En tanto 200 mil habitantes de Tabasco sufren daños en sus viviendas, patrimonio y calidad de vida; cuando las actividades económicas registran pérdidas incalculables; mientras los asentamientos humanos carecen de agua potable y energía y se colapsan los sistemas de drenaje existentes; cuando el agua convierte a numerosas poblaciones en lagunas, funcionarios de alto nivel ofrecen un lamentable y vergonzoso espectáculo al culparse unos a otros de lo ocurrido. Y, en el colmo, se minimizó varios días la dimensión de la tragedia y se actuó descoordinadamente para reducir sus efectos.
No tengo nuevas palabras para describir la enésima inundación que hoy vive Tabasco. Las he utilizado desde 1980 para describir las más graves y mostrar cómo las promesas gubernamentales se las lleva la fuerza del agua. Como ocurrió en 1999 y 2007, por ejemplo… precisamente en noviembre de este último año, el presidente Felipe Calderón prometió a los miles de damnificados realizar las obras requeridas para resolver el problema. No se hicieron. Tampoco durante el sexenio de Peña Nieto. Y esto pese a que el gobierno dispone de múltiples estudios elaborados por destacados técnicos donde mencionan que, aunque cada año hay inundaciones en Tabasco, se pueden reducir al máximo.
Quienes tienen a su cargo los asuntos relacionados con el agua y el desarrollo territorial urbano y rural deben saber que la mayor parte de la superficie de esa entidad es una planicie a siete metros sobre el nivel del mar. Que la atraviesan los ríos Tonalá, Mezcalapa-Grijalva, la Sierra, Tulijá, San Pedro y Usumacinta, el más caudaloso de México. Y que Tabasco concentra 30 por ciento del agua que escurre por el país. También deben saber que en esa planicie existen dos áreas por debajo del nivel del mar y con inundaciones casi permanentes: 1. La Olla de la Chontalpa, al norte de Villahermosa, y donde se ubicanlos municipios de Cunduacán, Jalpa de Méndez y Nacajuca, y 2. Los pantanos de Centla, a 100 kilómetros de la ciudad capital.
Deben estar enterados del creciente azolvamiento que registran esos ríos y sus afluentes, fruto de la deforestación de sus cuencas; que el agua de las lluvias se concentra en la planicie y escurre lentamente hacia el mar en buena parte porque las obras públicas y privadas y los numerosos asentamientos humanos cortan los tradicionales caminos del agua.
Deben tener conocimiento de que los drenajes de las principales poblaciones de Tabasco son insuficientes, malhechos y destino final de todo tipo de basura de hogares y múltiples negocios. Que los sistemas de bombeo no siempre reciben el mantenimiento adecuado y oportuno. Por eso fallan cuando llueve mucho en las áreas montañosas de Chiapas y Tabasco y en la planicie. Asimismo, es importante saber que la secretaría federal responsable de normar el desarrollo urbano y las que existen a escala estatal y municipal, han propiciado una vasta corrupción que permite a los intereses políticos y empresariales establecer asentamientos humanos en lugares expuestos a las inudaciones.
En los archivos de las dependencias responsables del manejo del agua y la generación de electricidad, existen estudios que muestran cómo han perdido capacidad de almacenamiento los vasos de las magnas obras de ingeniería para control hidráulico y generación de energía en Tabasco: la Angostura, Chicoasén, Mal Paso y Peñitas. Y advierten que si esos vasos sobrepasan el nivel de agua recomendable, hay el riesgo de que ceda alguna de las cortinas de contención originando una gran tragedia aguas abajo.Por eso la necesidad de abrir las cortinas de las presas para desalojar líquido, a costa de agravar la inundación en la planicie tabasqueña. Como ocurrió en 2007.
Durante su primera visita a Tabasco con motivo de una tragedia que va para largo y no ha despertado la solidaridad nacional que merece, el presidente López Obrador no pudo pisar la tierra de su pueblo natal, Macuspana, por estar inundado. Bien conoce el mandatario el origen de los problemas que hoy aquejan a miles. Sin embargo, en los dos años que lleva la presente administración poco menos que nada se ha hecho para comenzar a resolverlos. Quienes tienen a su cargo esa tarea fallaron y siguen como si nada, sumidos en un silencio que lo dice todo. En su reciente visita, el Presidente anunció acciones para mitigar los efectos más visibles de la inundación. Pero no el programa integral que se requiere. El lunes próximo retomo el tema.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/11/16/opinion/024a1pol