Recomiendo:
0

Reseña sobre Esbozo histórico de la filosofía en México (siglo XX) y otros ensayos de Gabriel Vargas Lozano

Del otro lado del Atlántico

Fuentes: El Viejo Topo

Gabriel Vargas Lozano Esbozo histórico de la filosofía en México (siglo XX) y otros ensayos. Nueva León, Ideas Mexicanas, 2005, 288 páginas. Presentación de Jaime Labastida.

Es posible disentir cortésmente de algunas afirmaciones e incluso de algunas preguntas formuladas por Jaime Labastida, autor de la presentación de este ensayo de Gabriel Vargas Lozano, reconocido profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la UAM-I, ex-presidente de la Asociación Filosófica de México y director de la revista Dialéctica. Por ejemplo, ¿puede hablarse verdaderamente de filosofía mexicana (o de filosofía española, vasca o catalana por lo demás)? ¿Tiene algún sentido interrogarse sobre la existencia de «una filosofía española» o sobre el carácter específico de «la filosofía en lengua española»? Desde luego que podemos hablar de forma ingenua, y sin pretensiones teóricas, como de hecho hacemos normalmente, del empirismo inglés, del idealismo alemán, del materialismo francés, del pragmatismo americano o del neopositivismo vienés, pero nacionalizar la filosofía o vincular lenguas y discurso filosófico son temáticas de alto riesgo conceptual y político. La filosofía, como los trabajadores o los ciudadanos proletarios del Manifiesto Comunista, no tienen patria o acaso no deberían tenerla.

Ahora bien, los filósofos -los practicantes licenciados o no de esa cosa llamada «filosofía», que, esta vez sí, debería seguir recordando sus raíces etimológicas y vindicar, practicando, su vieja aspiración al saber, a todo saber- suelen estar arraigados en determinados paisajes, no siempre muy delimitados (también aquí se imponen los conceptos y sentimientos borrosos), en determinadas problemáticas y, sin olvidar temas y cuestiones de ámbito universal que sin duda existen, sus intereses o investigaciones pueden centrarse en ámbitos geográficos concretos y expresarse, como no podía ser de otro modo, en determinada lengua (o en determinadas lenguas) que desde luego no tiene por qué ser, como gustaba decir y pensar Heidegger, el griego clásico o el alemán en exclusiva. También puede haber, porque la hay, filosofía en catalán, en euskera, en danés o en eslovaco. Si, como apuntó Aristóteles, no hay camino regio para el estudio de la geometría, no sé ve que haya camino lingüístico o nacionalitario privilegiado para la comprensión de los avatares del Ser, más allá de tradiciones, inquietudes e importancia de las comunidades lingüísticas de cada uno.

No hay peligros de este orden en el caso de este informadísimo esbozo de la historia de la filosofía en México. El título de Vargas ya es indicativo de las posiciones del autor y sus primeras líneas son toda una declaración de intenciones: «Los trabajos que conforman este libro, son producto de un amplio proyecto de investigación sobre las características que ha adoptado el desarrollo de la filosofía en nuestro país» (p. 15).

El ensayo tiene, para nosotros, lectores hispánicos, un doble interés: no sólo por conocer lo que no suele ser conocido ni estudiado, a pesar de ser historia cultural de un país hermano al que siempre deberíamos estar agradecidos, sino porque la nómina de los filósofos españoles exiliados tras el golpe y triunfo del fascismo español es enorme y recoge lo mejor y más admirable de la cultura republicana: José Gaos, Juan-David García Bacca, Eugenio Imaz, Adolfo Sánchez Vázquez, Ramón y Joaquín Xirau, aquel entrañable amigo de don Antonio Machado, Wenceslao Roces, traductor de El Capital, María Zambrano, Joan Roura y tantos otros, expulsados de nuestro país por las legiones franquistas y el triunfo del nacional-catolicismo filosófico.

De alguna de estas figuras y de muchas otras cuestiones da cuenta este ensayo de Vargas Lozano, que contiene un esbozo histórico de la filosofía en México en el siglo XX, ensayos sobre figuras como Leopoldo Zea, Luis Villoro o José Gaos, reseñas de libros de Raúl Fornet-Betancourt o Abelardo Villegas, y finalmente, textos vindicativos de la filosofía y del filosofar y una detallada cronología de la filosofía en México (pp. 241-283), que recoge datos e informaciones hasta el mismo año 2005.

Un sentido texto que Vargas Lozano dedica a José Gaos, el primer traductor de Heidegger al castellano, acaba con las siguientes palabras: «Gaos murió demasiado pronto pero podríamos decir que había llegado ya a tocar, como los grandes filósofos universales, lo universal y lo particular sin buscar su divorcio» (p. 160). No encuentro mejor forma de señalar la perspectiva central de este trabajo del prolífico escritor, profesor y conferenciante Gabriel Vargas Lozano, quien, por cierto, es coautor de una de las mejores entrevistas que se realizaron a Manuel Sacristán Luzón, fue también el conferenciante invitado que inauguró las jornadas dedicadas a Sacristán en noviembre de 2005 en la Universidad de Barcelona y, además, ha participado generosamente en los documentales de «Integral Sacristán» dirigidos por Xavier Juncosa, siendo uno de los actores principales del dedicado a «Sacristán en México».