Decía el general Clausewits en sus libros «Historia de la Guerra» que vencer al enemigo no depende ni del cese de hostilidades ni de la ocupación territorial victoriosa, sino de lograr «quebrar su voluntad de lucha», tema mucho más abarcativo que una simple concepción guerrera. Esto viene a cuento de los dramáticos y sucesivos episodios […]
Decía el general Clausewits en sus libros «Historia de la Guerra» que vencer al enemigo no depende ni del cese de hostilidades ni de la ocupación territorial victoriosa, sino de lograr «quebrar su voluntad de lucha», tema mucho más abarcativo que una simple concepción guerrera.
Esto viene a cuento de los dramáticos y sucesivos episodios de secuestros sobre testigos de cargo en la Argentina, de genocidas y brazos armados o ideológicos del Terrorismo de Estado, que están siendo o próximos a ser juzgados, luego de la derogación de las leyes amparantes de obediencia debida y punto final, sumado a los cuestionados indultos del 90.
Por alguna razón, entendible desde el dolor padecido, pero escasa desde el punto de vista histórico-político, sólo el brazo armado de la operación fue juzgado y no está mal, todo lo contrario, es de las pocas democracias latinoamericanas pos dictatoriales, la argentina, que lo ha logrado. Sin embargo, no puede desconocerse que los fundamentos del golpe del 76 como los del 55 o los sucesivos planteos militares tuvieron siempre como objetivo la protección efectiva de intereses, desde la oligarquía jaqueada por el primer decanato peronista hasta los del Imperio siempre lesionados en función del interés nacional prioritario de los gobiernos peronistas. Llama la atención, sin embargo, que en nuestra incipiente democracia, planificadores de genocidios latinoamericanos como Kissinger, asesino directo de Salvador Allende sigan escribiendo en diarios, por ejemplo Clarín, como columnistas pontificadores universales. Da vergüenza y dolor.
Nuestro país que, desde la restauración democrática, intentó un marco de Justicia con el Juicio a las Juntas y cedió políticamente en forma sucesiva a los planteos del olvido y el perdón, realizados por los mismos sectores que nunca perdonaron ni tuvieron piedad, ni siquiera en el 56 ni con los hijos apropiados de los enemigos políticos en la última dictadura. Sin embargo, nuestro país nunca avanzó sobre los financiadores ni los propietarios de los bienes defendidos por su brazo armado, las FFAA, quienes imbuidos de mezclas esotéricas fascistas, clericales y divinas que les permitían disponer de las vidas y los bienes de terceros se creían llamados por la providencia, cuando en realidad defendían intereses propios y de terceros aún vigentes.
Quienes desde 1955 intentaron demoler el modelo solidario justicialista, tuvieron siempre claridad en sus objetivos, sobre el cual trabajaron con distintos disfraces, dictaduras o proscripciones y consiguieron durante 18 años anular la soberanía popular y los intereses nacionales colocándolos al servicio de la banca financiera, la privatización de la Seguridad Social, el libre mercado de competencia desleal, la transnacionalización de las empresas del Estado, en nombre de la globalización y la modernidad, durante el menemismo.
Los sectores «progresistas» del espectro ideológico adoptaron un discurso similar aunque en las antípodas, en el caso de los derechos humanos, la ecología y las políticas sociales, aunque sin cuestionar el modelo estructural que nos permite «seguir en el mundo», durante la entente aliancista frepasista y radical del Chacho y De La Rúa.
Son los que aplauden esas políticas pero cuestionan al Presidente Chávez y a Evo Morales criticados por romper el equilibrio de los consensos. Como si con el Imperio se pudiese consensuar algo que no sean sus propios intereses, impuestos generalmente por la prepotencia o por las armas.
Volviendo a nuestro país, nunca fue juzgado ni un responsable del vaciamiento del Banco Central de la dictadura militar, que hizo desaparecer de la mano de los Martínez de Hoz y los Chicago Boys, la suma de 105 mil millones de dólares con endeudamientos falsos, como los denunciados por el Dr. Olmos en su juicio por la deuda externa argentina, entre ellos 5000 millones de YPF que nunca entraron al país como lo corroboró el juez Ballesteros en su dictamen sin procesados por vencimientos de plazos legales, pero con responsabilidades corroboradas, nunca discutidas en el ámbito de las Cámaras Legislativas, a las cuales fue enviado el juicio para su tratamiento en el 1999.
¿Que tendrá que ver esto con López y Gerez?. Exactamente que los mismos sectores que apadrinaron la dictadura siguen vigentes con poder en nuestro país. Algunos en posiciones prominentes tanto desde el ámbito oficial como privado. Sin duda Cavallo es por lejos la mejor expresión de ello junto a sus colaboradores y discípulos, en su mayoría en funciones y otros que dejaron hace poco como Atilio Guadagni , Horacio Liendo (h), Daniel Marx, entre otros asesores y negociadores externos. En nombre del peronismo en la década del 90 se apuntaló esta presencia como el tigre Escobar el la SIDE, el genocida Radice en las filas de la Secretaría General y otros ejemplos civiles del proceso. Menem fue responsable directo de la impunidad al dictar los Indultos.
Otros personajes del Proceso son la Patria Contratista vigente en las adjudicaciones y con hijos destinados al poder como Macri o de la Patria Financiera sin excepción. Algunos otros desde el peronismo que también creyeron que se pueden engendrar nuevas dinastías sucesorias, o sea, que el pueblo luchó contra las oligarquías para reemplazarlas por las nuevas estructuras de poder de la democracia limitada y obediente, siempre para administrar, pero nunca para cambiar la ecuación del poder y la distribución de la riqueza. Como en la Revolución Francesa que terminó patéticamente con Napoleón Emperador.
Así que, un combate frontal contra el procesismo no se concibe sin una articulación a fondo entre los financiadores y los ejecutores. Nadie puede pensar que sólo los gatillos huidizos de la Justicia puedan ejecutar acciones del nivel de López, sin el amparo de sectores de poder genuino que permitan la infraestructura necesaria a tal nivel de provocación al conjunto de la sociedad argentina.
El sector financiero, las AFJP, las empresas monopólicas presionando por tarifas, quienes aún hoy pretenden seguir con la flexibilización laboral y el avasallamiento de los derechos de los trabajadores, los sectores ligados a los organismos de créditos internacionales, los que presionan el tipo de cambio y los que plantean reformas estructurales para aprovechar las circunstancias históricas favorables, desconociendo en el nivel de prioridades la existencia de 10 millones de argentinos en la pobreza, esencial preocupación excluyente de cualquier gobierno en los próximos 10 años, en la Argentina.
No será la manifestación nostálgica y patética de Plaza San Martín quien plantee niveles de confrontación lesivas al Gobierno, porque sin dudas los poderes que hoy presionan sobre la democracia limitada en nuestro país lo hacen mas calladamente, en ámbitos privados y acciones dirigidas, aunque para la escenografía del poder estén siempre presentes y sonrientes.
Vencer la voluntad política del adversario necesita algo mas que la verdad y la Justicia, que bienvenidas sean después del largo desierto neoliberal. Ese algo mas debe expresarse en la desarticulación plena de la estructura de poder de ese neoliberalismo vencido políticamente pero vigente estructuralmente en las herramientas nombradas.
Sobre esa base actúan y desarrollan su accionar los grupos mercenarios de otrora, verdaderos brazos armados al servicio de cualquier patrón, dispuestos a avasallar las libertades y la vida en función de preservar sus intereses y los de sus mandantes.
El secuestro, la presión, el lobby, el aplauso fácil, el supuesto acompañamiento pero con límites claros en el rol del Estado, las políticas públicas, la recaudación tributaria, los subsidios, la política internacional, son algunos de los ejemplos de la presencia procesista en la vida política del país.
Van a seguir existiendo estos sectores y es lógico, no es ese el problema. Lo único preocupante es que ocupen espacios de poder, sigan acumulando ganancias a costa del Estado, sean protagonistas de la información desde el poder y se planteen el freno de la Justicia sobre el genocidio como un avance mas sobre las decisiones soberanas del poder.
En esa dirección quienes estamos en el campo nacional y popular y tenemos niveles de acuerdo y desacuerdo con el Gobierno, y creemos que la unidad de los sectores políticos y sociales que luchamos por la recuperación plena de la identidad nacional, la memoria colectiva del pueblo y su reivindicación histórica, se escribe desde el afianzamiento del peronismo como expresión genuina de las mayorías populares, revolucionarias, combatientes y transformadoras durante mas de medio siglo de la realidad histórica de nuestro país. El peronismo siempre fue víctima, nunca victimario, ofreció sus mártires en la recuperación democrática en cada año de dictadura o proscripción y luchó contra quienes desde sus propias filas pretendieron instalar la violencia fascista al servicio de la oligarquía.
Fueron y son peronistas los militantes, testigos valientes de la historia, los secuestrados, fueron obreros y en este caso albañiles las víctimas, como lo fueron la mayoría de las víctimas del genocidio de Estado, es un gobierno peronista quien debe dar respuestas y se debe convocar desde el peronismo a reconstruir la verdad histórica para impedir el avance de los sectores de la reacción y el privilegio. No apuntalar desde ese lugar la lucha significa disminuir la masa crítica de confrontación y por ende la debilidad del poder.