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Argentina a las urnas. Entrevista con Daniel Gollán, militante y Ministro de Salud

Debate crucial sobre el modelo futuro de Nación

Fuentes: Rebelión

Las elecciones presidenciales del próximo 25 de octubre acarrearán consecuencias trascendentales para Argentina. La continuidad de un «proyecto nacional» que siga profundizando programas sociales -incluidos los avances en el sistema de salud pública- o el retroceso hacia modelos neoliberales al estilo de los que conociera el país en los años ochenta y noventa. Así lo […]


Las elecciones presidenciales del próximo 25 de octubre acarrearán consecuencias trascendentales para Argentina. La continuidad de un «proyecto nacional» que siga profundizando programas sociales -incluidos los avances en el sistema de salud pública- o el retroceso hacia modelos neoliberales al estilo de los que conociera el país en los años ochenta y noventa. Así lo afirma en esta entrevista exclusiva Daniel Gollán, militante popular desde los años setenta; ex preso político en la última dictadura; médico sanitarista formado en la Universidad de Rosario (Provincia de Santa Fe) y actual Ministro de Salud en el gabinete de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Logros

P: En el ambiente electoral tan polarizado poco se habla en la prensa internacional sobre los logros y retos pendientes del actual Gobierno. Es decir, sobre el balance político-social del «kirchnerismo»…

Daniel Gollán (DG): En el año 2003, en consonancia con la crítica situación general del país, el sector de la salud estaba absolutamente destrozado en cuanto a su capacidad para la promoción, prevención, atención y rehabilitación.

A partir del gobierno de Néstor Kirchner y hasta ahora, en estos últimos 12 años, se reconstruyó el sistema de salud, con una inversión en infraestructura, recursos humanos, equipamiento y programas del sub-sector público que es la mayor de la historia argentina. Solo comparable a la del primer y segundo gobierno peronistas entre 1946 y el 1955.

En nueva obra física destinada para centros de salud (hospitales y centros de atención primaria), se construyeron más de un millón de metros cuadrados. Los recursos humanos en nuestro sector aumentaron un 30 %. Los sectores de obras sociales y de medicina prepaga aumentaron en proporciones similares al crecimiento de nuevos puestos de trabajo generados en el país desde el 2003, que fueron de aproximadamente 6 millones.

Hoy, en Argentina, todo habitante tiene la posibilidad de acceder gratuitamente a la atención sanitaria. Aunque somos conscientes que hay que trabajar todavía mucho para que ese acceso, que ya es universal, sea mucho más efectivo. Es decir, que las personas que necesiten los servicios de salud puedan obtenerlos en el momento oportuno, en la cantidad necesaria y con la calidad óptima.

Cuando hablamos de acceso a la salud, me refiero a todos los niveles del Sistema. Desde una simple consulta médica hasta los planes de vacunación, que son hoy uno de los más completos del mundo e integran 19 vacunas. Me refiero también al acceso a un trasplante de órganos o una cirugía cardiovascular o neurológica. En Argentina, en estos últimos 12 años, estos servicios médicos son totalmente gratuitos porque los asegura el Estado y constituyen un derecho efectivo para todos los ciudadanos.

Tareas pendientes

P: Y en cuanto a fracasos y tareas pendientes…

DG: Faltan muchas tareas por hacer. No se puede negar que quedan muchos objetivos por alcanzar en todos los campos de la salud. Pero lo importante es que hoy podemos definir y abordar esas tareas pendientes en base a que hemos construido y reconstruido enormemente.

P: ¿Cuál sería la principal prioridad si en las urnas el pueblo ratificara su confianza al candidato de Frente Para la Victoria, es decir el actual partido de gobierno?

DG: Sin duda seguir reordenando el sistema de salud, aún atravesado por múltiples distorsiones producto de dos causas centrales. Una, el desorden que dejó el proceso neoliberal de los años 90 y otra, el predominio del modelo de salud mundialmente hegemónico con base en el complejo médico-farmacéutico-industrial de Estados Unidos que considera a la salud como una mercancía y no como un bien social de construcción colectiva. Este modelo basado en el concepto «costo-efectividad» es muy malo, muy caro, con indicadores magros, pero tiene la capacidad de impregnar todo el tiempo la formación y la praxis de los trabajadores de la salud. Por eso, estamos trabajando mucho en la formación de grado y pos-grado de los recursos humanos de nuestro sector.

P: Llama la atención que más de 25 años después siga mencionando las consecuencias del modelo neoliberal impuesto en Argentina y en gran parte de América Latina en los ochenta y noventa…

DG. Es que sin duda el impacto neoliberal entre 1990 y el 2003, terminó de desintegrar el sistema de salud nacional. No debemos olvidar que ya en la última dictadura militar (1976-1983) se había derogado la Ley que creó el Sistema Nacional Integrado de Salud. Durante los años 90, el Estado nacional transfirió sin recursos ni planificación 73 hospitales bajo su jurisdicción a los estados provinciales y las dos provincias más densamente pobladas del país hicieron lo mismo con los centros del primer nivel de atención, transfiriéndoles a las municipalidades.

Lo que llevó a una pérdida significativa de la gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud. Al mismo tiempo, también se distorsionó el sistema solidario de las Obras Sociales sindicales al permitir que gran parte de los aportes de los trabajadores fueran a parar a la medicina prepaga.

El desafío es volver a colocar en un futuro -lo que llevará tiempo y será un proceso trabajoso- una parte importante de esos aportes en el sistema solidario y reconstruir junto con el subsector público el Sistema Nacional Integrado.

Estos dos subsectores al no tener fines lucrativos garantizan mayor acceso a la salud a menor costo y demás promueven una visión humanizada de la atención, pero es importante que ambos sean controlados por los organismos pertinentes para asegurar eficiencia y eficacia.

En paralelo, se debe avanzar en mejorar la gobernabilidad del sistema nacional, fortaleciendo aún más al subsector público en su capacidad de prestación de servicios. Fortaleciendo el primer nivel de atención, mejorando la política de recursos humanos en salud así como la política nacional de medicamentos. Son todos temas en los que estamos avanzando pero que siguen en la agenda de los próximos años.

Lo que se juega…

P: ¿Qué expresan, a nivel del proyecto de Salud Pública, los tres candidatos con posibilidades de llegar al gobierno en las elecciones de este 25 de octubre?

DG: Daniel Scioli, representa la posibilidad de continuar con un modelo de desarrollo industrial con inclusión social que hará posible seguir avanzando en el proyecto de salud del que hablaba antes.

Mauricio Macri, significaría la destrucción de todo lo avanzado, la implementación de una voracidad privatizadora que pondrá a la salud como un negocio para pocos, con una enorme exclusión social. Es lo que hizo ya en la Ciudad de Buenos Aires en estos 8 años en los que la gobernó.

A Sergio Massa no se le conoce su propuesta en salud. Centra su campaña electoral en la lucha contra el narcotráfico apelando a la utilización (inconstitucional) de las Fuerzas Armadas en su modelo de seguridad.

P: Saliendo del tema de la salud y en cuanto a política internacional: ¿cómo se posicionan los tres candidatos?

DG: Scioli plantea continuar fortaleciendo el Mercosur y reforzar una buena relación con Latinoamérica. Macri y Massa, propugnan realinearse con Estados Unidos.

P: ¿Y en lo que respecta a los fondos buitre que viene amenazando la estabilidad financiera argentina?

DG: Los tres candidatos plantean negociar. Scioli, propone una negociación más dura en la que no se pierda la capacidad de decisión soberana ni se ponga en riesgo lo logrado hasta ahora en cuanto a desendeudamiento. Macri, si bien ha atenuado su discurso por razones de conveniencia electoral, se sabe que negociaría de cualquier forma, volviendo al sobre endeudamiento del país, al Fondo Monetario Internacional y a las viejas recetas neoliberales. Massa, aunque no lo define con claridad, estaría más cerca de la postura de Macri aunque con una supuesta mejor negociación con los fondos buitre a partir de exagerar la capacidad negociadora de quien podría ser su candidato a ministro de economía, Roberto Lavagna.

P: ¿A nivel de balance final, cómo interpreta estos 12 años de gobiernos «kirchnerista» desde el 2003 hasta la actualidad?

DG: Prueban que en Latinoamérica hoy se puede emprender un camino propio de desarrollo no condicionado por las corporaciones mundiales. Fueron 12 años en los que el país dejó atrás su peor crisis histórica y creció en forma continua distribuyendo más equitativamente la riqueza. Se ampliaron y restauraron derechos y en la democratización de los medios de comunicación. Se enjuició a cientos de represores de la última dictadura militar y se libraron duras luchas a nivel interno e internacional contra los grupos cada vez más concentrados de poder. En lo internacional, se avanzó en la unidad de Latinoamérica. El balance general indica claramente que el país de hoy es enormemente mejor que el del 2003.

P: ¿Qué representan, en ese contexto, las elecciones del próximo domingo 25 de octubre?

DG: En las urnas se juega la posibilidad de continuar construyendo un país que se desarrolle en base a una mínima soberanía en las decisiones propias o retornar al desastre que significó el neoliberalismo bajo la tutela de las grandes corporaciones multinacionales.

Voto trascendente en una Argentina polarizada

Más de 30 millones de ciudadanos argentinos elegirán el próximo domingo 25 de octubre un nuevo presidente, 130 diputados y 24 senadores nacionales, así como 43 representantes al PARLASUR (parlamento sudamericano). En un país políticamente polarizado, con tasas crecientes de inflación, una compleja política cambiaria y un parate en los altos porcentajes de crecimiento de años anteriores, como sucede también en Brasil y otras economías fuertes de la región.

El nuevo presidente será uno de los tres candidatos mejores ubicados en las elecciones primarias que se realizaron en ese país sudamericano el 9 de agosto pasado. Allí, Daniel Scioli, del gubernamental Frente Para la Victoria (FPV) obtuvo 38.40 % de los votos. Cambiemos, la segunda fuerza de Mauricio Macri, recogió el 30 %; en tanto Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), con Sergio Massa a la cabeza, apenas superó el 20 % de los votos. Las otras ocho fuerzas -en su mayoría de extrema izquierda- se repartieron un 10 % en las primarias.

Según diversas empresas encuestadoras, los resultados del domingo próximo podrían coincidir bastante con los resultados de las primarias de agosto. Según el sistema electoral argentino un candidato para ser proclamado debe contar con más de 45 % de los votos o más del 40 % si logra alcanzar una diferencia de 10 puntos por sobre el segundo.

«La pregunta esencial a horas de los comicios es si Daniel Scioli obtendrá el 40 % necesario para evitar un ballotage», enfatiza Felo Ferreyra, analista político argentino, integrante de la Fundación para la Integración Federal (FUNIF).

En caso de no lograr la victoria y de llegarse a una segunda vuelta el 22 de noviembre próximo, Ferreyra evalúa difícil imaginar una alianza de Macri con Massa.

En cuanto a los programas políticos «Scioli propone un esquema económico desarrollista. Si bien no instalará un continuismo con el kirchnerismo, respetará el modelo existente y lo realizado en el campo social», analiza Ferreyra. En tanto Macri y Massa son expresiones duras del neoliberalismo. Con la posibilidad que se pierdan avances sociales y de que el ejército asuma roles fuertes en el campo de la seguridad y combate al narcotráfico», concluye.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.