No es primera vez que surge la idea de ir a «desbloquear el desarrollo cruceño», refiriéndose a alistar grupos irregulares para dirigirse a puntos de Santa Cruz donde periódica y tercamente se realizan bloqueos demandando una serie de reivindicaciones, destacando que esos bloqueos son realizados principalmente por inmigrantes o hijos de inmigrantes del occidente. En […]
No es primera vez que surge la idea de ir a «desbloquear el desarrollo cruceño», refiriéndose a alistar grupos irregulares para dirigirse a puntos de Santa Cruz donde periódica y tercamente se realizan bloqueos demandando una serie de reivindicaciones, destacando que esos bloqueos son realizados principalmente por inmigrantes o hijos de inmigrantes del occidente.
En dos ocasiones anteriores, Carlos Valverde Barbery, fundador de la Unión Juvenil, convocó a inscribirse a la juventud cruceña para llevar adelante este propósito generando una fuerte polémica acerca del carácter antidemocrático de la propuesta.
Ahora lo que se dijo se está haciendo y de forma casi imperceptible, en un ambiente preparado previamente para que las críticas se apaguen. El miedo es el elemento donde las formas autoritarias se mueven como pez en el agua, miedo de la sociedad cruceña ante los alarmantes y negativos reportes que se dan a conocer sobre el sufrimiento de los moradores de la ciudad de La Paz que se encuentran cercados por las movilizaciones y que se teme se reproduzcan en la capital cruceña. Los miedos de los sectores de clase media son notables porque su relativa comodidad es siempre antepuesta a cualquier otro objetivo, que en este caso encarnan las masas radicalizadas exigiendo la nacionalización. La disyuntiva está entre la comodidad de unos cuantos y la defensa de los grandes intereses nacionales.
Ahora la idea se va plasmando de manera efectiva, jovenzuelos manejados por la desesperada visión de los cívicos son enviados a enfrentar los bloqueos, se organizan a gente en los pueblos, para ello se usan los medios económicos puestos a su disposición por las cooperativas y las transnacionales.
Estos son indicadores del surgimiento cada vez más notable del fascismo pues los sectores dominantes creen que los medios legales no sirven o no son suficientemente eficaces para defender sus intereses y ponen en pie grupos irregulares, civiles, para que de hecho los impongan.
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El desate de los chauvinismos regionales
La política criolla se viene degradando más y más, tal vez como preludio de una catástrofe. La clase dominante, sus portavoces, sus partidos y sus aliados ya no oponen a los problemas respuestas y soluciones principistas sino que tienden a organizar fundamentalismos agrupados en dos polos geográficos, el Occidente y el Oriente, tal como si la política boliviana fuera un encuentro de equipos de fútbol, cuyos fanáticos van al estadium a insultarse sin mayor reparo, porque aman u odian una camiseta. ¿Razones? Sobran. Esa es la realidad de una pugna interburguesa que hoy está destruyendo al país.
Ya se fue urdiendo este escenario en torno a la figura de Carlos Mesa, al que Paula Peña, cofundadora de Nación Camba, le forjó la fama de «no querer a Santa Cruz», a lo que otros agregaron que Mesa es «enemigo número uno de los cruceños».
El chauvinismo o patrioterismo es una forma que puede adquirir la política, pero para manipular, para distraer a los ciudadanos frente a situaciones críticas, por eso hay que preguntarse ¿qué tienen que ver tales afirmaciones con una verdadera forma de hacer política? ¿qué política es posible hacer si se nubla la razón con sentimentalismos?
Con más fuerza, en los últimos acontecimientos el chauvinismo se presentó como el principal argumento de los contendientes. Ante la posibilidad de que Hormando Vaca Diez fuera presidente, los opositores plantearon críticas personales, raciales y geográficas y no políticas, no siendo suficiente decir que es militante del MIR y que estaría por reconstruir la megacoalición de Goni. El diputado del MAS, Manuel Morales Dávila, puso la leña al fuego indicando que Eduardo Rodríguez Velzé debe ser presidente aunque sea un maleante colocado por Goni, pues todo es preferible a Hormando Vaca Diez para precautelar la democracia, expresó.
Desde Santa Cruz un fanático como el potosino Mendivil, dueño de un medio radial, aporta más claramente a todo este proceso diciendo que no interesa que Hormando sea mirista, sino que es cruceño y tenemos que apoyarlo a muerte, posición secundada por los cívicos y que en su discurso del miércoles Germán Antelo avala. También los medios de comunicación, ante la resistencia sobre todo en el occidente, hicieron fuerte campaña para que Hormando sea presidente. Unitel a modo de queja titulaba «en La Paz, marchan contra un cruceño», y tras la terrible frustración de Sucre sugirieron que «había sido delito ser cruceño» y que ese es el pecado de Vaca Diez. Amargamente otro comunicador sugería que se habría orquestado un complot para cerrar el paso a Hormando y le consuela diciendo «no fuiste presidente porque se entremetió un cholo» y acto seguido con furia rasgó su colección de mensajes de Mesa.
En situaciones como esta se muestra quién es quien, de qué lado juega. Los políticos e incluso los comunicadores, cegados por la pasión, faltos de objetividad, dominados por el puro sentimiento, la amargura, el odio, se sumergen en la vorágine que ellos mismos han creado pero que no controlan, porque hay otros que con cabeza fría están detrás digitando todo ¿quiénes son esos? ¿serán siquiera bolivianos?
Otros críticos, con más fundamento, recuerdan la trayectoria de Vaca Diez resaltando varios hechos tales como haber manipulado en el Senado la aprobación de la Ley de Inmunidad a ciudadanos norteamericanos, haber provocado el suicidio de Picachuri con su insensibilidad y ligereza al pedir que «saquen a ese terrorista de aquí» y ser un alto capo de un partido narcovinculado.
El ambiente del debate se enrarece con la aparición de posiciones afines al chauvinismo, Zentha Reck, psicóloga, propietaria de una institución educativa y que aparece como analista, indica que en los planes de los movimientos sociales (léase MAS), desde occidente, no se incluye a Santa Cruz y a todo el Oriente, al que sólo se toma en cuenta como simple masa, lo que considera como algo preocupante. De su lado, el mnerrista Joaquín Monasterios, fortalece esta posición afirmando que nadie va a venir a decirnos a Santa Cruz lo que tenemos que hacer los cruceños, menos los del MAS, en alusión a algún comentario que hiciera Filemón Escobar sobre la necesidad de postergar la elección de prefectos y el referéndum. Este es otro aspecto que en Santa Cruz adquiere características negativas y hasta morbosas, pese a que ya Escobar no es del MAS, este partido se convierte para muchos en la causa de todos los males, aunque no tenga nada que ver. El MAS se ha convertido en blanco de muchos ataques infundados, tanto así que el vulgo, no sólo en Santa Cruz sino también en La Paz, sugiere que «hay que matar a ese indio», refiriéndose a Evo, como si esa fuera la solución. El chauvinismo y el racismo se dan la mano. La bolita está rodando sin que nadie pueda pararla. El MAS, partido que políticamente es un enano pero oportunistamente juega a todas las cartas, es dibujado como un gigante, y paradójicamente, crece más gracias a sus contrincantes, pues la emoción prevalece antes que la razón.
Será por eso que los congresistas escaparon de La Paz para irse a meter a Sucre ¿pensando dónde más los quieren? ¡Pobres! El humor popular ya sugirió que se vayan a sesionar a la cárcel de cualquier ciudad.
Pero el fenómeno chauvinista puede adquirir características todavía ribetes más domésticos y localistas, como se nota en las declaraciones de Pepe Lucho Paredes que pregunta qué tienen que venir a hacer Solares y Vilma Plata a El Alto, cuestionando a los integrantes de la recientemente conformada Asamblea Popular Nacional y Originaria donde participan diversos sectores sociales. Pensando de esa manera, territorialmente, no podremos vivir ni entre vecinos de un mismo barrio, o hermanos de una misma familia.
De todo este desastre los principales responsables no sólo son los gobernantes o políticos sino los empresarios de grandes medios de comunicación principalmente en La Paz y Santa Cruz. Pero ellos serán finalmente víctimas, odiados por la población, todo por servir a intereses extraños a los bolivianos.