«Un conocido aforismo dice que si los axiomas geométricos chocasen con los intereses de los hombres, seguramente habría quien los refutase» Vladimir Lenin Que complicado es hablar de democracia, de justicia, de moral y de lo que es la paz, a estas alturas es ya de todos conocido que tras tales definiciones enunciadas en un […]
chocasen con los intereses de los hombres,
seguramente habría quien los refutase»
Vladimir Lenin
Que complicado es hablar de democracia, de justicia, de moral y de lo que es la paz, a estas alturas es ya de todos conocido que tras tales definiciones enunciadas en un momento dado, hay muchas cargas ideológicas que responde a intereses concretos.
Tras la elección de primero de julio en donde el movimiento obradorista antineoliberal obtuvo una amplia mayoría en el Congreso Federal, respecto de los partidos y coaliciones neoliberales (PRI-PAN), se busca posicionar en los grandes medios de información el debate sobre lo que es o debería ser la democracia en México, el panista Marko Cortés, Presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados recientemente señaló que «las mayorías aplastantes no tienen cabida en un régimen democrático» y que, por lo tanto, el Instituto Nacional Electoral tendría «que impedir una sobrerrepresentación en el Congreso de la Unión«, en esa misma sintonía se pronunció el líder de su partido, Damián Zepeda; breves días después, Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), declaró que «Los contrapesos son eficaces para evitar tentaciones autoritarias de las mayorías, y garantizar la pluralidad de las voces en la representación«, incluso propuso mecanismo políticos como gobiernos de coalición y segunda vuelta en los procesos electorales.
También el partido a gobernar, MORENA, junto a sus aliados Partido del Trabajo y Partido Encuentro Social, tienen la encomienda de legislar por mecanismos de participación popular como son el referéndum, el plebiscito y la revocación de mandato, todas propuestas del próximo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Se pone así ante la opinión pública un debate sobre lo que debería ser la democracia en México.
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Hablar de sobrerrepresentación y del peligro que representa «una mayoría aplastante» por parte de quienes callaron el amasiato partidista entre el PRI y el PAN durante treinta años, -con el objetivo de privatizar los recursos naturales y los bienes de la nación- es ya una incongruencia y falta de calidad. Habrá defensores de las reformas políticas de la década de los noventas y sesudos analistas de la «transición democrática» de inicios de este siglo, pero en esencia la dictadura neoliberal estaba presente, más allá de las formas y del ropaje diverso que cubría a los partidos políticos institucionalmente diferentes entre sí.
Todas las «Reformas Estructurales» que se aprobaron durante la noche neoliberal tenían la aprobación de la «aplastante mayoría», que abusando de su cantidad fueron desmembrando al Estado mexicano surgido de la Revolución de 1910: privatizaron los ferrocarriles, las minas, los puertos y aeropuertos, el petróleo y muchas ramas de la economía nacional, todos en deliberaciones de escasos minutos, una política, su política «democrática» del fast track.
Ante esta democracia simulada, ante esta dictadura neoliberal, es contra la que se levantó el pueblo mexicano este primero de julio, y dio un rotundo apoyo popular al movimiento que encabeza AMLO.
La otra propuesta democrática en nuestra sociedad actual, precisamente la impulsa este movimiento, dotar de mayor participación al pueblo mediante plebiscitos y revocación de mandato es ahora una iniciativa real y alcanzable. Serán las grandes masas de la sociedad las que definan por medio del voto la aprobación o no de una norma, la aplicación o no de alguna política pública, o el mantenimiento o no de un gobernante. A esta democracia, a esta continua participación y desarrollo político de nuestro pueblo es a lo que temen los neoliberales.
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La democracia no es una entidad ajena a los intereses de diversos sectores y clases de la sociedad, no es un ideal que abrace valores absolutos y nulifique contradicciones reales que existen en nuestra comunidad; la democracia es un espacio de coexistencia y de lucha pacífica, en donde la voluntad de la mayoría tiene que ser respetada y jamás minada por entidades públicas o de la «sociedad civil» que se presenten como objetivas e imparciales
Los mexicanos que hemos decidido cambiar la realidad de nuestro país tenemos el deber de hacer valer nuestro sueño, de materializar nuestras aspiraciones y de reconstruir a nuestro México; ya vendrán los cantos de sirena, los llantos de cocodrilo, sobre lo que es o debe ser la democracia, y ante eso tenemos que dar la batalla cultural para decir, ¡Neoliberalismo, nunca más!
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