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Descubriendo a Forrester: Una exploración de la condición humana (I)

Fuentes: Rebelión

En el filme Descubriendo a Forrester (2000), el cineasta Gus van Sant (Louisville, Kentucky, 1952), al estilo de la mejor literatura, aunque valiéndose de armas del cine como elipsis, close ups o PPP, planos medios, encuadres atípicos, realiza una exploración de la existencia y a la vez de la condición humana, al valerse sin morbo ni prejuicio alguno, en sí un principio de libertad creativa, de la relación entre el escritor escocés, no “irlandés”, William Forrester, y el adolescente “afroamericano” (como bien decía Malcolm X) Jamal Wallace, para aquél “la marca de una mermelada”: gesto sin intención racista, en un filme sobre racismo, lucha de clases, ego/vanidad de profesores, logros y caídas de escritores y que, por un lado, es una loa a la amistad y, por otro, una crítica a los negocios, manejos y manipulaciones de la institución escolar. Lo que describe su filme (en línea con Good Will Hunting,sobre otro superdotado pese a su difícil carácter y a su condición de marginado), con maestría a través del encuentro entre ese joven con talento repartido entre literatura y baloncesto, reclutado luego por un colegio privado, y un veterano escritor que lleva décadas recluido en su apto. del Bronx, que según rumores “asesinó a alguien”, que, por último, en el guion de Mike Rich, se inspira en la figura también misteriosa de J. D. Salinger (1919-2010), autor de El guardián entre el centeno, cuyo protagonista Holden Caulfield es hasta hoy un ícono de la rebeldía juvenil: libro que fue instrumentalizado por la CIA para su programa MK Ultra de control mental. (1)

El filme se inicia con un intérprete de RAP (Rhythm and Poetry) que de espaldas a unos edificios suelta su rollo existencial en una zona de jóvenes acosados por el precariato, la falta de opciones para estudiar, trabajar y ascender en la escala social. Poco a poco, esos jóvenes aparecen a lo largo del metraje: entre ellos sobresale Jamal, por su genio para el lenguaje, las citas literarias, el básquetbol. Aunque, también, por su carisma, su serenidad, su lealtad. Como se ve, Jamal era capaz de ofrecer su vida por Forrester, sin pensar para nada en que antes fuera expulsado de la escuela. Mientras William le tenía miedo al éxito o al fracaso, Jamal no tenía ningún tipo de miedo, como solo aquel que puede amar en libertad, que ve en esta el sacrificio hecho en nombre del amor. Solo por Jamal es que Forrester cumple su sueño de regresar a Escocia, de lo contrario hubiera muerto en su apartamento del Bronx, NY.

Luego de que interviene el rapero, mostrando las difíciles condiciones de trabajo en la urbe y entre edificios derruidos, hay un paneo sobre NY y su smog. Palomas sobrevuelan los rascacielos, la cámara las sigue y se detiene en uno de ellos, donde un hombre con bandera roja cuida las aves: al parecer un guiño a Ghost Dog: El camino del samurai, filme de Jim Jarmusch, rodado un año antes del de Van Sant, en 1999, con Forest Whitaker, sicario fan del hip-hop y amigo del mafioso Louie, de quien es devoto por haberle salvado de niño. (2) Negros se arreglan el pelo y lucen sus cadenas, anillos y demás cosas en oro y plata. PPP a los libros de William Forrester (WF): varias novelas de Mishima (Después del banquete; El marino que perdió la gracia del mar)y de otros: Chéjov; Kierkegaard; Marqués de Sade; James Joyce (El retrato del artista adolescente); Ken Kesey, autor de Alguien voló sobre el nido del cuco (llevada al cine por Milos Forman), y de A veces una gran idea; Joyce, de nuevo (Finnegans Wake); Ray Bradbury (El hombre ilustrado); Sam Shepard (Fool for Love – City Lights). Viene un travelling de derecha a izquierda, para mostrar a Jamal a punto de despertar para ir a la escuela: lo que, de paso, muestra que soñaba con los libros de WF. Su madre lo llama y le dice que tiene cita con su maestra y va a trabajar hasta tarde, razón por la cual le encarga preparar su cena. Lo cual ya habla de una madre cabeza de familia; familia a la que, luego se sabrá, su esposo ha dejado. Antes de salir, le recuerda que ella creía se iba a levantar antes de las 7:30. Siguiente plano, primera elipsis: ya está en la escalera, llega al primer piso y sale: pues lo que importa aquí no es que Jamal desayune y todo lo demás, sino ser responsable frente a su esforzada madre y su compromiso/vocación con y por el estudio.

PPP subjetivo, un desconocido al que los jóvenes llaman La Ventana, los observa desde su edificio. En plano/contraplano, rápido, la cámara lo muestra con sus binóculos viéndolos jugar. Todos saludan a Jamal. Aparece el hombre del BMW que viene a ver a WF, alias Mr. Johannsen, a quien los jóvenes no ven, pero él a ellos sí. Todos inquietos y, al parecer, ajenos a las drogas. Miss Joyce (tributo al autor del Ulysses), habla sobre Poe y su poema El Cuervo (1845), escrito “mientras estaba adicto a la cocaína y obsesionado con la muerte”. Un joven observa: “Como el equipo de fútbol”, obsesionados con la muerte y siempre apaleados. Todo ello para pasar al béisbol, otra obsesión gringa: “Los Cuervos de Baltimore, único equipo con nombre de un poema clásico”. La profe pregunta quién ha leído el poema:nadie… Pregunta a Jamal y él dice “no”. Ella golpea sus dedos en señal de tristeza y/o preocupación.

Para ellos, WF es un fantasma, blanco, como todos, que nunca sale: parece ser, porque mató a alguien. Y refieren la historia de Shurrita, para unos, ‘drogadicta’; para otros, ‘decente’. Y surge la ‘invitación’ para que Jamal se meta al apartamento de WF. Unos piensan que Jamal no se atreve o que “tiene miedo”. Un reto a quien al filo del tiempo demostrará de qué está hecho un hombre con voluntad de poder y que, como ningún otro camarada de andanzas juveniles, aprende el único oficio que la escuela debería transmitir, pero no hace: el oficio de hombre. Que, además, pasa de la ilusión de saber, la semicultura, al saber conciso, la cultura, que no es un almacén de libros leídos ni una simple libreta de citas literarias, sino factor de transformación para cambiar la vida y para transformar el mundo. Armas cargadas de futuro, como diría Celaya de la poesía: la literatura y la cultura en general, sin olvidar el cine, el arte y la educación: no la guerra, como aún se cree en Fosa Común, ese platanal de muertos.

Así que ya está planteado el reto para Jamal: subir al piso donde vive La Ventana. El propio Jamal, asiente. En las charlas de los jóvenes surge el ánimo de mentir, quizás por la adversa realidad; y, contra él, la búsqueda de la verdad, como fórmula para cambiar dicha realidad. Plano en contraluz: Jamal chequea su locker, mientras una pareja de jóvenes negros se besa con pasión. Hace unas anotaciones con una linterna y se va. Jamal en la cancha de básquet: encesta una y otra vez, levanta la cabeza y ve una luz en una ventana. No es una luz cualquiera, es la luz del saber, del conocimiento, de la lucidez, la que va en contravía de la oscuridad, la ignorancia, la estulticia: factores que tanto sirven a gobiernos ineptos/corruptos.

La madre de Jamal visita a Miss Joyce, quien acaba de recibir sus pruebas de evaluación: Jamal tiene un promedio de 6.5, suficiente para pasar y, al tiempo, para no destacarse. Su madre dice que él lee libros todo el tiempo, unos que ella no leyó y otros de los que nunca ha oído. Además, Jamal siempre escribe en sus cuadernos, como se verá cuando WF se los intervenga. Todo eso hace desde que se fue su padre. Ah, y todo el tiempo habla de básquet. No solo la única manera de “ganar aceptación”, como dice Miss Joyce, sino de ser reconocido y de ascender en la escala social, dado el racismo, la discriminación y la marginalidad que imperan en su medio. Para Terrell (T), hermano de Jamal, la cosa estriba en jugar en el equipo de la “U”, luego girarles cheques a todos, en fin, resolver sus problemas. Ambos, se despiden.

Jamal aparece con sus amigos, en la parte baja del edificio donde vive La Ventana, dispuesto a subir a su apto. Dos horas sin luz. Según ellos, WF tiene mil años, como Matusalén (según la Biblia, 969 años; lo que ocurrió al mezclarse ciclos lunares y solares: según expertos, si los solares se cuentan bien, su edad fue de 72 años) (3) y lo único que hace es dormir: como para que, falsamente, no se afane. Contrapicado a Jamal, picado a sus amigos. Uno de ellos, le dice: “… no sé si debes”, subir, claro, pero él ya decidió. Sube y entra por una ventana. Por precaución, abre la puerta del apto. desde adentro a fin de poder escapar, ante una eventual respuesta de WF a su intromisión. Toma el fino cortapapeles de éste, lo mete en su morral, pero, cuando es sorprendido por WF, sale corriendo y lo olvida. Solo lo recuperará cuando de buena gana éste se lo tire desde la ventana hacia la cancha de básquetbol.

En el apto. ve bolas de béisbol, imágenes de Mickey Mantle (1931-1995: gran bateador, muy popular en las grandes ligas y eterno jugador de los NY Yankees), la TV prendida (una señal de que…), con música de Miles Davis al fondo: Bitches Brew, uno de los dos álbumes pioneros (el otro es In a Silent Way, a partir de una composición del pianista líder de Weather Report, Joe Zawinul) de la fusión: la mezcla entre la técnica e improvisación del jazz y la electrónica del rock. Que en realidad es R&B, pero que el saqueo cultural blanco y la industria del disco convirtieron, a causa del DJ de Chicago, Alan Freed, en R&R. El mote, peyorativo, es Rock, por piedra, y Roll, por rollo, una alusión al órgano sexual de los negros, lo que, rápido, caló en una sociedad yacente entre ignorancia/desinformación y morbo. También ve el cuchillo abrecartas, la inmensa biblioteca y, de nuevo, los libros que se muestran al inicio, antes de que Jamal vaya a la escuela. Ahora, se ven otros: El discurso del método, de Descartes; Lord Jim, de Conrad, cuyo leitmotiv es One of Us, como en Goodfellas o Buenos muchachos: no los de ‘Varito’ sino los de Scorsese que, para desgracia de Fosa Común, son los mismos. Además, La comedia, de Dante, a la que la Iglesia, para suavizarla, retituló como La divina comedia: los Poemas selectos, de T. S. Eliot; Los marcianos, de Ray Bradbury.

Cuando WF se levanta de repente y Jamal huye, olvidando el morral, contra lo que podría pensarse, ha ganancia. no pérdida. Cuando se lo devuelva, Jamal verá las correcciones a sus libretas, para él una intrusión más grave que la suya: de ahí, quizás, la relatividad de Einstein. No obstante, tales notas serán el acicate para una inusual amistad de un viejo y un joven; de un blanco y un negro; de las antípodas etarias. Todo ello, desmentido al filo del tiempo por ausencia de prejuicios, respeto interpersonal, búsqueda de la verdad a través de palabras vueltas acciones, como en la mejor dialéctica. Acciones basadas en la ética bilateral, discreción, ánimo de combatir la medianía de los escritores, basada en envidia, ego, soberbia. Como, v. gr., la de los que una vez fracasan con su primer libro, derivan críticos de los demás: caso de Crawford, punto nodal del filme. Otra elipsis: del plano sobre el sitio donde queda el morral de Jamal, se pasa al instante en que la puerta baja del edificio parece escupir al intruso de 16 años y al que, sin prólogo alguno, se increpa: “¿Agarraste algo? ¡Carajo!” Al salir a correr todos miran hacia arriba del edificio y ven/oyen a WF gritándole a todo pulmón “¡hijo de puta!” a Jamal. Ganado en puerca lid, si se prefiere, por el afroamericano. Queda claro, entre otras cosas, que WF no estaba dormido, que él ya casi no duerme. Ya se sabrá por qué.

Jamal vuelve sonriente, como quien oculta algo, a casa. Pivotea el balón en la cocina. Su mamá le reclama luego de que la golpea, mientras ella cocina y le recuerda: “Ya escribiste con tierra el nombre de Michael Jordan en el piso”. Cuando Janice averigua por el morral, Jamal dice no saber dónde está. “¿Cómo que no…?” Enseguida, plano sobre los amigos y su burla: “Queríamos que trajeras algo, no que dejaras algo”. Jamal juega en el parque, mira hacia el apto. de La Ventana y en ella, en la ventana misma, ve su morral colgado del cierre.

Llega el hombre del BMW, al que Jamal ante su soberbia, le dará una lección libresca/enciclopédica que nunca olvidará para, de paso, reivindicar el saber de las nuevas generaciones que ya no les copian a sus mayores pues los han superado. Máxima oriental: “El alumno que no supera al maestro, indica que el maestro ha fracasado”. Lo cual debería llenar de orgullo a quien en apariencia fracasa, pero que en realidad gana porque su saber, a través del Otro, ha logrado un nivel superior. Cosa que en Fosa Común es vista al revés: como si en efecto se tratara de un revés para el maestro, el que la enseñanza/aprendizaje no sea vertical sino horizontal. Desde luego, sin que haya cama o chantaje moral de por medio.

Lo último que hizo la BMW, le dice Jamal al blanquito prepotente, es motores para avión y que un tal Franz Popp inició la compañía e hizo un motor antes de 1920: el que en la II GM fue el modelo 801 (iniciativa luego prohibida por los colonizadores del inconsciente alemán, como dice Wenders en Al filo del tiempo: hecho a punta de Chewing Gum y fotos Polaroid). (4) Lo que no se cuenta es la razón detrás del hecho: ni el dudoso Milagro económico de Adenauer ni la ayuda de los gringos con el Plan Marshall, fue para nada un acto de filantropía. A esa prohibición se sumó el cierre de más de 1.500 fábricas, así como el no poder seguir produciendo hierro, acero ni ladrillo, lo cual, de contera, hizo que los gringos usufructuaran al máximo los efectos de la Reconstrucción alemana. Otra farsa travestida de ayuda. Massie le agradece a Jamal “la clase de historia”. Un hecho: el alumno va aprendiendo del maestro.

Al pasar la calle, siente el golpe del morral que WF le tira desde la ventana. Contrapicado y picado: aquí dicho planos podrían significar que Jamal está por debajo de la situación y WF por encima. Examina sus libretas, con las “intrusiones” de aquél: “pensamiento constipado”; “este pasaje, ¡fantástico!”; “especificar” (recomendación); “ambiente intenso, palabras baratas” (valoración); “indigno de este lector” (soberbia de WF). “Se metió en mis cosas”, dice, como quien no puede impedir el asalto a su ego. Si ya hubiera hecho un camino su actitud sería otra. “Quiero apoyar a este escritor. ¿Podremos salir del Bronx por un segundo?” Otro “constipado”. “¿Adónde me estás llevando?”, dice WF. Jamal sube adonde éste y golpea dos veces. Cuando sale el Viejo le cuenta que lo de la otra noche fue un reto suyo y de sus amigos; que pensaba si le podría traer otros textos o quizás escribir otras cosas. WF le encarga 5.000 palabras sobre “por qué putas” no entrará en su casa. Elipsis: Jamal ya está en la suya, obedeciendo al maestro para recuperar la confianza perdida con el asalto a su casa. Y vuelve al apto. de WF. Golpea con ahínco: sabe que está ahí cual confinado en época de virus. Al pedirle WF quitar las manos de su puerta, le dice que vino a traerle la tarea encomendada.

Luego, va con su madre a una reunión sobre el interés de escuelas privadas en su talento, básicamente deportivo, no tanto por el de su conocimiento en lenguaje, literatura ni formación académica en general. David Bradley será el que defina su vinculación al nuevo claustro privado para Jamal, el Mailor-Callow School, con exactitud, como recuerda Janice. “El mejor bachillerato privado de la ciudad de NY y la mayor escuela privada del Este de EEUU”. Enseguida, sale a flote el chantaje comercial travestido de bondad: 40 de los mejores basquetbolistas son de dicha escuela y tres de ellos llegaron a nivel profesional. Y Bradley le dice que, aunque la oferta es académica, “no nos desilusionarás si juegas”.

Céline, el autor de Viaje al fin de la noche, decía que solo había dos categorías de hombres: los exhibicionistas y los mirones. Pues bien, el Voyeur, ‘La Ventana’, desde la suya observa lo que pasa con su pupilo Jamal, mientras Bradley arranca en su Mercedes-Benz. En ralentí, el joven va hacia el apto. de WF. Al llegar, con sorpresa, nota que éste ha cogido sus 5.000 palabras. Esta vez, no golpea. Espera en la escalera. Cuando WF le pregunta con quién hablaba, Jamal le exige que antes de cualquier cosa le devuelva su texto. WF deja entreabierta la puerta: “Pon el seguro, si vas a entrar”. Jamal le cuenta que Bradley es de una escuela privada, en la que no tendrá que pagar nada por estudiar en ella. Le cuenta sobre su hermano ‘T’ y su padre abandonador. Rebota la pelota y obtiene una mirada reprobadora de WF.

Jamal sigue su exorcismo filial: “Mi mamá se hartó de esperar a que mi papá dejara el alcohol”. “Y mi papá se hartó de tratar. Ahí fue cuando empecé a escribir”. Y cuando dice su nombre, WF responde: “Suena a marca de mermelada”. No obstante, Jamal podrá ser todo lo que se quiera, menos adulador, lambón o traidor a sí mismo. Es todo lo contrario: no elogia gratis a nadie, menos al que no lo merece; no suelta palabras ociosas por compromiso o interés para obtener algo a cambio; permanece siempre fiel a sus principios. En suma, un ser humano que aprende el único oficio que la escuela debería suministrar: el oficio de hombre; es una persona centrada en lo que busca y segura de lo que va a lograr; para ello no se apoya en otros ni pisa a nadie. El arribismo no hace parte de su práctica, antes que de su teoría. Todo esto lo demostrará con WF ante R. Crawford, incluso frente a la noble/dulce Claire Spence, la hija del millonario que, entre otras, por ello es de la Directiva del Mailor-Callow.

WF le pregunta a Jamal por su edad y agrega “eres negro”, sin tinte racista, aunque parezca. Por contraste, la frase le servirá para sustentar su punto de vista documentado (episteme), frente a la opinión común (doxa), según pensaba Platón: frente a la gente, la escuela, los egos/vanidad de los escritores; en fin, los que “al fracasar con su primer libro”, derivan críticos de los demás y ya no soportan que nadie sea mejor que ellos pues los opaca/soslaya, incluso anula. Todo ello, lleva poco a poco, aunque con seguridad, al epílogo, uno pleno de brillantez, aciertos, objetividad, con respecto a un lío de plagio en apariencia, para Crawford, sobre todo, y demás directivos del Mailor, aun así, de absoluta honestidad para su mentor, al inicio lleno de cobardía para asumir la solidaridad con Jamal igual que su acompañamiento.

Surge la primera ambigüedad entre ellos, cuando WF pondera el escrito de Jamal y éste pregunta si acaso: “¿Es admirable que sea negro?”, como si eso tuviera que ver con algo. Tras breve diálogo en el que WF expone sus “idioteces racistas” para provocarlo y se le arroja con el abrecartas que le quiso robar, pero no pudo, se va echando pestes: “¡Viejo imbécil!”.

La madre y sus dos hijos, ‘T’ y ‘J’, comen en modo comunitario, costumbre afroamericana: “Una mano para dar, otra para recibir, comemos juntos, unidos”. Janice pide que sus mentes, cuerpos y espíritus se fortalezcan. Le desea felicidades a Jamal y “amén”, dicen todos. Ella le muestra el brochur de Mailor a ‘T’, quien por cuya carátula ve una “escuela de cómicos”. Lo que en el fondo es, como toda escuela que, en vez de educar, doma. Porque, sí, a través de la Historia educar ha sido sinónimo de criar, dirigir, entrenar, amaestrar, habituar, sujetar riendas, vigilar/castigar, adoctrinar; también, instruir, enseñar. Sí, la escuela sujeta, doma, pero hacer de los humanos sujetos conscientes no hace parte de sus planes. A todo eso, en persona de Crawford, se enfrenta Jamal, en especial por su carácter: palabra que recuerda el filme de Mike van Diem, Carácter (1997), Oscar a Mejor Película Extranjera, otro duro choque con el padre. (5) También recuerda su voluntad de poder; el no renunciar a lo que es, a lo que persigue, a lo que le será dado como eco a sus sueños basados en la confianza hacia sus allegados; en la seguridad de sus conocimientos; en la ética como factor de crecimiento; en la libertad como acción del deseo; por último, en la certeza de que el principio del placer puede primar sobre el de realidad, siempre que de por medio estén seres íntegros, respetuosos de los demás y con un acendrado sentido de solidaridad, de cooperación, de comunidad.

No esa “escuela de cómicos” que son los dueños/gerentes de bancos, empresarios, militares, curas, monjas (salvo mi hermana Martha Cecilia), burócratas y, claro, políticos. Todos ellos son los que a menudo, en el curso de la Historia (y de la histeria), la producen unas veces como farsa, otras como tragedia y hoy por doquier como una farsa trágica. Con resultados signados por la tristeza, el desamparo, la desolación, la violencia, la muerte. Todo atravesado por un fascismo puro y duro; por un capitalismo que hizo al hombre esclavo de la máquina, como lo previó Kafka: por un Sistema (in)Mundo que no tiene piedad por los sin techo (“Hay que ser intolerantes con los sin techo”, decía la perrita faldera inglesa Tony Blair), sin empleo, sin salud, sin educación, sin oportunidades, en suma, sin un mínimo bien-estar.

Jamal se conoce con Claire Spence, a quien Bradley delega para que le enseñe la escuela. Le sugiere no contestar preguntas hasta tanto no decida qué va a hacer; le revela que allí los maestros no tienen en cuenta la participación de los estudiantes (como lo plantea el documental La educación prohibida, 2012, de Germán Doin, dedicada “a todos los niños y jóvenes que quieren crecer en libertad”) (6); que ellos prefieren escucharse a sí mismos, en fin, que su ego y su vanidad no tienen límite. Y aparece el protagonista de todo lo anterior: el antes escritor, ahora profesor y crítico de todos aquellos que puedan superarlo, Crawford, quien justo en ese instante reparte entre sus alumnos ejemplares de la única novela que (al parecer) escribió WF y con la que obtuvo el Pulitzer: Avalon Landing o El muelle de Avalon.

Les cuenta que, a sus 23 años, en 1953, WF escribió su primer libro; que muchos autores en ciernes querían escribir la gran novela del siglo (John Dos Passos, Theodore Dreiser, William Faulkner et al): WF la escribió en su primer intento. El único libro que al parecer decidió publicar y hasta donde se sabe el único que decidió escribir: cosa que no corresponde a la realidad, como se verá en el epílogo. Claire y Jamal conversan acerca de si éste va a regresar al día siguiente y él dice que sí que quieren verlo en la cancha. Lo que ya Claire sabe y a lo que añade que Mailor es como la U.: “Tú sacas una educación y ellos sacan lo que quieren”. Quizás los dos sacan lo que quieren, como se verá en el curso de este acercamiento al filme.

Jamal le recuerda a WF que se habla mucho de él, que es una leyenda, que todos tienen cuentos acerca de su historia: como siempre que se habla de un marginado, de un outsider, de un tipo diferente. “La gente no sabe si mató a alguien”, Jamal piensa que el sitio donde vive es especial, que de allí no se mudaría, que no se oye nada allí. En cambio, donde él vive, no hay sino ruido, vecinos escandalosos. El niño grita; el papá grita porque aquel hace ruido; la mamá, encima de todo, grita, aunque de otro modo, porque fornica con el viejo y ella contra la pared jadea: “¡Ah, ah, ah!” WF le pide que deje la escatología y, más bien, revuelva la sopa antes de que se cuaje y no pueda digerirla. Y le recuerda que no le importa si es negro ni lo hacía por racismo, sino que era una prueba para saber cuánta barbaridad soportaría.

Nueva situación de choque: en la cancha, por orden del profesor, están Hartwell, niño rico, y Wallace, pauperizado. Cuando Jamal y WF discuten acerca de Avalon Landing, el Viejo le señala al Joven por vez primera lo importante de guardar algunas cosas, de privarse de decirlas y le pide no decir nada a nadie sobre lo que allí hablen. Privacidad, en síntesis. Y, como ya se advierte, Jamal lo cumple a cabalidad. A cambio, le pide a WF que le ayude a escribir mejor. Como si se pudiera. Aquél le responde que no le hará preguntas sobre él, su familia ni por qué escribió apenas una obra. A la pregunta de qué siente al escribir lo que escribió, WF le responde: “Quizás lo descubras tú”. Y a la de su amigo sobre si conoce a alguien famoso, Jamal no rompe su promesa: “Nadie famoso vive por estos lados”. Se ve con John Coleridge, quien le señala su comportamiento adecuado con Crawford, por no dejarse provocar: lo que, luego, el carácter de Jamal desmentirá hasta que el tirano reciba una lección.

Jamal le pregunta a WF si ha leído todos los libros de su biblioteca; él, con humor, responde: “No, los tengo ahí para impresionar a las visitas”. Jamal se burla, por tantas… Y le cuenta que en la escuela leen su novela. WF dice que llevan años leyéndolo, el lastre es que no dicen nada, como pasa con tanta obra que la gente dice haber leído, para escapar del dicterio por la supina ignorancia. Massie, el del BMW: “¿Mr. Johannsen?” y Jamal queda perplejo. Se sientan a escribir tras preguntar WF: “¿Por qué las palabras que escribimos para nosotros son mejores que las que escribimos para los demás?” Invita a Jamal a hacerlo sin pensar: primero la emoción, luego la coherencia; el corazón, luego la cabeza. La lucidez ordena lo que la pasión, en tanto sufrimiento, altera. La primera clave para escribir es escribir, no pensar, recuerda WF. Escribir no es inspiración, sino transpiración (Faulkner). Y WF le presenta Una temporada de la fe perfecta, que llevará al clímax del epílogo. Cuando uno sienta sus propias palabras, es que debe empezar a escribirlas; antes no, porque no son propias, sino prestadas.

Crawford llama a Jamal para decirle que su más reciente ensayo supera a todos los anteriores. Al inquirir en cuánto tiempo lo escribió y recibir como respuesta: “Anoche”, sonríe con ironía como quien siente que por viejo ya no podría hacer lo mismo y que por ya no ser joven ni tener tanto talento, tampoco. En definitiva, la envidia es mal de menores no de adultos intelectuales, diría Kant. Crawford escribió un solo libro, que todas las editoriales rechazaron, para WF una decisión correcta. En vez de escribir uno más, cuenta, aceptó un trabajo para enseñar a otros cómo hacerlo. “Recuerda que los maestros amargamente desilusionados, pueden ser muy efectivos o muy peligrosos”, le advierte a Jamal sobre Crawford.

Notas:

(1) https://www.theclinic.cl/2012/12/07/por-que-el-guardian-en-el-centeno-es-el-libro-favorito-de-asesinos-famosos/

(2) https://rebelion.org/lenguaje-y-poder/

(3) https://es.calcuworld.com/cuantos/cuantos-anos-vivio-matusalen/

(4) https://rebelion.org/wim-wenders-o-el-arte-de-la-errancia/

(5) https://www.filmaffinity.com/es/reviews2/1/293622.html

(6) https://www.youtube.com/watch?v=-1Y9OqSJKCc&t=73s

FICHA TÉCNICA:

Título original: Finding Forrester. Español: Descubriendo a Forrester.

País: EEUU. Año: 2000.

Género: Drama. 35 mm; color; 136 min.

Dir.: Gus van Sant.

Guion: Mike Rich.

Prod.: Sean Connery.

Fot.: Harris Savides.

Mon.: Valdis Óskarsdóttir.

Int.: Sean Connery (WF); Rob Brown (Jamal W.); F. Murray Abraham (R. Crawford); Anna Paquin (Claire S.); Busta Rhymes (‘T’); April Grace (Ms. Joyce); Michael Pitt (J. Coleridge); Stephanie Berry (Janice); Michel Nouri (Dr. Spence); Richard Easton (Matthews); Glenn Fitzgerald (Massie); Fly W. III (Fly); Matthew Noah Word (Hartwell); Steven Sanderson (Matt Damon).

Prod.: Columbia Pictures.

Dist.: Sony Pictures / Netflix / FandangoNow.

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión.