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Del espionaje yanqui no puede haber asombros

Fuentes: razonesdecuba.cu

Cuba conoce bien cómo actúan los servicios de inteligencia de Estados Unidos, pues desde antes de 1959 la Isla ha sido víctima de sus acciones de espionaje político, comercial y militar, sin límites.

A inicios de la década del 50 del siglo XX, la CIA buscó afanosamente información de los movimientos revolucionarios, tanto en Cuba como entre los que se encontraban exiliados en otros países. Para eso cooperó con la dictadura de Fulgencio Batista, con el fin de evitar que triunfaran.

La CIA le planteó a Batista la necesidad de conformar un sistema represivo contra el movimiento, incluidos el partido socialista popular, los líderes de las organizaciones políticas y estudiantiles considerados hostiles a sus intereses, y con oficiales del FBI asesoró al naciente Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC), y entregó medios técnicos para el trabajo secreto.

Por ese motivo, Lyman Kirkpatrick, Inspector General de la CIA, visitó La Habana en varias oportunidades, desde 1955 hasta 1958.

Con el triunfo de la Revolución en 1959, la CIA organizó el reclutamiento de cientos de agentes para la búsqueda de información y creó células clandestinas para ejecutar acciones terroristas que impidieran su consolidación.

Un punto culminante de sus acciones de espionaje se produjo en junio de 1987, cuando el Estado cubano cansado se soportar tantas agresiones, decidió denunciar la amplia labor que ejecutaban desde la Sección de Intereses de Estados Unidos, 38 funcionarios de la CIA y a otros 113 oficiales y técnicos, que viajaban a Cuba por períodos de seis meses, en calidad de diplomáticos en tránsito.

La Seguridad cubana desclasificó a 27 supuestos agentes reclutados por la CIA, quienes expusieron en la TV las orientaciones que recibían y proyectó filmaciones secretas de los abastecimientos de dinero y plantas de transmisión satelital de alta tecnología, para enviar las informaciones falsas que durante años engañaron a la CIA.

Esa demoledora denuncia fue silenciada por la prensa norteamericana, pero no pudo evitar el bochorno de la CIA.

Otro hecho similar, pero de mayor alcance, se produjo el 6 de junio de 2013, bajo la administración Obama, cuando Edward Snowden, analista de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional, NSA, dio a conocer al mundo importantes documentos secretos de ambas entidades, que prueban la labor de espionaje masivo que realiza Estados Unidos contra gobiernos, entidades estatales y privadas, incluso gobernantes de países aliados, mediante el empleo de programas informáticos especialmente diseñados.

Snowden puso al descubierto programas como PRISM, donde se evidencia que nadie tiene su privacidad asegurada, porque los yanquis la violan impunemente. En los documentos revelados, quedó expuesto que la NSA tiene acceso directo a los servidores donde se almacenan cantidades de información, que los usuarios habían compartido en los servicios en la nube de Google, Facebook, Apple y Twitter.

Ante el escándalo, Estados Unidos mantuvo la vigilancia masiva, y aprobó un decreto de ley para permitir que la NSA comparta la información con el resto de agencias de inteligencia gubernamentales, sin ser antes censurada.

Ante esa violación de la seguridad de otros países, la Unión Europea no sancionó a Estados Unidos y menos el Consejo de Seguridad de la ONU, actitud bien diferente si tal vigilancia hubiese sido por Rusia o China.

¿Por qué la CIA o la NSA no conocieron de la preparación del ataque contra las Torres Gemelas?

La respuesta es una sola, porque fueron los propios yanquis quienes las hicieron demoler para justificar su guerra imperialista contra Afganistán.

Recordemos que esa acción sirvió de pretexto para la aprobación de Ley Patriota, la que contempla los procedimientos de vigilancia mejorados con el empleo de la tecnología y su Título III otorga mayor poder de vigilancia a las agencias gubernamentales, para espiar con medios técnicos, dando libertad a la cibervigilancia masiva para recopilar metadatos de las comunicaciones de forma indiscriminada, de cualquier usuario sin respetar su privacidad.

En 2008, Barack Obama fue elegido Presidente, mantuvo como director de la NSA al general Keith Alexander, nombrado en 2005 y en 2011 aprobó extender la Ley Patriota.

La NSA, en 2012, construyó una base gigante para incrementar el procesamiento y el resguardo de la información recopilada en todo el mundo.

Snowden también denunció el programa SOMALGET que la NSA emplea para el ciberespionaje, y sacó a la luz que no es la única agencia de inteligencia que posee programas similares, pues colaboró con la agencia británica GCHQ y ambas crearon la iniciativa TEMPORA y MUSCULAR, para extraer datos directamente desde las infraestructuras de fibra óptica existentes en el planeta y recopilar información de los enlaces de comunicaciones que unen centros de datos de Yahoo y Google, sin orden judicial.

Menwith Hill, la base británica que apoya a la NSA, ubicada en Yorkshire, al norte de Inglaterra, fue creada en la década de 1950 para espiar las comunicaciones soviéticas y se afirma que es pionera en tecnología de espionaje en comunicaciones aéreas, principalmente vía satelital. Además, utiliza satélites estadounidenses teledirigidos a las zonas donde se desea localizar y controlar las comunicaciones inalámbricas, entre teléfonos móviles y el tráfico de datos de redes Wifi. Menwith Hill es capaz de interceptar y almacenar más de 300 millones de correos electrónicos y llamadas telefónicas en un día.

Otros dos programas aplicados por la NSA en esa base del Reino Unido, son GHOSTHUNTER y GHOSTWOLF, los cuales se emplean en Irak, Afganistán y en otros países. GHOSTHUNTER, desarrollado en 2006, permite localizar objetivos cuando éstos se conectan a Internet y su finalidad es asesinar a personas que “representen un peligro” para la seguridad nacional.

GHOSTWOLF interviene las comunicaciones y el tráfico en Internet, desde cafés Internet y se dice que fue el primer programa que implica directamente al Reino Unido, en tareas letales en apoyo a los Estados Unidos.

Olvidando estos antecedentes, el 31 de mayo 2021 la prensa europea publicó la noticia de que la NSA, con la colaboración del Servicio de Inteligencia de Defensa danés, espió nuevamente a varios políticos europeos, entre ellos la canciller alemana Ángela Merkel y Frank-Walter Steinmeier, actual presidente de Alemania.

Washington no lo desmintió y solo comentó: “el teléfono de la Merkel no estaba intervenido en ese momento, ni lo estará en el futuro”.

Esto demuestra que la NSA controla secretamente todos los mensajes de texto, correos electrónicos y conversaciones telefónicas de varios políticos de países europeos, entre ellos de Suecia y Noruega.

¿A quién sorprende esa noticia, cuando se sabe quelos servicios secretos británicos utilizan desde hace años, un software malicioso para atacar los ordenadores de la compañía telefónica belga Belgacom y ampliar su capacidad de espionaje?

Edward Snowden expuso en detalles la nombrada Operación Socialista, destinada a elevar la capacidad de obtener datos de esa compañía telefónica, de la que son clientes la mayor parte de las instituciones europeas.

Según Snowden, la agencia británica GCHQ, desde 2010, recopila datos de los servidores de la empresa BICS, un proveedor de servicios telefónicos propiedad de Belgacom, la suiza Swisscom y la sudafricana MTN, con el uso de un software malicioso insertado en los ordenadores de los empleados de Belgacom, que tuvieran acceso desde sus terminales a los servidores de la compañía. El sistema, denominado Quantum Insert, instala los programas espías en los equipos, sin que los usuarios lo sepan.

El espionaje yanqui es una violación de la Convención de Derechos Humanos, pero a los poderosos del mundo no se les sanciona, algo que preocupó a José Martí al cuestionarse: «¿Qué tiene el poder que envenena las mejores voluntades?”

Fuente: http://razonesdecuba.cu/del-espionaje-yanqui-no-puede-haber-asombros/