conflagración interna); el arresto de Cienfuegos (cuyas razones azuzan sin pudor la narrativa narcobélica); y otras evidencias e incidentes, sugieren que Estados Unidos agita la beligerancia en México y ambiciona el control monopólico de los factores de la guerra, señaladamente las Fuerzas Armadas mexicanas. 

Twitter: @arsinoeorihuela