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Dengue, ¿enfermedad de la pobreza?

Fuentes: AnRed

«La gran alarma mediática que hay alrededor del dengue posiblemente tiene que ver con que el mosquito puede picar a cualquier individuo. Que el pobre esté más expuesto y desprotegido para adquirir el dengue no se diferencia en nada de lo que puede ser estar expuesto y desprotegido en cualquier enfermedad que se nos ocurra». […]

«La gran alarma mediática que hay alrededor del dengue posiblemente tiene que ver con que el mosquito puede picar a cualquier individuo. Que el pobre esté más expuesto y desprotegido para adquirir el dengue no se diferencia en nada de lo que puede ser estar expuesto y desprotegido en cualquier enfermedad que se nos ocurra».

Para poder responder esta pregunta, es necesario que hagamos una descripción simple de las características de esta enfermedad. Así podremos conocerla, entenderla, y sobre todo, prevenirla.

El dengue es una enfermedad causada por un virus, y transmitida al ser un humano a través de la picadura de un mosquito, que es el vector de la enfermedad. En la mayoría de los casos, este es el Aedes aegypti, mosquito de hábitos domiciliarios, por lo que la enfermedad es predominantemente urbana. No todos los mosquitos contagian el dengue, sino aquellos que previamente picaron a un individuo enfermo. El contagio solo se produce por la picadura de los mosquitos infectados. No se transmite directamente de una persona a otra, ni a través de objetos ni de la leche materna. El mosquito que transmite el dengue, se desarrolla en envases caseros que puedan retener agua, tales como latas, barriles o tanques, llantas descartadas, floreros, y cualquier otro recipiente que contenga agua estancada.

El dengue es un problema creciente de Salud Pública en el mundo, debido a un aumento de la población de Aedes aegypti. El aumento de la población de mosquitos es una consecuencia de la urbanización rápida y desorganizada, de la insuficiente provisión de agua potable y de recolección de residuos, de la gran producción de recipientes descartables que sirven como criaderos de mosquitos, y claro, de la ausencia de medidas sanitarias preventivas que tiendan a controlar la reproducción del mismo. Al no existir vacuna, las estrategias para controlar la enfermedad están destinadas a: reducir la población de mosquitos, protegerse de la picadura de los mismos y detectar precozmente los casos de enfermedad.

Ahora bien: ¿Es realmente el dengue una enfermedad de la pobreza?. Es innegable que las viviendas precarias, la ausencia de recolección de residuos, y la necesidad de utilización de baldes, barriles, etc. para la obtención y almacenamiento transitorio del agua en aquellas poblaciones que no poseen agua potable, todas estas situaciones vinculadas estrechamente con la pobreza, hacen que esta población de algún modo se encuentre mas susceptible a padecer el dengue. Pero de ahí a decir que el dengue es una enfermedad «de» la pobreza o que es «el grito de la pobreza» hay una distancia enorme. El mosquito pica universalmente, no discrimina por sexo, edad, raza, religión ni condición socio-económica. Que el pobre esté más expuesto y desprotegido para adquirir el dengue no se diferencia en nada de lo que puede ser estar expuesto y desprotegido en cualquier enfermedad que se nos ocurra.

La gran alarma mediática que hay alrededor del dengue posiblemente tiene que ver justamente con que el mosquito puede picar a cualquier individuo. ¿Por qué no nos alarmamos con las verdaderas enfermedades de la pobreza? ¿No son la desnutrición, la tuberculosis y el Chagas los verdaderos gritos de la pobreza? Pero claro, esos gritos si discriminan por condición socio-económica y están tristemente naturalizados por gran parte de nuestra sociedad.

En Argentina mueren 8 chicos por día a causa de enfermedades relacionadas con la desnutrición, los enfermos chagásicos superan los 2.000.000 millones de personas (si, 2 millones), y se enferman 11.000 habitantes por año de Tuberculosis y cerca de 800 mueren a causa de esta enfermedad.

Claramente la pobreza está afónica o tiene la boca tapada, porque sus verdaderos gritos no son escuchados.