Los empresarios los odiaban, los grandes hacendados hinchados de dinero gracias al despojo violento de tierras pedían sus cabezas exigían a su ejército y a sus guardias rurales la persecución más feroz contra ellos y quienes los seguían. Los altos mandos militares los despreciaban porque sin ir a ninguna escuela militar les infringían derrotas, los […]
Los empresarios los odiaban, los grandes hacendados hinchados de dinero gracias al despojo violento de tierras pedían sus cabezas exigían a su ejército y a sus guardias rurales la persecución más feroz contra ellos y quienes los seguían.
Los altos mandos militares los despreciaban porque sin ir a ninguna escuela militar les infringían derrotas, los sorprendían, hacían huir a su tropa y les demostraban su poca pericia militar. Ninguna de estas personas podía aceptar que los pueblos y las personas querían a sus dirigentes y a sus ejércitos porque representaban la dignidad individual, la dignidad colectiva y, mejor aún, la dignidad colectiva de las clases oprimidas organizadas para arrebatarles lo que habían robado al amparo de su ley y la fuerza.
Emiliano Zapata, Francisco Villa, Ricardo Flores Magón y decenas de dirigentes populares eran queridos, respetados y protegidos por miles de hombres, mujeres y niños, y a su vez eran odiados por cientos de empresarios, terratenientes, militares, el alto clero de todos aquellos que vivían en la opulencia gracias a la explotación de millones de personas y del despojo de las riquezas de nuestro país. Contra esos dirigentes populares se lanzaban los adjetivos más rabiosos para denigrar la dignidad popular que representaban, los llamaban bárbaros, salvajes, roba vacas, violadores, ladrones y asesinos, para los ricos eran criminales que debían ser asesinados de cualquier forma y la que mejor le sale a esa clase es la traición, la emboscada, así asesinaron a Zapata, a Villa y a Ricardo Flores Magón, entre otros muchos héroes populares.
Exhibieron sus cuerpos ensangrentados, masacrados para que todo el pueblo que los quería viera que ya no existían, que estaban muertos y, con ellos, muertas también sus esperanzas de liberación.
En la actualidad esos mismos empresarios, terratenientes y altos funcionarios difaman a los luchadores sociales por medio de sus medios de comunicación: los luchadores sociales somos criminales, flojos, huevones, mentirosos, vivimos del engaño de las personas; hoy como ayer no pueden aceptar que cientos, tal vez miles de personas arropen a los luchadores sociales perseguidos, encarcelados, ejecutados o desaparecidos por el Estado.
No pueden aceptar que parte del pueblo se identifique con quienes dentro o fuera de la ley luchan por la dignidad de las clases explotadas y representan la dignidad colectiva organizada para superar el capitalismo.
Por esta razón el gobierno actual y el anterior no han dejado de perseguir, amenazar, hostigar, criminalizar e incluso ejecutar o desaparecer a quienes enarbolamos la presentación con vida de los detenidos-desaparecidos por motivos políticos por parte del Estado. Mucho menos a quienes hemos exigido la presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez , ambos reivindicados por un grupo armado, el Partido Democrático Popular Revolucionario- Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR) como sus integrantes y desparecidos de manera forzada por diferentes corporaciones de seguridad, entre ellas el ejército, el 25 de mayo de 2007 en la ciudad de Oaxaca. Sin embargo, no se necesita ser guerrillero para ser desaparecido de manera forzada, no se necesita ser un luchador social, no se necesita, como luego dice la gente, «andar de revoltoso» para ser víctima de este atroz crímen, basta con ser hijo del pueblo para ser candidato a sufrir la desaparición forzada.
Decenas de miles de personas han sido víctimas de este crimen, miles de familias han sido afectadas, existen miles de viudas, huérfanos, padres y madres sin sus hijos, y a todos los desaparecidos de manera forzada, según el gobierno, les pasó eso por «andar en algo malo». Mienten, mienten ellos y todos aquellos que, con las manos manchadas de dólares, repiten que sólo a los criminales les pasa eso, que sólo a quienes «andaban en malos pasos».
Miles lloramos, apretamos la quijada, gritamos, marchamos y nos organizamos contra este castigo que la burguesía nos impone a través de sus cuerpos policíaco-militares y paramilitares, miles, nos tragamos el dolor todos los días o lo rumiamos, lo convertimos en convicciones, en esperanza, en un esfuerzo cotidiano para sensibilizar y organizar a otros para que esto no siga pasando.
Y dentro de los que sufrimos la tragedia y luchamos contra ella no existen los empresarios llorando por sus hijos, los hijos de los altos funcionarios llorando por sus padres, las familias de los poderosos con miedo por denunciar por el hostigamiento o las amenazas de las policías por intentar hacerlo.
Porque la desaparición forzada es un arma para aterrorizar al pueblo, para prevenir su organización o para desarticularla. Hermanos de clase, trabajadores honestos del campo y la ciudad los invitamos a participar en la semana internacional del detenido-desaparecido que se lleva a cabo la última semana de mayo en diferentes ciudades del país.
Los invitamos a que estén al pendiente del lugar donde se realizará el Foro Internacional: Madres de Plaza de Mayo; la lucha contra las desapariciones forzadas a la luz de la expe-riencia nacional e internacional. Fecha: 23 de mayo. Hora: 6 pm. Con la participación de Nora Cortiñas, presidenta de Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora de Argentina.
Dicho evento está organizado por quienes participamos en la Campaña Nacional Contra la Desaparición Forzada, para mayores informes escriban al correo electrónico: desaparecidos.presentacion@
¡Detenidos desaparecidos, presentación con vida e inmediata!
Nota:
Este artículo fue publicado como parte de la sección ANÁLISIS del No. 25 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Mayo-Junio 2017.Volver a línea automático
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